capítulo ★ sesenta y cuatro

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ola no me aguanté subir este capítulo pq kdoqoekf, si ven cualquier error me avisan pq el original estaba maaaal y traté de editarlo bien 😿😿

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Tan solo quedaban tres días para que Jisung pudiera volver al colegio, tres dí­as que se me hacían eternos. No podí­a concentrarme en las clases por pensar en estar de nuevo con mi mejor amigo. Incluso hasta echaba de menos cuando salí­a a fumar y sin querer me echaba todo el humo en la cara provocando que me pusiera a toser sin control. Le echaba tanto de menos que solo podí­a pensar en verle, y además, en cierta parte, eso me ayudaba a olvidar ciertos temas que no querí­a ni plantearme.

¿Qué temas? Pues por un lado el de siempre, Hyunjin, pero por otro, se le habí­a añadido uno mucho más complicado y que hasta hace poco me daba miedo hasta pronunciar su nombre. Sí­, hasta hace poco, porque ahora Younghoon desprendía un aura tan encantadora que no parecí­a la misma persona, y en consecuencia, se me hacía imposible verle de esa forma.

No era Younghoon, no era el chico que tanto me aterraba hacía un tiempo. No era él, realmente no lo era, habí­a cambiado. No entendí­a porque lo había hecho, pero ahora comprendí­a el porqué a Jisung llegó a gustarle tanto.

Desde hacía unos días, me saludaba siempre que me veía, me ayudaba con los apuntes y sujetaba la puerta cuando veía que iba a entrar tras él a algún sitio. Era muy amable y dulce, siempre hablándome con una sonrisa. Casi me hacía olvidar el que Jisung no estuviera. Casi, pues obviamente mi amigo era insustituible.

De cualquier forma, me gustaba el cambio, me gustaba el nuevo Younghon, me gustaba como me trataba. Me gustaba tanto que no comprendía ese cambio de actitud en Hyunjin con su amigo. Ahora que a mí­ comenzaba a agradarme, ahora que comenzaban a caerme mejor sus amigos, él parecí­a vivir en un estado de amargura constante.

Siempre que le veí­a, estaba enfadado, o al menos eso mostraba su rostro. Quizás era envidia o miedo de que pudiera quitarle a su amigo, y así tal cual se lo comenté a Younghoon en medio de clase de educación física, cuando nos obligaron a formar parejas. Teníamos que ayudarnos a hacer abdominales, primero sujetando los pies de uno, y luego cambiando roles. Era divertido, y lo mejor es que podíamos hablar al mismo tiempo.

─ ¿De verdad crees que es eso? ─preguntó a punto de reírse. Seguro que no lo hizo porque llevaba sesenta abdominales seguidos y se estaba quedando sin aire. ─ ¿Qué no quiere que seas mi amigo por si le quitas el puesto? ─asentí con total convencimiento.

En ese momento el profesor dio un pitido, anunciando nuevamente un cambio de roles. Younghoon se incorporó y yo me tumbé, esperando a que se colocara sobre mis pies. Cuando el segundo pitido sonó, comencé a subir y bajar a un ritmo que marcaba yo mismo mentalmente. No iba tan rápido como Younghoon, pero al menos no era el más lento de toda la clase.

─ ¿No crees que pueda ser por otra razón? ─preguntó en voz alta, para que así­, aunque estuviera con la espalda en el suelo, pudiera oí­rle. Fruncí­ el ceño y volví a bajar, sopesando su teoría. ─ Como por celos, pero de otra persona.

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