Capítulo 5.

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AIDEN.

El día en la universidad se me estaba haciendo eterno. No sabía por qué, pero tenía la cabeza en otro sitio y no conseguía concentrarme. Estaba con Dylan esperando a las chicas cuando vi un rostro conocido. Aquel moño desecho era inconfundible. Iba buscando su clase y no prestaba atención a lo que había a su alrededor.

—¿Tú que opinas?—Me preguntó Dylan, pero no había escuchado nada de lo que había dicho.—Aiden, tío.

Pero al seguir sin obtener respuesta por mi parte, miró hacia donde estaba mirando y sonrió pícaramente.

—Es nueva de este año. Dicen que es demasiado inteligente.

—¿Quién?—Fruncí el ceño y le miré.

Dylan se encogió de hombros.—La chica que estás mirando.

Intenté evadir su respuesta.— Anda vamos o llegaremos tarde a la siguiente clase.


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La semana había transcurrido normal sin ningún incidente que destacar. Después de terminar las clases, llegué a casa y me di una ducha de agua fría. El tema de Mark Vólkov me tenía en vilo y nuestra familia no nos había dicho nada más a cerca de él y cuando volvimos a preguntar, evadieron el tema.

Hoy era noche de carreras y mi hermana había decidido correr. No había mucha más gente nueva, así que por el momento no teníamos mucho más que investigar. Liz había decidido correr con un Maserati MC 20. Era uno de los coches más potentes que tenía y decidió correr con ese cuando se enteró de que Adam Brown iba a acudir a las carreras. No sabíamos si iba a participar, pero sabíamos que él era bueno, muy bueno. Así que tenía que estar preparada por si acaso.

Estaba con Lena preparando el coche para competir mientras Dylan y yo reclutábamos al resto de participantes. Cuando Liz competía, nos costaba mucho más porque los rivales sabían que era demasiado buena y tenían más posibilidades de perder que de ganar. Aún así, solamente nos faltaba un corredor.

—Quiero competir.—Una voz femenina nos sorprendió por las espaldas. Cuando me giré, no pude evitar mostrarme sorprendido.

—Son cinco mil, Jane.

Ella sonrió cuando vio que me acordaba de su nombre. Sacó unos fajos de billetes enrollados y me los dio.

—¿Estás segura?—Le preguntó Dylan.—No has elegido el mejor día para lucirte.

—Lo sé.—Respondió con naturalidad.—Solo quiero divertirme y pasar el rato.

—Esta bien.—Respondí.—Empezamos en diez minutos.

Cuando se alejó de nosotros, Dylan me miró con una ceja alzada.—Sabía que me ocultabas algo. ¿De qué la conoces?

—Del fin de semana pasado. Unos hombres la acorralaron en el callejón del Nightmare.

Dylan abrió los ojos sorprendido. Los Lodge sabían que nuestra familia se encargaba de la seguridad de la ciudad, pero, al igual que nosotros, tenían el acceso restringido salvo excepciones. Su familia y la mía se llevaban demasiado bien, pero tenían negocios totalmente opuestos.

Cuando llegamos con las chicas, Liz no se sorprendió de que Jane fuera una de las corredoras. Supongo que al verla rondar por el Nightmare, podría esperarse que su perfil encajara con el de una corredora.

Se colocaron en sus puestos y dio comienzo la carrera. Todos estábamos nerviosos por ver como competía Jane y ver si realmente era una corredora.

—¡¿Preparados?!—Una chica se colocó en medio para dar la salida.—¡¿Listos?!—Subió las banderas para después bajarlas.—¡Ya!

EL LEGADO. Saga H3 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora