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Visto de otro lado.



Parpadeo para alejar la sensación que acomplejaba todo su cuerpo, analizando de forma vacía el techo de su cama, estando casi a oscuras gracias a que los doseles estaban sueltos impidiendo que la luz le diera directamente.

Ya saliendo de su estado de aturdimiento, volteo a mirar a su costado y se quedó quieto mirando el rostro sorprendido de su amigo.

— ¿Qué-...?

— ¡Orión!

Llevo una de sus manos hasta su frente por el dolor que llego a su cabeza ante el grito del albino. — Ah, baja la voz, por favor...

— L-Lo siento...

— ¿Por qué estás aquí?

— El joven Alfierce ha venido a visitarlo durante los cinco días que estuvo inconsciente. —menciono Asher, quien apareció al lado del albino, retirando los doseles. —

— ¿Cinco días...? ¡¿Estuve como durante cinco días-...?!

— Mantenga la calma, mi príncipe. —dejo que su caballero lo ayudara a sentarse en el borde de la cama. — Me hice cargo de todos los papeleos que llegaron estos días y evite que se esparciera el rumor de su estado, solo tuvo que decir que se tomó un descanso corto por fatiga.

— Ash-a... muchas gracias.

Dejo caer su cabeza sobre el hombro de su amigo, quien se sentó a su lado para darle un vaso con agua. Por lo que cerro sus ojos por un instante hasta que el revoloteó de unas alas llamo su atención.


Sus ojos viajaron hasta la imponente ave dorada de ojos azules que estaba de pie en el lomo de Husk, siendo acompañado por Ibolya, quien aleteaba demostrando su alegría por encontrar a otro de su especie, había olvidado por un segundo que tuvo que crear a una bestia mágica para equilibrar su mana.

Hizo el ademán de levantarse, consiguiendo el apoyo de ambos varones, para acercarse a paso lento hasta los animales que lo miraban con total atención.

— ¿Cuánto tiempo llevan esperando de este modo...?

— Desde el segundo día.

— No se querían apartar de su lado; el halcón fue algo arisco con el hecho de que alguien lo tocara y Husk gruñía cada que usted temblaba. —añadió Kiel con una sonrisa. — son muy leales.

— Ya veo.

Su mana dorado latió en su interior incómodo por una extraña sensación que era emitida ligeramente por el cuerpo del oji ámbar que causaba la reacción inmediata de esta misma, que se comenzó a extender para limpiarlo.

Sangre dorada | Who made me a princessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora