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KHIRA HEX.
Siento algo humedo en la cara, e instintivamente llevo una de mis manos a la zona y reconozco un paño sobre mi frente. Lo alejo lentamente y me incorporo del incomo suelo.
Al estar de pie, me doy cuenta de que me encuentro en una nave, y me pongo en alerta cuando escucho pasos fuertes acercandose. Miro a mi alrededor en busca de mis armas, pero al no encontrarlas tomo lo primero que veo, una sartén de cocina.
Alzo mi nueva "arma" hasta la altura de mi rostro, empuñandola con fuerza y firmeza cuando una persona en una extraña pero increíble armadura brillante se hace presente en el lugar.
— Ay, carajo —Murmuro cuando la persona está un poco más cerca.— Eres un maldito Mandaloriano
En mi estado de estupefacción, la sarten cae de mis manos en un ruido molesto, y rápidamente me apresuro en lavantarla con movimientos tropes y la dejo sobre lo que parece ser una mesita.
— Y-yo...
— Cómo te sientes —Interrumpe mis balbuceos.
— Bien, bien —Asiento frenéticamente.— Estoy bien, pero... ¿por qué estoy aquí? No recuerdo haber...
— Te encontré inconsiente atada a un árbol, lista para ser deborada por los Fyrnocks —Explica.— ¿Qué hacias ahí?
— Bueno, puedo asegurarte que yo no tenía intenciones de ser comida para Fyrnocks —Digo con algo de humor, y después suspiro al recordar lo que pasó.— Esos malditos me traicionaron y me abandonaron a mi suerte
— Eres cazarrecompensas —Asiento ante sus palabras.— ¿Y de dónde sacaste ésto?
Trato de tomar mis armas cuando las muestra, pero el Mandaloriano es más rápido y las aleja de mi alcance.— Oye, tal vez esté un poco intimidada por ti ahora mismo, ¿si? Pero son mías
— Están hechas de Beskar puro, el Beskar pertenece a los Mandalorianos —Los pasos que él avanza yo los retrocedo.— ¿Dónde las conseguiste?
— Yo misma las forjé —Confieso.— Hice muchos trabajos de mierda para conseguir el Beskar suficiente, y hacerme de unas buenas armas. Entiendo que pertenece a los Mandalorianos, pero éstas no, porque me lo gané no lo robé
Él da un paso más hasta mi, pero ésta vez no retrocedo, siento su dura miráda escanear mi rostro atraves del casco. Finalmente me tiende mis armas, y cuando las tomo, desaparece de mi vista.
Dejo salir un gran suspiro de alivio y llevo mi atención a los objetos en mis manos, un par de Katanas hechas de -como ya se discutió anteriormente- Beskar puro.
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Varios minutos después de haber estado limpiando compulsivamente mis Katanas, dejo el paño y las armas de lado. Me acero a las escaleras que seguro llevan al lugar de mando, y subo, la puerta se abre dejandome ver al Mandaloriano del otro lado, sentado y manejando la nave. Sé que nota mi presencia, pero no dice nada hasta que comienzo a fisgonear todo el lugar.
— No toques eso —Mi dedo se detiene a centimetros de estar a punto de tocar un llamativo botón color verde, y rápidamente me alejo a otro lugar.— Eso tampoco
— Me llamo Khira Hex —Me presento en un intento de iniciar converzación.
— Felicidades, Khira Hex —Suspiro, y me acerco unos pasos a su lugar.
— ¿Cuál es tu nombre? —Él no responde, y vuelvo a insistir.— Creo que debería saber el nombre de mi salvador
Ahora es él quién suspira.— Din Djarin
Lo miro con una sonrísa, y me acerco más, dispuesta a tomar asiento a su lado, pero me llevo una sorpresa al notar que el lugar está ocupado.
— Wow, ¿qué es eso? —Señalo a la criatura que parece estar durmiendo.— ¿Una mascota o algo así?
— Si, algo así —Murmura, y después toma mi brazo con fuerza cuando nota mi intención.— No lo toques
La criatura mueve ligeramente sus grandes orejas, y acto seguido sus ojos comienzan a abrirse, hace un par de soniditos, y la escena me hace sonreír con ternura.— Hola, amiguito
Estira una de sus manitas hacia mi, pidiendo contacto, y miro al Mandaloriando en busca de permiso. El hombre suspira y termina asintiendo.
Me volteo hacia la criatura y toco uno de sus deditos con el mío, una pequeña sonrísa parece formarse en su rostro, al igual que en el mío.
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— ¿Y a donde es que estamos viajando? —Pregunto luego de tomar la herramienta sostenida por mi boca para ajustar unos cables.
Luego de varias insistencias de mi parte, Din finalmente me permitió arreglar uno de los mil problemas en su nave.
No recibo respuesta del hombre, y mis ojos se ponen en blanco.— ¿Un par de palabras de matarían?
— ¿Guardar silencio te mataría? —Contra ataca el hombre, sacandome una sonrísa.
Me volteo hacia el niño cuando lo escucho emitir un par de sonidos raros, pero tiernos, y lo encuentro mirándome.
— Estoy de acuerdo contigo —El mandaloriano se gira sobre sobre su asiento, y casi puedo ver la expresión de su rostro através del casco.
— ¿Entiendes lo que dice?
— Si, por supuesto —Trato de no dejar salir una gran carcajada, para que la mentira no sea descubierta.
— ¿Y que acaba de decir?
— Dijo que eres un amargado con falta de habilidades sociales —Elevo mis manos cuando lo escucho suspirar.— Oye, lo dijo él no yo
— Ya deja de tocar de mi nave. Sientate, y callate durante lo que resta del viaje —Su voz, a pesar de un poco distorcionada, suena dura y firme. Por lo que hago exáctamente lo que ordena.
Soy temeraria, pero no suicida como para meterme con un Mandaloriano.