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Banquete. 



Orión abrió la boca solo para soltar un bufido cuando el caballero imperial se retiró de su habitación y Kiel, quien estaba sentado a su lado, solo le dio un apretón en su mano con una sonrisa intranquila.

— ¿Qué opinas sobre la invitación al banquete que se realizará por el cumpleaños del emperador?

— ... no pienso asistir. —respondió de forma cortante dispuesto a levantarse de su lugar y salir para poder respirar aire, más se vio interrumpido por el agarre en su mano. — ¿Qué sucede?

— Ah, no... es solo que, pensé que podríamos asistir juntos, ya sabe... como pareja oficial.

Miro enternecido como su pareja bajaba la cabeza con un sonrojo en sus mejillas que se extendía hasta la punta de sus orejas, acaricio sus cabellos blancos con toda la calma posible sintiendo como la ira iba disminuyen como una especie de antídoto.

— ¿Eso es lo que deseas...?

— ... si, pero si Orión no se siente cómodo yo respetare su decisión y no lo obligare a asistir conmigo. Después de todo, usted no tiene una grata relación con el emperador.

— Bueno~ —se volvió a sentar apoyando su cabeza contra el hombro del albino. — Quizás pueda pedirle que me de unas vacaciones a una de las casas imperiales, así podría llevarte a conocer otras cosas.

— ¿Entonces asistirá?

— Por supuesto, porque estaremos los dos juntos.

Apretó con un poco de fuerza el agarre entre sus manos para solo cerrar los ojos.

"Algo... me dice que eso es una mala idea."

La puerta se abrió capturando la atención de ambos y vieron como ser ingresaba seguido por una doncella que traía un carrito con algunos postres y una jarra de jugo.

— Asher.

— ¿Si, mi príncipe?

— Dígales a las doncellas que estén listas para poder arreglarnos para el evento.

— ¿D-Disculpe? —Pregunto confundida la mujer quien estuvo a casi nada de tirar la jarra por la sorpresa. — ¿Para el evento del cumpleaños del emperador?

— ¿Algún problema con eso?

— No es solo... que jamás hubiéramos imaginado que el príncipe asistiría al cumpleaños del emperador por cuenta propia y no siendo obligado...

Sonrió con un poco de cólera, recordando los años anteriores donde fue amenazado con recibir una pila gigantesca de trabajo si no asistía a ese evento y al final terminaba rodeado por personas que querían ganarse su favor mientras que rogaba con una oportunidad para escapar.

Sangre dorada | Who made me a princessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora