PARTE 28

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La fría noche transcurrió, mientras las palabras de Seika, volvían haciendo eco en sus memorias

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La fría noche transcurrió, mientras las palabras de Seika, volvían haciendo eco en sus memorias. Antes de poder reaccionar, por la puerta entraron sus amigas cargando en sus manos una bandeja con té y galletas.

El frío fue opacado por el sabor del delicioso té. Fue advertida de no tomar más de tres tazas, pues, siendo un té medicinal, podría causar sueño en el consumidor. Hasta cierto punto la idea de dormir fue bastante provocativa.

Llegando la hora de la tan proclamada cena junto al líder del clan, intentaron despertarla, pero nada hizo efecto. Dormía tan plácidamente que despertarla sería una maldad.

… … …

El sonido de las campanas, aturdían sus oídos, levantó su cuerpo de la cama, para observar un paisaje sin igual.—¿Qué está pasando?—Se vio de pie junto a un acantilado, mientras el sonido de las olas golpeaba las rocas. Él, viendo, azotó su cabello y su cuerpo intentando arrastrarla hasta lo más profundo del acantilado. Nuevamente, el sonido de las campanas se mezcló junto al viento que resonaba en sus oídos.

El Ding-Dong, de las campanas, provenía del vasto bosque rodeado de pinos y árboles. El sonido de los arbustos y ramas, siendo quebradas al paso de una persona, advirtió sus sentidos.—¿Quién está ahí?

La única respuesta que hubo, fue el viento moviendo las ramas de los árboles. Un sonido verdaderamente aterrador. «¡Es un sueño, es un sueño, despierta, despierta!» Trato de convencerse una y otra vez, hasta que la voz de una mujer susurro a su oído. «¿Qué es un sueño?» Un escalofrío recorrió su cuerpo, al ver en la lejana playa, una mujer vestida blanco. Ciertamente, la playa estaba a una distancia considerada de ella, sin embargo, la voz de la mujer, había resonado en sus oídos.

—¡Es una pesadilla! ¡Es una pesadilla!

Esta vez el cántico de la mujer se escuchó prácticamente detrás de ella. Al volverse la mujer la contemplaba fijamente.—¿Quién eres?—Volvió a preguntar. Nuevamente no hubo respuesta.

De un momento a otro, fue transportada a las profundidades del bosque, donde las risas de los niños se escuchaban detrás de los árboles.

Estaba aterrada, pero necesitaba saber qué estaba pasando. Siguió el sonido de las risas que rodeaban a la mujer hasta que se detuvo señalando hacia una dirección donde la luz del sol entraba por las brechas de los árboles.

Camino hasta pasar por completo el bosque, cada paso que dio, amplío el terreno. Ya no era un bosque, sino una tierra plana. Justo delante de ella había un lugar hecho ruinas con bellos senderos inundados hasta los tobillos en agua, las hierba y flores crecían cómo enredaderas por los muros de los edificios.

Se adentró en las ruinas observando con asombro el agua que le llegaba hasta las rodillas reflejando la luz del sol, lo que estaba frente a sus ojos era una ciudad hecha ruinas. No pudo dejar de preguntarse ¿Qué le había pasado a la ciudad?

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