complaints and gifts

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Jeongin miraba el techo mientras hablaba por teléfono con su mejor amiga, por así decirlo. Aunque bueno por más patético o ilógico que sonará Jeongin nunca había visto a su mejor amigo en persona ¿Por qué razón? En pocas palabras era un píxel ya que estaba en otro país.

— Sana, puedes tomarme en serio tres segundos por el amor a dios. — Se quejó Jeongin escuchando una risita por parte de la japonesa.

— Ya, ya, pero ¿qué tiene de malo? Simplemente no lo entiendo sal con los dos. — Musitó sana y continúo colocando el barniz sobre sus uñas soplando estas para que se secarán más rápido.

— ¡No es tan fácil! Ya te dije lo de mí abuela...mi mamá y la sociedad en general sí está mal que te atraiga un hombre, imagínate que te gusten dos. — Cerró los ojos fastidiados de la situación ya que los últimos días estaba sumamente confundido ya que ambos habían estado teniendo actitudes sumamente dulces con Jeonginnie como sí lo estuvieran cortejando, pero era parejo un 50/50 entonces no tenía clara exactamente la situación.

— Chiquito, no voy a esperanzarte con palabras no realistas ya que al ser menor de edad tu situación todavía es complicada, sí quieren estar juntos los tres aunque sea un poco más tranquilos deberían venir al extranjero y para que hagan eso es difícil ya que necesitan una casa, establecerse en un lugar y empezar de cero.— Sana sonaba firme en lo que estaba diciendo pero aun así no dejo de ser dulce pese a que las palabras que Jeongin estaba escuchando eran amargas.— yo digo que deberían esperar, sabes sigue conociéndoles y si realmente estas seguro que darías el todo por todo por ellos y ellos harán lo mismo contigo vayan planeando su futuro juntos, hablando de esas cosas, los tres.

Finalizó la mayor sonriendo levemente y Jeongin solo se mordió los labios suspirando resignado a darle la razón a la mayor. Seguro no era más que una confusión, él no podía ni siquiera debía fijar su vista en esos chicos, simplemente no.

— Jeongin ¿Estas? — Escuchó una voz ajena afuera de su cuarto al igual que unos toques suaves en la puerta.

— Me voy te llamo después. — Habló rápidamente el menor después de colgar. — Pasa mamá.

La mujer entro a la habitación con una bandeja pequeña que contenía un trozo de pastel de zanahoria y jugo de la misma verdura, Jeongin le agradeció y se reincorporó en la cama para poder comenzar a comer aquel delicioso pastel. La mujer solo miro a su hijo con una cálida sonrisa y acarició el cabello de este.

— ¿Como vas con los reforzamientos? — Al escucharla decir aquello Jeongin se ahogó con el pastel y comenzó a toser repetidas veces.

Mierda.

— Yo me entero de todo jovencito. — Le tiró de la mejilla moviendo ligeramente el rostro de su hijo. — Sabes que no me voy a enojar entiendo que somos humanos, y tenemos distracciones cambios hormonales tú eres como un medio adolescente todavía tú vida tiene complicaciones y eso, así que no te preocupes no voy a regañarte. Solo me molesta un poco que no me hayas dicho. — Murmuró sonando un poco decepcionada y Jeongin se sintió culpable.

— En mi defensa, no estabas. Ahora casi nunca estas en casa, te veo como tres o cuatro veces al mes. — Susurró el menor tomando del jugo y la mujer suspiró dándole una extraña mirada de compasión a su hijo. Sí no le agradaba del todo no pasar en casa casi nunca, pero debía trabajar.

— Lo sé pequeño, pero no puedo dejar de trabajar, prometo que uno de estos días estaremos junto todo el día, te compensare el hecho de que estoy ausente. — La mujer continua con las caricias y dejo un besito en la frente de su hijo.

— Trato hecho. — Jeongin sonrió y su madre también lo hizo.

— Por ahora trata de concentrarte en las clases ¿sí? No te estreses mucho y ten descansos, me alegra que tus tutores sean chicos de confianza, estas en muy buenas manos. — Dejo una última caricia en el cabello del menor y se abrazó a su hijo.

Sun𝗱𝗮𝘆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora