| 5 |

6.5K 847 104
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



| Un padre |



Félix solo observaba como la princesa jugaba en jardín haciendo algunas coronas de flores, manteniendo un rostro algo decaído.

Luego de haberle contado sobre lo sucedido con la princesa Nisha, no pudo evitar sentirse mal por las cosas que le podrían ocurrir en un futuro si ella lograba entablar una buena relación de padre-hija con el emperador y su amigo, Claude.

Después de todo, esa misma relación entre Claude y Orión era tan fina como un hilo, frágil, que con cualquier error podría quebrarse por completo.

Tal vez ya lo estaba, quería pensar que podían arreglar las cosas.

Todo debido a ese día, donde debió quedarse vigilando al príncipe desde la distancia, como se lo suplico su amiga, la madre de los príncipes, Eira.

Sin embargo, tuvo que marcharse dado a una orden directa de la amante del emperador, que contaba con un embarazo pronunciado y en cualquier momento podría llegar a dar a luz.

Nada de eso habría pasado si no hubiera abandonado su puesto ¿Verdad?

¿El príncipe Orión no se habría alejado de su padre? ¿Hubiera amado a su hermana menor si tan solo su melliza no hubiera fallecido de aquel modo tan horrible?

Pero... ¿De qué servía pensar eso si no se puede cambiar el pasado? Solo debía aprender a llevar las consecuencias.

Félix... ¿Dónde está la princesa?

Asher...

¡¿Dónde está?! ¡Dímelo! 



¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



En el instante que los presentes en el gran salón del palacio Garnet escucharon al nuevo emperador mandar a llamar al querido príncipe Orión, pensaron que se debía a un regalo que le daría el mayor dado a la muerte repentina de la candidata a emperatriz.

Sangre dorada | Who made me a princessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora