Capitulo 6

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D+144: 39: 19 (Reloj de Misión de la Teniente Mackay)/ En las colinas entrela Base Alfa y el Pillar of Autumn.

Tres columnas paralelas de vehículos eran muy difíciles de ocultar, y Mackayni siquiera lo intentó. La combinación de unos treinta Warthogs y cuatroScorpions levantaban una nube de polvo que era visible a más de doskilómetros de distancia. Sin duda alguna de que el calor producido por lasmáquinas registraría una clara lectura en los sensores de detección enemigos.Los vuelos de reconocimiento de los Banshees podrían haberlos rastreadodesde el momento en que divisaran el rastro, y había un solo lógico lugar alque los vehículos podrían ser dirigidos: la colina llamada Base Alfa.No fue demasiado sorprendente que el Covenant no sólo hubiera organizadouna respuesta, sino organizado una masiva. Aquí, después de días dehumillación, estaba la oportunidad de vengarse de los seres que les habíanarrebatado la colina, que habían realizado una visita sorpresa al Verdad yReconciliación, y que habían allanado una docena de otras locaciones.Sabiendo que ella estaba a punto de una pelea, Mackay organizó a losvehículos en tres pelotones temporales. El Primer Pelotón se componía deWarthogs bajo el comando de la Teniente Oros. Ella tenía órdenes de ignorarlos blancos terrestres y concentrarse en defender a la columna de ataquesaéreos.El Sargento Lister estaba a cargo del Segundo Pelotón de Tanques de BatallaScorpions, los cuales, debido a su vulnerabilidad hacia la infantería, eranmantenidos en el centro de la formación.El Tercer Pelotón, bajo Mackay en persona, cargaría contra las defensas detierra, lo que significaba mantener a los Ghosts y a la infantería fuera de losotros dos pelotones. Un tercio de sus vehículos, cinco Warthogs en total,estaban desenganchados de los tráileres de remolque y libres para servir comouna fuerza de reacción rápida.Dándole a cada pelotón una asignación individual, la Oficial esperaba unaeficacia general en la disposición de la Compañía, asegurar la disciplina defuego, y reducir la posibilidad de bajas causadas por fuego amigo, un peligromuy real en la clase de combate que ella esperaba.Mientras los Marines se encabezaban al este, hacia la Base Alfa, el primerdesafío yacía en el punto en el que el terreno lizo terminaba. Las colinas sehacían fuera de la llanura para formar un laberinto de cañones, barrancos, yquebradas, las cuales, si los humanos eran lo suficientemente insensatos paraentrar en ellas, forzarían a los vehículos a proceder en una simple columna locual rendiría al convoy a ataques tanto aéreos como terrestres. Había sinembargo, una ruta diferente, un pasaje de aproximadamente medio klick deancho. Todas las tres columnas podrían pasar a través de el sin romper laformación.El problema, y uno bastante evidente, era el hecho de que un par deconsiderables colinas se levantaban a cada lado del pasaje, proveyendo alCovenant de una perfecta plataforma desde la cual dispararles.Y como si eso no fuera ya lo suficientemente malo, una tercera colina yacíajusto más allá, creando una segunda puerta a través de la cual los humanostendrían que pasar antes de alcanzar la libertad de la llanura que yacía detrás.Era una perspectiva desalentadora –y Mackay sentía un creciente sentimientode desesperación conforme la Compañía se acercaba a tiro de rifle de lascolinas opuestas. Ella no era especialmente religiosa, pero el antiguo salmopareció tomar forma en su mente. ―Si, aunque camine en el valle de la sombray de la muerte...‖Al carajo, ella pensó. Y ordenó al convoy a que cargaran y se alistaran. Lossalmos no irían a ganar el próximo combate. El poder de fuego lo haría.Desde su ventajoso punto elevado, el cual las fuerzas Covenant habíandesignado como ―Segunda Colina,‖ el Elite Ado ‗Mortumee utilizaba unpoderoso monocular para divisar el convoy humano. Con la excepción decinco vehículos, el resto de los RLV's alienígenas iban enganchados con unosremolques pesadamente cargados, los que les impedía alcanzar rápidasvelocidades. También sirviendo para alentar al convoy, estaba la presencia decuatro molestos tanques humanos.En lugar de arriesgarse a través des de las colinas, su Oficial Comandantehabía optado por usar el pasaje. Entendible, pero un error por el cual loshumanos pagarían.‗Mortumee disminuyó el monocular y se volvió para mirar al Wraith.Pensando en que él no era precisamente un seguidor del disparo lento de talestanques abultados, aunque tuvo que admitir que el diseño era perfecto para eltrabajo que venía a la mano. Y en combinación con una idéntica unidadestacionada en la Primera Colina, el monstruo que tenía detrás seguro que ibaa tener efecto en cortar al entrante convoy.El contrarrestar la amenaza, si eso es lo que era, vendría de los blindadosmonstruos que avanzaban en el mero centro de la formación humana. Elloslucían poderosos, pero nunca haber visto uno en acción, y después de haberencontrado tan pocos datos acerca de ellos en los archivos de Inteligencia,‗Mortumee no estaba seguro de que esperar.―Así que,‖ una voz dijo detrás de él, ―El Concilio de Maestros me ha enviadoun espía. Dígame, espía ¿qué está usted aquí para mirar: a los humanos o amí?‗Mortumee se volteó para encontrar al Maestro de Campo Naga ‗Putumee,quien se le había aproximado por detrás, cosa que más bien hizo en silenciopara tan grande ser. Aunque conocido por su bravura, y su liderazgo en elcampo de batalla, ‗Putumee también era conocido por sus fanáticasconfrontaciones y sus paranoicas maneras. Hubo una buena parte de verdad enla media-seria sugerencia del Oficial, al menos desde que ‗Mortumee habíasido enviado a mirara a ambos, al Maestro de Campo y a los humanos.‗Mortumee ignoró la desafilada sugerencia del Comandante de Campo ygolpeó sus mandíbulas. ―Alguien tiene que contar todos los cuerpos humanos,escribir el reporte celebrando su última victoria, y sentar las bases para supróxima promoción.‖Si hubiera una grieta en la coraza psicológica de ‗Putumee, sería en lavecindad de su ego, y ‗Mortumee pudo haber jurado que vio el ya masivopecho del Oficial expandirse ligeramente aún más en respuesta a sus elogios.―Si las palabras fueran tropas, en efecto que usted lideraría un poderosoejercito. Así, que, espía, ¿están listos los Banshees?‖―Listos y esperando‖―Excelente,‖ respondió ‗Putumee. El Elite en armadura dorada giró su propiomonocular hacia el entrante convoy. ―Ordene el ataque.‖―Como lo ordene, Excelencia.‖‗Putumee asintió.Mackay escuchó a los entrantes Banshees, y la perspectiva de accióndesvaneció sus mariposas a un sector menos apreciable en su estomago. Elsonido de las aeronaves empezó como un bajo abejón, rápidamentetransformado en un zumbido, y siguió creciendo hasta convertirse en unvencido lamento de sangre conforme la Oficial cliqueaba en su micrófono.―Este es Rojo Uno: tenemos aeronaves hostiles en camino. El Primer Pelotónesta libre para la confrontación. Todos los demás se mantendrán en espera.Este es el calentamiento, gente, así que permanezcan a punto. Hay más encamino. Cambio y fuera.‖Hubo cinco vuelos de diez Banshees cada uno, y el primer grupo vino tan bajoa través del pasaje que ‗Mortumee se encontró así mismo mirando hacia abajosobre la oleada de aeronaves. El sol se reflejó sobre el reflectivo metal de lasalas de los Banshees.Era tentador el saltar dentro de su propia aeronave y unirse a ellos, alapasionante vuelo a baja altitud, así como al constante flujo de fuego deplasma. Tales placeres le fueron denegados al espía si quería mantener laobjetividad requerida para llevar a cabo su importante labor.Ansiosos de tener la primera grieta en los humanos, y determinados a no dejarnada a que dispararle a los vuelos subsecuentes, los pilotos de la primeraoleada dispararon al momento en el que entraron en rango.El Primer Pelotón de Marines vio a las aeronaves aparecer bajas en elhorizonte, mirando las manchas de energía letal hacerse en su camino, ysupieron que era mejor enfrentar objetivos individuales. Aunque no aún, decualquier forma. En lugar de eso, conscientes de las ordenes que se le habíandado a la Teniente Oros, los Helljumpers apuntaron sus M41 LAAG's a unpunto justo al oeste del pasaje, y abrieron fuego todos a la vez. Los Bansheesno tenían frenos, y los pilotos habían justo comenzado a girar cuando cayerondirectamente dentro del triturador de carne.‗Mortumee entendió el problema de inmediato, así como ‗Putumee, quienordenó que las siguientes oleadas rompieran formación y atacaran al convoyindependientemente.Las órdenes vinieron demasiado tarde para ocho de las diez primerasaeronaves, que fueron destrozadas en miles de pedazos, y cayeron comocopos.Un par de voladores llegó a través de la tormenta de disparos. Uno de losBanshees logró alcanzar a un Warthog con una ráfaga de plasma súpercalentado, matando al artillero, y convirtiendo su arma en escoria. El RLVcontinuó con su marcha –lo que el remolque enganchado detrás y su carga desuministros hicieron también.Una vez que atravesaron la lluvia de balas, los Banshees sobrevivientes sealinearon por una segunda pasada.Conforme el segundo vuelo de aeronaves Covenant arribaba desde el este, yestas se separaban y lanzaban ataques individuales, el Maestro de Campo‗Putumee ladró una orden en su radio. Los tanques morteros sobre la Primeray Segunda Colina dispararon al unísono. Unos flujos de forma redondeadacolor azul-blanquecino –dejando rastros de energía parecidos a la estela de uncohete– fueron disparados alto en el aire, colgando suspendidos por unmomento, y luego comenzaron a caer.Los morteros de plasma cayeron con una deliberada, casi casual lentitud. Elloscayeron con gracia hacia la superficie, y un ensordecedor trueno sacudió elterreno. Ninguna salva encontró un objetivo, pero estos eran disparos paramedir rango, y eso era algo de esperar.Mackay escuchó decir a un Marine, "¿Qué diablos fue eso?‖ sobre lafrecuencia de comando, y escuchó a Lister decirle algo al Soldado.Ella no podía hacer menos que preguntarse la misma cosa. La verdad era quemientras la Oficial conocía la existencia de los vehículos, ella nunca habíavisto un tanque Wraith en acción, y no estaba segura si eso era a lo que seenfrentaba. Aunque en realidad no importaba mucho, pues el arma en cuestiónera claramente letal, y causaría estragos en el cercano pasaje. Ella cliqueó ensu radio.―Rojo Uno a Verde Uno: esas ‗bombas de energía' procedentes de la cima deesas colinas. Démosles una peluqueada a esos bastardos. Cambio.‖"Este es verde Uno," Lister recibió. "Entendido, cambio."Hubo una ráfaga de estática conforme Lister cambió a la frecuencia de supelotón, aunque Mackay podía escuchar cada palabra por el canal decomando."Verde Uno a Foxtrot Uno y Dos: suelten un poco de alto explosivo en lacolina de la izquierda. Cambio.""Verde Uno a Foxtrot Tres y Cuatro: hagan lo mismo en la colina de laderecha. Cambio."Los Banshees rodaban, giraban, y vertían fuego sobre los desventuradoshumanos, mientras uno de sus pilotos disparó su cañón de barra decombustible y se anotó un golpe directo. Un remolque lleno de preciosamunición explotó, envolviendo al Warthog que lo guiaba en un abrazo dellamas, y se lo llevó consigo. Las fuerzas Covenant que miraban desde la cimade las colinas tuvieron un sentimiento de alegría, y más que eso, el placer de lavenganza.‗Mortumee estaba ahí para documentar la batalla, no para celebrarla, aunquevio con fascinación como dos de las torretas de los tanques giraron hacia suizquierda para disparar sobre la Primera Colina, mientras las otras dos girabanen la dirección opuesta y parecían señalar directamente hacia él.El Elite se preguntó si debería buscar cobertura, pero antes de que el mensajepara moverse hubiera alcanzado sus pies, escuchó un reverberante sonidomientras la munición de 105 mm pasaba a través del aire, seguido de un fuerte¡craack! Conforme la municiónaterrizaba a unas cincuenta unidades dedistancia. Una columna de sangrienta suciedad voló alto en el aire. Partes decuerpos, armas, y piezas de equipo, continuaron lloviendo mientras unensordecido ‗Mortumee recobró su compostura y corrió por cobertura.El Maestro de Campo ‗Putumee se rió en voz alta, y señaló para mostrar a unmiembro de su personal el lugar en donde ‗Mortumee se había refugiadodetrás de unas rocas. Entonces fue cuando la segunda ronda detonó justodebajo de la cumbre de la colina y comenzó un pequeño deslizamiento detierra. ―Esta,‖ dijo el Elite felizmente, ―Es una batalla real. Mantén un ojo enel espía.‖Golpeada por la perdida de un Warthog, un remolque lleno de munición, y tresMarines, Mackay estaba comenzando a preguntarse la división de la labor quehabía impuesto, y estaba apunto de liberar a los artilleros de su pelotón delfuego sobre los Banshees cuando su conductor dijo, ―¡Uh-oh, mire eso!‖ yseñaló con su dedo.Una serie de pernos de plasma cocieron una línea a lo largo del costado delvehículo, quemando su pintura, y levantando geiseres de suciedad mientras laOficial seguía la señalización del dedo. Una fuerza de Ghosts se hacia dentrodel pasaje.―Rojo Uno a todas las unidades Romeo... ¡síganme!‖ Mackay gritó en sumicrófono, y golpeó ligeramente el brazo del conductor. ―Be hacia ellos,Murphy, aclaremos ese espacio.‖Apenas la Oficial había acabado de hablar, que el Marine se encaminó. Elartillero se aprestó, y el Warthog saltó hacia adelante.El resto de los cinco vehículos de la fuerza de reacción la siguieron justomientras el Wraith sobre la Colina Uno arrojaba una tercera, seguida de unacuarta bola de plasma alto en el cielo.Mackay miró hacia arriba, vio a la bola de fuego comenzar a descender haciauna zona cercana que crearía un punto de apogeo en la dirección en la cualavanzaban los Warthogs, y supo que sería una carrera. ¿Podría la bombaaterrizar sobre la fuerza de reacción? ¿O podrían los vehículos con su rápidomovimiento pasar por debajo de ella, dejando al plasma explotarinofensivamente sobre el terreno?El artillero también vio la amenaza, y gritó, ―¡Vamos, vamos, vamos!‖mientras el conductor giró bruscamente para evitar un afloramiento de rocas,he hizo lo mejor para empujar el acelerador. Él murmuró, ―Maldición,maldición, maldición,‖ mientras sentía un charco húmedo y tibio en suasiento.La bomba de energía cayó con un aumento de velocidad. El primer RLV sedeslizó por debajo de ella, rápidamente seguido por el segundo y el tercero.Con el corazón en la garganta, Mackay miró hacia atrás sobre su hombromientras el arma de plasma aterrizaba, detonaba, y volaba un gran cráter sobreel terreno.Entonces, como un milagro sobre ruedas, Romeo cinco voló a través delhumo, rebotando mientras golpeaba el borde del cráter de reciente creación, ypasaba bruscamente por el borde.No había tiempo de celebrar, pues los Ghost se venían en rango, y el vehículolíder abrió fuego. Mackay levantó su rifle de asalto, tomó en puntería al máscercano, y apretó el gatillo.El Sargento Maestro Lister enfrentaba una dura realidad. No importaba quelos Banshees se abalanzaran sobre ellos, o los Ghosts desde la delantera, sutrabajo era el hacer algo acerca del fuego de mortero, y conforme las colinasse venían enfrente, el Segundo Pelotón de Scorpions se acercaba al punto en elcual sus armas primarias ya no serían capaces de elevarse lo suficiente paraconfrontar al objetivo primario. Una salva más, que es lo que los tanquespodrían entregar antes de que sus armas ya no pudieran ejercer.―Despierten, gente,‖ dijo Lister sobre la frecuencia del pelotón. ―El últimogrupo a la izquierda fue al menos quince metros demasiado bajo, y el últimogrupo a la derecha sobrepasó la colina. Hagan los ajustes, tomen la cima deesas colinas, y háganlo ahora. No tenemos tiempo de estar jugando.‖Cada comandante de tanque ajustó puntería, envió sus rondas, y rezó por ungolpe. Todos ellos sabían que enfrentarse al Covenant sería más fácil queenfrentarse a la ira de Lister si las rondas perdían sus objetivos.El Maestro de Campo ‗Putumee miró impaciente mientras el Wraith sobre laPrimera Colina explotaba, llevándose a un grupo de Jackals con el. Le fuetriste perder el tanque mortero, pero la verdad era que con dos docenas deGhost en el pasaje de abajo, él estaba apunto de ordenar el cese al fuego detodas maneras. Eso, o arriesgarse a matar a sus propias tropas. El Elite emitióuna orden, vio una última bola de plasma volar en el aire, y miró a loshumanos entrar en el pasaje.El Cabo ―Snaky‖ Jones estaba jodido, él lo sabía, lo había sabido desde que elfrente de su vehículo tomó un impacto y volcó. Él se encontraba parado detrásde la LAAG, disparando hacia adelante sobre la cabeza del conductor cuandofue repentinamente catapultado en el aire, aturdido, y cayó sobre sus talones.Una vez que su cuerpo vino a detenerse de los tumbos, el Marine descubrióque le era casi imposible respirar, por lo que al principio sólo se tiró ahí,viendo hacia arriba, hacia el sorprendente cielo azul mientras jadeaba por aire.Fue hermoso, muy hermoso, hasta que un Banshee pasó gritando sobre laimagen y un Warthog rugió pasando a su izquierda.Ahí fue cuando Jones logró que sus pies reaccionaran, y gritó por sumicrófono, sólo para descubrir que este le faltaba. No sólo el micrófono, sinotodo el casco, el cual había perdido durante la caída. La perdida del cascosignificaba no radio, y no posibilidad a ser recogido.El Cabo maldijo, corrió hacia los restos del Warthog, y dio gracias al hecho deque este no se había incendiado. El vehículo descansaba sobre uno de suscostados, y su S2 estaba justo en donde lo había dejado –sujeto, pero caídodetrás de la parte de la cabeza del asiento del conductor.Era difícil mirar al Sargento Corly desparramado sobre el parachoques traserosin la mitad de su cara. Así que Jones evitó sus ojos. Su mochila, la quecontenía munición extra, un paquete médico, y las cosas que había tomado delPillar of Autumn, estaba justo donde la había dejado, asegurada a la base delpedestal de la ametralladora.Jones agarró la mochila, se la puso en su espalda, y cogió su rifle defrancotirador. Él se aseguró de que el rifle estuviera listo para disparar,entonces le dio al seguro, y corrió hacia la colina más cercana. Quizás podríaencontrar una cueva, esperar a que la batalla terminara, y encaminarse hacia laBase Alfa. Polvo se levantó desde las botas del Marine y colgó en el aire.La Teniente Oros estimaba que el Primer Pelotón había reducido el número delas aeronaves enemigas en dos tercios –y ella tenía un plan para lidiar con elresto. Mackay no lo aprobaría ¿pero, que es lo que la OC estaba haciendo?¿Enviarla a Halo? La Teniente hizo una mueca, dio la orden necesaria, y saltóhacia el terreno.Ella les señalizó a los voluntarios de cuatro de los trece Warthogs que lequedaban, y se dirigieron hacia un montículo de rocas. Todos los cincoMarines cargaban Lanza Cohetes M19 SSM sobre sus espaldas, además de susarmas de asalto, y tantos cohetes de repuesto como podían llevar en loscargadores gemelos de munición para lanza cohete que colgaban de susmanos. Ellos se hicieron sobre el terreno, se resguardaron en la protección quelas rocas ofrecían, y establecieron el tianguis.Cuando todo el mundo estaba listo, Oros quitó el seguro de una bengala trasotra, las lanzaron más allá del circulo de piedras, y miraron el humo naranjaelevarse hacia el cielo.No pasó mucho para que los pilotos de los Banshees divisaran el humo y,como buitres atraídos por la fresca carroña, se apresuraron a la escena.Los Marines contuvieron su fuego, esperaron hasta que no menos de trece delas aeronaves Covenant estuvieran circulando sobre ellos, y dispararon cincocohetes, todos al mismo tiempo. Una segunda descarga siguió a la primera –yuna tercera siguió a la segunda. Hubo un constante ritmo de explosionesmientras los Banshees tomaban impactos directos, algunos de varios cohetes,y dejaron de existir.De las aeronaves que habían sobrevivido a la lluvia de cohetes, dos sedesbandaron de inmediato, la otra se conmocionó en respuesta a un falloeructando humo de su puerto de motor, y pareció que se iba para abajo. Orospensó que se había terminado a ese punto, así que ella y sus voluntarios seríanlibres de encaminarse hacia las colinas, y se pusieron en marcha.Pero no iba a ser. A diferencia de la mayoría de sus pares, el piloto en elBanshee dañado debió de haber tenido un fuerte deseo de trascender lo físico,porque se orientó en dirección del enemigo, puso al Banshee en una empinadazambullida, y se lanzó contra el afloramiento de rocas. Oros trató de hacer untiro, pero falló –y vagamente tuvo tiempo de maldecir antes de que elmortalmente herido Banshee se empotrara contra las rocas y se tragara alequipo de emboscada en una bola de fuego.El hecho de que el Cabo Jones recorriera todo el camino hasta la base de lacolina sin perder la vida fue simplemente por pura suerte. La subsecuenteescalada a través de las rocas sueltas fue meramente instintiva. El deseo deganar elevación es natural en todo Soldado, especialmente en un francotirador,lo cual era lo que Jones había sido entrenado para ser cuando no estabaocupado acumulando suministros, operando LAAG's, o recibiendo pura****** de los Sargentos.El hecho de que Jones estaba a punto de ir a la ofensiva, a punto de ir a por elCovenant, fue pura decisión. Quizá no la más inteligente que él hubiera hecho,pero sí una que él sabía que estaba bien, y al diablo con las consecuencias.Jones estaba sólo a medio camino de la cima de la colina, pero eso era ya losuficientemente alto para ver la cima de la colina opuesta, y las diminutasfiguras que yacían ahí. No eran Grunts, que corrían de aquí para allá, tampocoeran Jackals, que se alineaban al borde de la cumbre, pero si eran Elites en susbrillantes armaduras. Esos eran los objetivos que el quería, y que parecieronsaltar hacia adelante mientras el Marine incrementaba la magnificación de sumira. ¿A cuál debería de tomar primero? ¿Aquel a la izquierda con laarmadura azul? ¿O aquel a la derecha, el brillante bastardo de dorado? En esepreciso momento, en ese lugar en particular, Jones era Dios.Él quitó el seguro de su rifle, y ligeramente corrió su dedo hacia el gatillo.‗Mortumee ya había emergido de su escondite para ese momento, y semantenía de pie junto al Maestro de Campo ‗Putumee mientras el convoyhumano libraba el pasaje y giraba. Había una tercera colina hacia su izquierda,la cual también estaba coronada con un Wraith.El Tanque Mortero abrió fuego. Por un breve momento ‗Mortumee albergó laesperanza de que el tanque restante cumpliera lo que los primeros dos nohabían conseguido y diezmara al convoy. Pero los humanos aún estaban fuerade rango, y, sabiendo que el Wraith no les podría hacer ningún daño, ellos setomaron el tiempo para poner a sus propios tanques en una línea conjunta.Una sola salva fue todo lo que tomó. Las cuatro rondas aterrizaron sobre elobjetivo, el tanque mortero estaba destruido, y el camino había sido despejado.‗Putumee disminuyó su monocular, su cara inexpresiva. ―Así, que, espía,¿cómo reportará su informe?‖‗Mortumee miró al otro Elite con una expresión condescendiente. ―Lolamento, Excelencia, pero los hechos son claros, y el reporte se escribiráprácticamente por sí sólo. Quizás si usted hubiera desplegado sus fuerzas dediferente manera, abajo en la llanura quizás, la victoria hubiera sido nuestra.‖―Un punto excelente,‖ contestó el Maestro de Campo, su tono suave. ―Lapercepción siempre es algo perfecto.‖‗Mortumee estaba apunto de responder, apunto de decir algo sobre el valor dela prevención, cuando su cabeza explotó.El Cabo Jones mantuvo su puntería para un segundo disparo. El primer tirohabía sido perfecto. La ronda de 14.5 mm había volado directo, entrando en labase el cuello del Elite de azul, y salido a través de la parte superior de sucabeza, lo que hizo bolar su casco, permitiendo que una mezcla de sangre ycerebro parecieran un fuente en el aire.‗Putumee gruñó y se tiró a sí mismo hacia atrás –y por tanto, logró escapar dela segunda bala.Momentos después, los dos ecos hicieron su reporte a través de las doscolinas. El Maestro de Campo se evadió por cobertura y envió la posición alcomandante de Banshee gruñendo una orden: ―¡Francotirador! ¡Mátenlo!‖Satisfecho de que se encargarían del francotirador, ‗Putumee se levantó y miróhacia abajo al cuerpo sin cabeza de ‗Mortumee. Abrió sus colmillos, ―Pareceque yo tendré que escribir el reporte.‖Jones escupió al suelo, enojado de que el Elite dorado había esquivado lasegunda bala. A la próxima, se prometió a sí mismo, Eres mío, amigo. Arriba,los Banshees circulaban, buscando su posición. Jones se retiró dentro de unaprofunda grieta entre las rocas. Afortunadamente, gracias al botín recogido abordo del Autumn, él tenía veinte barras de golosinas para mantenerse.Con el sistema de seguridad neutralizado, el Jefe Maestro hizo su camino deregreso a través de la construcción alienígena, y se dirigió hacia la superficie.Era tiempo de hallar este ―Cartógrafo Silencioso,‖ y completar esta fase de lamisión."¡Mayday! ¡Mayday! ¡Bravo 22 tomando fuego enemigo! Repito, estamostomando fuego y perdemos altitud." La tensa voz del piloto de la Nave deDescarga era severa y rallada –el sonido de un hombre a punto de perderse.―Enterado,‖ respondió Cortana. ―Estamos en camino.‖Entonces, como a parte del Spartan, la IA dijo, ―No me gusta el sonido deeso– no estoy segura de lo que están logrando.‖El Jefe Maestro estuvo de acuerdo, y en su afán de alcanzar la superficie,cometió un error potencialmente fatal. En su incursión de asalto, habíadespejado la sala adyacente de lo que parecía ser el Centro de Control delMundo Anillo, y él asumió que aún estaba despejada.Afortunadamente, el Elite –equipado con otro de los dispositivos de camuflajeCovenant– anunció su presencia con un gutural rugido justo antes de dispararsu arma. El fuego de plasma todavía se desparramaba sobre el pecho del Jefe,seguido de un breve momento de desorientación mientras él se figuraba desdedonde había venido el ataque. Su rastreador de movimiento detectómovimiento, y el apuntó su arma lo mejor que pudo. Disparó una ráfagasostenida, y fue recompensado con un alienígena gritando de dolor.Mientras el guerrero Covenant caía, el Jefe Maestro hizo una loca corrida porla rampa que lo guiaba hacia la superficie, recargando mientras se marchaba.Adentrarse demasiado rápido en la sala despejada había sido estúpido, y élestaba determinado a no cometer el mismo error de nuevo. El hecho de queCortana estaba ahí, viendo el mundo vía sus sensores, hacia tales erroresmucho más embarazosos. De alguna manera, por razones que él no habíatenido tiempo de resolver, el humano espero la aprobación de la IA. ¿Tonto?Quizás, si uno piensa en Cortana como algo más que un pequeño programa decomputadora, pero ella era más que eso. Al menos en la mente del Jefe.El sonrió ante la ironía del pensamiento. La interface IA-Humano significabaeso, de cualquier manera, Cortana estaba literalmente en la mente del Jefe,usando algo de él para procesamiento de poder y almacenaje.El Spartan completó su camino rampa arriba, a través de un pasillo, y salióhacia la brillante luz del sol. Él se detuvo sobre una plataforma, y saltó haciala pendiente debajo mientras Cortana le advertía que mantuviera un ojo atentopor Bravo 22.Tropas Covenant se encontraban patrullando la playa de abajo –una mezcla deJackals y Grunts. El Jefe Maestro se alcanzó su pistola, fijó la magnificaciónde 2x, y decidió comenzar a trabajar de derecha a izquierda. Se clavó al primerJackal, errando al segundo, y matando a un par de Grunts quienes se paseabanalrededor de la cima de la elevación rocosa que se alzaba desde la playaenfrente de él.Mientras descendía la pendiente, pudo ver los restos de Bravo 22, la mitadenterrada sobre un costado de la elevación rocosa. No había señales de vida.Ya fuera que la tripulación hubiera muerto en el impacto, o bien sobrevivido ysido ejecutados por el enemigo.Esa posibilidad le hizo particularmente enojar. Volteó hacia la derecha, atrapóal Jackal sobreviviente en movimiento, y se lo cargó. Cambió de regreso a suMA5B y continuó con su camino pendiente abajo hasta la arena de más allá.Fue un paseó corto a través de los restos humeantes y la dispersión de cuerpos.Quemaduras de plasma en algunos de los cuerpos sirvieron para confirmar lassospechas del Spartan.Aunque no se trataba de la más agradable de las tareas, el Jefe sabía que teníaque obtener munición y otros suministros en donde quiera que pudiera, y tomóventaja de la situación en orden de abastecerse.―No te olvides de agarrar el lanzacohetes,‖ le dijo Cortana. ―No hay que decirlo que nos puede esperar cuando volvamos a buscar la Sala de Control.‖El Jefe Maestro tomó el consejo de la IA y decidió viajar en lugar de caminar.El Warthog que había estado metido debajo de la Nave de Descarga se habíasoltado durante los últimos momentos del vuelo y había caído al terreno yaterrizado de costado. Él se aproximó hacia el vehículo, lo alcanzó, obtuvouna buena posición, y tiró de él. El metal crujió mientras el Warthog cedía enla dirección del Spartan y empezó a bajar. Él retrocedió, esperó al rebote delvehículo, y subió en el. Después de una rápida comprobación para asegurarsede que el RLV estaba todavía operable, lo encendió.Patinó el Warthog en sentido de rotación, y se dirigió de regreso hacia la zonae aterrizaje de la misión –hacia la cabeza de playa de Marines que habíadejado a mantener la posición.Los Helljumpers se habían enfrentado a dos asaltos durante su ausencia, peroellos aún seguían en posesión de lo que habían tomado, y permanecían allí.―Bienvenido de regreso,‖ le dijo una Cabo, mientras tomaba su lugar detrás dela ametralladora de barril. ―Fue muy aburrido sin tí.‖ Ella tenía una cara sucia,las palabras CORTA AQUÍ tatuadas alrededor de la circunferencia de sucuello, y un corto cuerpo fornido.El Jefe miró el apresurado cavado de trincheras y los ―huecos de zorro,‖ lagran pila de cadáveres Covenant, y las quemaduras de plasma sobre la arena.―Si, puedo verlo.