Capítulo uno: Hey, ¿hola?

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El incesante tic-tac del reloj, el repiqueteo de los dedos contra los teclados y el rasgar de plumas contra papel eran los únicos sonidos que inundaban la habitación.
Era ese un espacio de grandes dimensiones, con las paredes pintadas de un suave tono beige y con infinitos ventanales que permitían el mayor flujo de luz solar posible. Los escritorios se hallaban colocados de dos en dos en filas rectas como pasillos de hospital, y los empleados que los ocupaban se sentaban rígidamente en unas sillas anticuadas, encorvados sobre las pantallas de sus ordenadores. Todos excepto el hombre de cabello teñido que se sentaba en la última fila y que daba la impresión de encontrarse muy lejos de allí, perdido en sus pensamientos.

Park Chanyeol llamaba mucho la atención, no sólo por el color gris-pizarroso de su cabello, ni por usar zapatillas deportivas mientras vestía un traje. Vamos, vaya, ni siquiera su casi uno noventa de estatura era lo más relevante. En realidad, lo que atraía las miradas de propios y extraños era el hecho de que era muy atractivo. Cuando la gente lo miraba, veía a un joven decididamente guapo, de ojos alegres y altivos, con labios esbeltos y aura intimidante. Todo eso era verdad, excepto por la parte de «joven» e «intimidante». Chanyeol cumpliría 30 años en noviembre, cosa que le provocaba gran disgusto, y era tan intimidante como lo podía ser un Caniche rapado, lo cual era... nada. En fin, de cualquier manera, a él no le preocupaba lo que la gente pensara, y menos en ese momento, ya que se encontraba soñando despierto.

Era un soleado día de abril, perfecto para dar un paseo por el parque Hangang, de modo que Chanyeol se imaginaba andando en bicicleta a lo largo del río Han. Imaginaba a los cerezos en flor, cuyos pétalos convertían el sendero en una alfombra rosada flanqueada por arbustos y césped coloreados del más vivo verde. El ensueño no parecía tomar a consideración que él nunca había aprendido a andar en bici; de hecho, se había roto una pierna cuando intentó andar en una a los siete años. Pero no importaba porque en la imaginación podía suceder cualquier cosa, incluso podría imaginarse que chocaba con otra bicicleta y la conductora resultaba ser una preciosa chica, de la cual terminaría perdidamente enamorado.
Antes de que hubiera empezado a imaginar el encuentro ideal con el amor de su vida, fue interrumpido por una mujer bajita, de lentes, que le sonrió de oreja a oreja dejando a la vista una hilera de dientes perfectos.

—¿Has escuchado las buenas nuevas, Chanyeol? —preguntó ella, inclinándose sobre el escritorio.

La mujer medía poco más de metro y medio, vestía un traje marrón, con una falda de tubo que le llegaba a las rodillas y unos zapatos de tacón muy alto. Era guapa, pero la expresión severa en su rostro convertía toda esa belleza en agresividad. Se llamaba Yokoi Riku y era de esa clase de gente capaz de desatender sus propios asuntos para dedicarse a los de los demás. Chanyeol la detestaba.

—Me temo que no, pero si deseas iluminarme con tu infinita sabiduría, te lo agradeceré —respondió él, olvidándose, de momento al menos, de sus fantasías.

Ella no pareció darse cuenta de su tono sarcástico, y procedió a contarle, con entusiasmo, lo que sabía. Le gustaba jactarse de saberlo todo, como si eso la hiciera superior a todos.

—Bueno, pues resulta que el asiento a tu lado por fin va a ser ocupado. Hace tres días el presidente contrató a un nuevo empleado, y hoy el nuevo se ha presentado para comenzar a trabajar; en estos momentos se encuentra en la oficina de presidencia y en cualquier momento vendrán a presentarnoslo.

—Vaya...

Esa reacción tan desinteresada no era la que ella había esperado, sus labios rojos como el rubí se fruncieron y le lanzó una mirada llena de desdén.

—Nada te sorprende, ¿eh, Chanyeol? —espetó Riku, luego se marchó, con los tacones altos repicando en las losas.

La verdad es que Chanyeol aún no decidía si lo que ella le había dicho era una buena o mala noticia. Hace un mes que Joo Yoojung, el tipo que se sentaba a su lado (al que detestaba incluso más que a Riku) se había marchado y él había sido muy feliz. Pensaba que sería agradable tener un nuevo compañero siempre y cuando éste no le dejara migas en el teclado.

You Are So... [ChanSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora