Príncipe Friedrich de Prusia.
Penelope Featherington.
Colin Bridgerton.
"¿Estas loco? Nunca soñaría con cortejar a Penelope Featherington. Ni en tus fantasías más salvajes"
"Mi tía me envió a investigarte"
"Eres el único amigo que ahora tengo"
"Po...
La libertad de elegir no es lo mismo a la libertad de elegir por otros, la verdadera igualdad es donde todos tienen libertad de tomar sus decisiones.
Autora.
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El silencio en la residencia Featherington era sepulcral, pareciera que no se encontraba nadie en el hogar pero la situación en verdad no era así.
La matriarca Featherington recién salió de la sorpresa de ver a su sobrino político Jack Featherington frente a ella después de medio mes sin verse ; desde que lo hizo huir de la ciudad y ellas hubieran regresado al campo a pasar lo que les restaba de año.
Ya que igual deseaba escapar de las calumnias verdaderamente acertibas respecto a su participación en estafa que llevaron a cabo en la ciudad de mayfair con las minas y joyas falsas.
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Pareces sorprendida de verme querida ¿acaso no te gustó la sorpresa? - le decía el joven hombre a la matriarca del hogar, aún estaba algo furioso con la mujer que tan cruel mente lo sacó de su vida, pero tampoco podía reclamar nada ya que en verdad jugó ella muy bien sus cartas y eso lo dejó mucho más fascinado por la esposa de su tío muerto ; tenía tantos planes para que ambos se hicieran ricos pero primero necesitaba de su aprobación que buscaria sacando a la ves sus más grandes deseos desde que la vio tomar el control en su vida.
No es que esté sorprendida señor Featherington. Usted no debería estar aquí luego de su estafa a todos en Mayfair y le exijo que no me diga querida porque no tuvimos nada en su estadía en Mi hogar - declaró la mujer que antes de poder seguir despotricando contra el hombre frente a ella fue silenciada en un apasionado beso.
No debía seder pero la necesidad de sentirlo como hombre le hizo decaer en la pasión que su sobrino político le estaba ofreciendo.
Las manos de Jack rapidamente la sostuvieron de sus caderas apretando su vientre contra su abultado miembro despierto haciéndola soltar un suave pero perceptible gemido cuando el hombre empezó a atender su cuello.
