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Adiós y perdón



Al llegar a su habitación, cerró la puerta detrás de él, asegurándose de ponerle el seguro, antes de ir deslizándose lentamente contra esta hasta quedar sentado en el suelo con la mirada perdida hacia delante.

Llevo sus manos hasta su rostro para soltar un grito, que termino ahogado por sus extremidades, buscando liberar todo el manojo de emociones que tenía encima ante las palabras del emperador.

"Esto... no puede estar pasando" Se dijo tratando de mantener la calma. "Digo, Kiel... es muy guapo, pero... ¿Gustarle a él?"

Golpeo el suelo con su pie derecho de forma nerviosa, podía sentir como sus mejillas estaban ligeramente calientes.

— ¡No tiene ningún sentido! —exclamo al cielo para mirar sus pies. — ... Cálmate Orión, repara las cosas tranquilamente y como el adulto que ya eres.

Se levantó del suelo para caminar hasta su escritorio, agachándose un poco para abrir el último cajón y sacar un pequeño cofre donde guardaba todas las cartas que estuvo enviándose con Ijekiel mientras este estuvo en Atlanta.

Lo abrió usando un poco de su mana dorado, para sacar una de las últimas cartas que recibió y se puso a leer los párrafos con sumo cuidado.

Aunque, sus ojos se abrieron ligeramente al notar una frase en específico.

"... a pesar de no poder verte en estos momentos por el inmenso mar que nos separa, ten por seguro que siempre estaré de tu lado, sin importar que diga el resto... porque eres alguien a quien tengo en lo profundo de mi corazón."

Saco otra carta y la abrió, leyendo rápidamente para tratar de ver si había algo parecido.

Pero sus mejillas se calentaban con cada carta que iba abriendo, leyendo como en ciertas partes ponía más empeño en que la letra fuera elegante o resaltara.

Incluso, el detalle que en la parte superior de todas ellas fuera; "Mi querido, Orión."

Tuvo que apoyarse en la silla para no caer por sentir las piernas algo débiles, con el corazón latiendo con fuerza contra su pecho, mientras trataba de pensar bien las cosas.

— Si... realmente le gustara.... ¿Qué es lo que siento yo por él...?

La pregunta quedó en el aire, no había nadie que pudiera responderle la pregunta y estaba seguro de que lo dijo más para sí mismo que para otra persona.

Suspiro sobando su rostro con la palma de su mano, antes de mirar las cartas con seriedad, en completo silencio y solo acompañado por el ruido de sus mascotas que estaban jugando en el jardín trasero del palacio.

Sangre dorada | Who made me a princessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora