capítulo ★ veintiocho

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[Jeongin]

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[Jeongin]

Jisung estaba muy equivocado cuando me dijo que los besos tampoco eran nada del otro mundo, porque lo eran, o al menos hasta ahora lo habían sido de mi mundo, y me arrepentía enormemente de no haberlos probado antes.

Seguía encima de Hyunjin, y poco a poco había terminado dejándome llevar por completo. Aún seguía alerta a cada nuevo roce que sentía, y me tensaba cada vez que nos apegábamos o me agarraba con fuerza de los muslos para recolocarme, pero poco a poco las preocupaciones empezaban a desaparecer. Solo sentía, no sabía ni donde ni cuando, había perdido todo mi alrededor por completo.

Empecé a sentir mucho calor, tanto que agradecía haberme vestido con tan poca ropa. No quedaba ni rastro del frío de minutos antes, parecía que se lo llevaba Hyunjin con cada caricia o roce. Y yo no sabía si lo agradecía o comenzaba a agobiarme, porque a medida que sus actos cogían más fuerza, sentía que el control iba a desaparecer. Hacía un rato desde que sus besos pasaron a ligeros mordiscos, desde que sus suaves agarres se intensificaban, jugando con cada parte de mi cuerpo que encontraba, centrándose sobretodo en mi trasero.

Y a pesar de todo yo no podía dejar de moverme sobre él.

Ya no nos besábamos, básicamente nos restregábamos con ansias, yo descansando mi rostro en la curvatura de su cuello y jadeando incontrolablemente. No estaba seguro de que sucedía, y lo desconocido me causaba tanta curiosidad como terror.

─ Hyu-Hyunjin, creo que... ─intenté pararle, pero no pareció escuchar. En su lugar adentró sus manos en el interior de mi ropa interior y sin previo aviso rozó una zona que mandó un escalofrío a todo mi cuerpo. Gemí en voz baja y negué varias veces. No quería. Tenía miedo. ─ N-no, para... para...

─ ¿Qué pasa? ─alejó su mano de lo que parecía haber sido mi entrada y volvió a colocarlas en mis muslos. Con todo el movimiento los finos calcetines habían descendido hasta por debajo de la rodilla.

─ Me siento raro... ─apoyé mis manos en su pecho, levantándome e incorporándome hasta estar correctamente sentado sobre él. Cuando me coloqué, apretó la mandíbula y por inercia mis muslos, preocupándome por si le había hecho daño. ─ ¿Estás bien?

─ Sí, sí.

─ ¿En serio? ─volví a moverme, intentando buscar algún punto que no le hiciera poner esa expresión. Parecía que sufría, en serio. Pero yo y mi torpeza volvimos a sacársela de nuevo. ─ Lo siento, lo siento... ─comencé a disculparme apenado e hice el amago de bajarme de encima de él, pero para mi sorpresa, me lo impidió antes de poder hacer nada. ─ N-no, déjame. Debo pesar mucho y te estoy aplastando...

─ No me haces daño, ya te lo he dicho. Es otra cosa.

─ ¿Estás seguro? ─asintió varias veces sin prestarme mucha atención y volvió a subir sus manos a mi trasero, inclinándose hacia delante para besarme. Por acto reflejo me eché hacia atrás, y tan solo logró agarrar mi labio inferior unos segundos. Me miró con desconcierto y yo agaché la cabeza avergonzado. ─ Creo que deberías bajar con los demás.

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