Capítulo cinco: La aparición de los post-it.

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Todo el asunto de los post-it misteriosos comenzó un lunes de la primera semana de mayo.

Era un día como cualquiera. Kyungsoo llegó a la empresa a las 6:45 a.m, subió al elevador atiborrado y bajó en el quinto piso. No hubo ninguna novedad mientras cruzaba la habitación hasta su escritorio. Nadie le hablaba. Bueno, para saludar y dar los buenos días, sí; pero para cotillear, nadie. En todo caso, llegó a su lugar, arrastró la silla hacia atrás y se sentó. Al levantar la mirada notó que había un post-it amarillo pegado a la pantalla de su ordenador. Lo tomó y leyó lo que estaba escrito: «Hola, Do Kyungsoo. ¿Te dolió cuando caíste del cielo?»

Qué línea. Estaba seguro de que alguien quería molestarlo, sólo un idiota escribiría algo así. Y sabía quién era lo suficientemente idiota para hacerlo. Mantuvo la nota en su mano, a la espera de su molesto compañero, pero éste no llegó de inmediato. Después de esperar un rato, Kyungsoo levantó un poco el puño de su camisa y miró su reloj: Chanyeol iba 15 minutos tarde. ¿Y si le había pasado algo?

—¿Esperando por mi? —preguntó una voz.

Kyungsoo rodó los ojos, por supuesto que no le había pasado nada, y levantó la cabeza. Ahí estaba Park Chanyeol, ligeramente sonrojado, vistiendo un traje gris a cuadros y el cabello... que antes era gris, ahora teñido de negro. Ese color lo hacía ver todavía más guapo. Resaltaba sus pómulos, la nariz y la línea de la mandíbula.

—Tiñió su cabello —dijo Kyungsoo antes de que pudiera detener las palabras.

—Sí —respondió Chanyeol, tocando un mechón oscuro con la mano—. ¿Te gusta?

Kyungsoo se ruborizó levemente y desvió la mirada.

—No tendría porqué gustarme.

Chanyeol se echó a reír al tiempo que se dejaba caer con suavidad en su silla.

—Oh, vamos, sé más amable conmigo. ¿Sabes que corrí tres cuadras? —dijo—. Me quedé dormido en el autobús. Si no fuera por el amable jovencito sentado detrás de mí que me despertó al patear mi asiento, ahora mismo estaría en Jeju.

—No se puede llegar a Jeju en autobús.

—Yo sé eso. Estaba siendo irónico.

Kyungsoo lo sabía, pero su cerebro se había vuelto un lío torpe y lento. Apretó con fuerza los labios y decidió que no iba a decir una palabra más, no sabía qué podía salir de su boca. Si Chanyeol acababa de llegar, entonces eso significaba que él no había puesto la nota ahí. Por alguna razón la idea lo hizo sentirse de mal humor.

El cabello de Chanyeol fue una sensación. No paraban de venir personas a su escritorio para verlo e incluso personas de otros departamentos aparecieron por el piso. Riku se puso furiosa y les gritó a todos, lo que devolvió el orden un par de horas. Pero la cosa empeoró en el almuerzo.
Kyungsoo llegó al comedor sólo cinco minutos tarde y se encontró una desagradable sorpresa en su mesa. Había llegado a considerarla suya porque se sentaba ahí desde que llegó (y además de Chanyeol, no la compartía con nadie), pero en ese momento se encontraba atestada de gente. Y por si fuera poco el ahora pelinegro se encontraba muy entretenido charlando y riendo con cierta pelirroja. Kyungsoo se quedó helado, lo primero que sintió fue un gran deseo de huir, luego sintió ira. Una ira tan grande e impropia de su personalidad que lo asustó. Ese era su sitio y nadie podía echarlo de ahí.

—Oh, Sr. Do, te estaba esperando —dijo Chanyeol en cuanto lo vio llegar, se movió en la banca y palmeó el espacio que se había formado—. Siéntate aquí.

Kyungsoo se sentó con los hombros tensos entre Chanyeol y un hombre calvo que olía a queso. Las miradas de todos se posaron en él, pero las ignoró lo mejor que pudo. Al cabo de un rato todos lo ignoraron y él, a su vez, ignoró a Chanyeol cada vez que éste intentó iniciar una conversación.

You Are So... [ChanSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora