capítulo 1.

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POV. Juliana

Estaba drenando la sangre de un ser asqueroso llamado “hombre”, el me pedía piedad, algo irónico si tomamos en cuenta que antas de que llegara el estaba intentando abusar de una chica.

Una vez que termine lo deje caer al suelo como la basura que es, saque un pequeño pañuelo que siempre llevo a todas partes, mejor prevenir que lamentar además es elegante, nunca se sabe cuándo lo necesitas, me limpie la boca mientras pensaba en que hacer con el cadáver. Decidí dejarlo en un pote de basura y largarme.

Mientras caminaba en mitad de la noche por las calles de Italia específicamente Venecia, todo es hermoso aquí, tengo una obsesión por este país.

Malditasea no me he presentado, mi nombre es Juliana Mortero, tengo 20 años o al menos esos tenía cuando me convirtieron, en realidad he vivido por 1250 años, Genial ¿No?, Bueno mis padres eran reyes del territorio que ahora es Rusia, si soy una maldita princesa, mi don es el espejo y déjenme decirles que he conocido a muchos vampiros con dones maravillosos, pero eso lo sabrán más adelante.

Una vez que cruzó en una esquina donde está mi apartamento me encuentro con dos personas.

-Hola pequeño Cullen, ¿Qué te trae por aquí?- digo viendo a nada más y nada menos que a Carlisle Cullen, me imagino que la mujer es su compañera por como se aferra a su brazo.

-Hola Juliana, necesitamos hablar- dijo mientras me sonreía, pero puede ver preocupación en sus ojos.

Dos días antes en la casa de los Cullen.

Todos estaban discutiendo sobre que personas ir a buscar para que los ayudarán siendo testigos frente a los Volturi.

-Carlisle no has dicho ni una palabra desde hace dos horas, ¿Estás bien?- pregunto Esme su esposa preocupada.

-¿Quién es Juliana?- pregunto Edward confundido por los pensamientos de su padre, el leía como el no dejaba de pensar en que  sería una gran ayuda.

-Es una vampira antigua, quizás igual que los Volturi, tiene un don impresionante y es una vieja amiga- dijo el con admiración y un poco de melancolía, pues no la veía desde hace mucho.

-¿Dónde está?- pregunto Tanya interesada, la líder del aquelarre Denali había llegado con su familia de primeros después que Edward le explico lo que sucedía.

-No lo sé, pero tengo la ligera sospecha de donde puede estar- dijo pensativo- Esme y yo iremos por ella, le pediremos ayuda pero conociéndola no dudará en venir si se trata de los Volturi- siguió hablando sabiendo los sentimientos nada bonitos que tenía la princesa por estos reyes.

-Solo espero que no sea una idiota- dijo Rosaline que estaba sentada en un sofá con Emmett.

De vuelta al presente.

-¡Vaya! Apenas estás llegando luego de estar sin vernos por 150 años y estoy segura de que me pedirás un favor, tienes la cara de cordero con el cuello rebanado- dije viéndolo directamente a los ojos mientras el largaba un risa- Como yo sí tengo modales me presentaré con esta hermosa mujer que tienes a tu lado. Hola mi nombre es Juliana Mortero, ¿Se puede saber cuál es su nombre, Mi lady?- pregunté después de haberme acercado a tomar su mano.

-Soy Esme Cullen, la compañera y esposa de Carlisle- respondió ella con una sonrisa.

-Es un placer conocerle Señora Cullen, espero que el pequeño la trate como se merece- dije mientras besaba su mano y miraba con diversión a Carlisle que había rodado los ojos como niño pequeño.

-Dime solo Esme y tranquila el es excepcional- asentí satisfecha, después de todo el pequeño siempre fue todo un caballero.

-Ahora si Carlisle cuéntame qué sucede- dije mientras los invitaba a pasar en mi apartamento, nos sentamos y el empezó su historia.

Quedé atónita con lo que escuchaba, tantos líos por una humana, pero no me impresionó.

-Sabes que mi respuesta será un si, iré a ayudarte, eres como un hijo para mi-el sonrió para luego entrecerrar los ojos mientras me miraba, aún no acababa de hablar- Además si es para patear los traseros de esos malditos estaré más que feliz de ir- termine con una sonrisa inocente.

-No queremos pelear Juliana, pero gracias- dijo, luego de eso nos levantamos para irnos, era un viaje algo largo hasta Forks Washington.

Que inocente era, no sabía que al llegar allá tres rubias me amarrarian. Adiós libertad.

 











La perdición de la PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora