Un día crees que te conoces bien a ti mismo y al siguiente te descubres mirándote al espejo y sorprendiéndote. Un dia piensas que no puede pasarte nada y ocurre.
Un día estás cenando felizmente con tu familia y al día siguiente estás viendo como tu...
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Ryu frunció el ceño.
Pasando su lengua por su labio superior, aquel ceño fruncido poco a poco se disipaba, pasando a una expresión más tranquila mientras miraba las hojas naranjas caer de los árboles.
El invierno estaba llegando y, junto con el invierno, su buen ánimo comenzaba a emerger.
Después de eso, devolvió si atención a lo que estaba haciendo previamente.
Una gota de sudor bajó por su cuello hasta pasar por su pecho. Hacia mucho frío afuera, pero dentro de la residencia, específicamente en la cochera, era como un sauna.
—¡Ryu! —chilló Izumi con una sonrisa, entrando a la cochera junto a Natsume y Nino.
Ryu no los miró, ni siquiera los saludo.
—Ah, cierto —susurró Izumi para sí misma, tocando dos veces el hombro del albino, quien no tardó en levantar la vista.
—Hola, ¿qué hacen aquí? —preguntó, sonriente.
—Venimos a alegrarte el día —dijo ella con una sonrisa.
—A demás, Todoroki y Naomasa están en una cita así que no tenemos a nadie más para molestar —dijo Natsume, usando lenguaje de señas.
Natsume se acercó a Ryu, apartando a Izumi de él y sonriendo mientras lo miraba trabajar.
—¿Problemas con el inyector de tu batimovil?
Ryu soltó una risita ante el chiste del chico de tes rosa.
—El inyector es casi imposible de arreglar, estoy reemplazandolo, si no lo hago la combustión fallará continuamente. —Natsume tragó duro cuando Ryu se paró ergido, dándole una mejor vista del cuerpo tonificado de su amigo.
—Haces que me excite —bromeó Nino.
Ryu sonrió, revolviendo el cabello de Nino con su mano limpia.
—¡Oye, me ha costado peinarme! —chilló.
—Tu concepto de peinarte es algo ambiguo. —Se mofó, tomando un pañuelo y limpiando sus manos para poder acercarse a Izumi, quien lo miraba boquiabierta— ¿Izumi?
—¿Si, papi? —dijo, inconscientemente.
Al darse cuenta de lo que había dicho, la pecosa se sonrojó violentamente.
—¿Te molestaría cerrar la cochera, nena, quiero darme un baño? —preguntó Ryu en tono de broma mientras recogía sus cosas.
—Cla-claro, claro. No te preocupes. —Se sonrojó.
—¿Segura?
—Si, no te preocupes, vete —insistió Izumi.
Ryu echó su cabello hacia atrás y se acercó a Izumi.
