You Are So... [ChanSoo]

Capítulo ocho: Un almuerzo para recordar.

Chanyeol apagó el ordenador pasada la media noche. Se quitó las gafas, las dejó sobre el escritorio y se frotó los ojos. Estaba tan frustrado, llevaba horas trabajando en ese capítulo y no había escrito más que un párrafo.

Había pasado por bloqueos mentales antes, pero éstos no solían durar más de unos días, esta vez era más preocupante porque llevaba varias semanas así. La situación era inconcebible teniendo en cuenta que el encanto de Priority venía de la descripción de paisajes hermosos, animales exóticos y personajes llenos de matices, pero últimamente su imaginación lo estaba abandonando, lo que estancaba su trabajo. La serie Priority narraba la historia de Raven, un niño que queda huérfano a muy temprana edad y que pasa por muchas situaciones, las cuales afronta a través de su desbordada imaginación. Hasta el momento había lidiado con la pérdida familiar, con ir a vivir a un lugar nuevo y con la convivencia con otros niños, así como con sentimientos variados como lo son la ira, el miedo y la tristeza. Pero ahora, ¿qué seguía? No tenía la más mínima idea.

—Tal vez es hora de retirarme, ¿qué piensas, Zzar? —dijo, girando la silla para mirar a la bola de pelos que se acurrucada en un cojín sobre el suelo.

Zzar estaba dormida, señal inequívoca de que él también debería ir a la cama. Se levantó, fue al baño a lavarse los dientes y se acostó a dormir. O al menos lo intentó. Permaneció mucho tiempo despierto, rodando por la cama, pensando en todo y en nada. Cuando, a la mañana siguiente, sonó el despertador, le pareció que acababa de acostarse. Resoplando, se levantó y fue al cuarto de baño. Al terminar de ducharse se miró al espejo mientras cepillaba sus dientes y la imagen que se reflejó le desagradó bastante. Tenía la piel pálida y se le marcaban ojeras bajo los ojos, consecuencias de aquellas semanas de tensión y falta de sueño.

—No es tu mejor día, Chanyeol —murmuró para sí mismo y se lavó.

Volvió a la habitación y buscó en el armario qué ponerse, optando por un común traje negro. Cuando acabó de vestirse, se dirigió a la cocina, con Zzar corriendo tras sus talones. Le sirvió comida en un tazón y luego se dirigió a la sala para tomar sus pertenencias de la mesa de centro.

—Pórtate bien, Zzar. Jinah vendrá en unas horas para llevarte de paseo —dijo alcanzando la puerta y le mandó un beso al salir.

Al llegar a la calle fue recibido por una mañana tibia y lóbrega, el tipo de mañana que le gustaba. El tráfico de Seúl ya era lento y denso a pesar de ser las seis veinticinco de la mañana, lo que significaba que podía ir andando al trabajo. Dos cuadras más allá de su edificio se encontraba su cafetería favorita y allí entró, siendo recibido alegremente por el encargado.

—Hola, Chanyeol, ¿qué puedo servirte el día de hoy?

—Un café grande con leche, vainilla y sin azúcar, por favor —respondió Chanyeol mientras se apoyaba en el mostrador—. ¿Cómo sigue de su espalda, le duele aún?

—Como no te imaginas —dijo el hombre, moviéndose detrás de la máquina de café—. Voy a visitar un nuevo médico esta semana.

Chanyeol habló un poco más con el encargado y cuando salió del local llevaba un vaso grande de café en la mano y una rosquilla glaseada en la otra. En su camino, ocasionalmente le sonreía a alguna persona al pasar. Le gustaba estar rodeado de personas, ver los autos circular por la calle, el aire viciado y el ruido desesperante. Todo ello le parecía de lo más interesante ya que se había criado en una provincia al sur de Eunpyeong-gu, donde cada día era igual y donde veía a la misma gente siempre. No era un mal lugar, por supuesto, era agradable en sí mismo, todo rodeado de grandes campos y sin grandes edificios obstruyendo la vista del cielo. Pero era un lugar pequeño. Muy limitado. No estaba lleno de gente interesante u oportunidades. Él no estaba satisfecho con una vida tan minúscula, no cuando había un mundo ahí afuera. Cuando cumplió veinte años aplicó a la universidad de Seúl y vivió toda su época universitaria en los dormitorios. Desde entonces volvía a casa sólo durante el verano o cuando se celebraba una fecha importante.