‖Una SPC con pecas en el rostro saltó al asiento del pasajero, con un capturadorifle de plasma en sus manos. El Spartan se volvió en la dirección en la quehabía venido, y avanzó a lo largo del borde de la playa. Agua voló salpicandoa lo largo del costado izquierdo del RLV mientras él deseaba el poder sentir lahumedad sobre su rostro.Un kilometro adelante, un Hunter llamado Igido Nosa Hurru, bufaba mientrasse paseaba de aquí para allá a través de un plataforma de atraco que aún estababañada de sangre Covenant. La palabra había venido del Elite Zuka‗Zamamee, de que un solo humano había matado a dos de sus hermanos unascuantas horas antes, y que estaba apunto de atacar su recientemente reforzadaposición también. Esto era algo que el espinado guerrero esperaba quesucediera, a fin de que él y su hermano, Ogada Nosa Fasu, pudieran tener elhonor de matar al alienígena.Así que, cuando Hurru oyó el gemido del motor del vehículo terrestre, y lo viocircular la cabecera. Él y su hermano estaban listos. Habiendo recibido lacaracterística asentada de cabeza del otro Hunter, Hurru tomó una posicióndirectamente fuera de la entrada del complejo. Si el vehículo era una especiede truco, una artimaña para atraer a los dos guardias de la puerta lo suficientepara que el humano se deslizara dentro, no iba a funcionar.Fasu, siempre a tomar la iniciativa, y algo artista con el cañón de barra decombustible sujeto a su brazo derecho, esperó a que el RLV entrara en rango,dejó el vehículo para asegurarse de que el relativamente lento pulso de energíatuviera una adecuada carga de tiempo para alcanzar su destino, y disparó unsolo tiro.El Jefe Maestro vio la gota verde-amarillenta aparecer en su visión periférica,y tomó la decisión de girar hacia el enemigo, para hacer que el vehículopareciera más pequeño, y para darle a la Cabo la oportunidad de disparar. Perose quedaron cortos de tiempo. El Spartan acababa justo de girar la ruedacuando el pulso de energía se zambulló en el costado del Warthog y lo hizogirar sobre sí.Todos los humanos salieron lanzados. El Jefe Maestro se hizo sobre sus pies ymiró sobre la pendiente a tiempo para ver a un Hunter descender de laestructura de arriba, absorber el choque con sus masivas rodillas, y avanzarhacia adelante.La Cabo y la jovencilla pecosa ya estaban de pie para ese entonces, pero laCabo, quien nunca antes había visto a un Hunter –y mucho menos estadofrente a frente con uno– gritó, ―¡Vamos Hosky, carguémonos a estosbastardos!‖El Spartan gritó, ―¡No, repliéguense!‖ y se dobló para alcanzar ellanzacohetes. Incluso mientras él ladraba la orden, él sabía que simplementeno había tiempo. Otro Spartan quizás habría sido capaz de quitarse del caminoa tiempo, pero las Helljumpers no tuvieron ni una oración.La distancia entre el alienígena y las dos Marines se había estrechado máspara entonces y ellas ya no podrían zafarse. La Cabo arrojó una granada defragmentación, la vio explotar en frente del entrante monstruo, y comenzó aver con incredulidad como el alienígena continuaba acercándose. El alienígenacargó directamente a través del vuelo de metralla con una especie de grito deguerra y aprestó un gigantesco hombro.La Soldado Hosky estaba aún disparando cuando el gigantesco escudo lagolpeó, destrozando la mitad de los huesos en su cuerpo, y arrojando lo quequedaba sobre el terreno. La Soldado permaneció consciente, lo que significóque ella pudo ver mientras el Hunter levantó su bota alto en el aire y la bajósobre su rostro.El Jefe Maestro ya tenía el lanzacohetes en su hombro para ese entonces, yestaba justo a punto de disparar cuando la Cabo gritó algo incoherente, entróen la línea de fuego, y bloqueó su disparo. El Jefe le gritó para que se quitasey se movió hacia los lados en un intento de obtener una línea clara cuandoFasu voló un agujero del tamaño de un plato a través de su pecho.El Spartan golpeó el disparador, un cohete salió tras el Hunter. Pero consorpresiva agilidad, el masivo alienígena se agachó y se apartó. El cohete lopasó, y detonó detrás de él, bañándolo con desechos.El Hunter cargóEl Jefe Maestro retrocedió, sabiendo que no tendría tiempo de recargar, y queel próximo cohete tendría que volar justo y derecho hacia el alienígena. Élretrocedió, y el agua se arremolinó junto a sus rodillas mientras se retirabadentro del océano, y peleaba por mantener sus pies sobre la suave arena,entonces vio al alienígena llenar su campo de visión. ¿Estaba el blancodemasiado cerca? No había tiempo de comprobarlo. El oprimió el gatillo, y elsegundo cohete salió disparado hacia adelante en una columna de fuego yhumo.El Hunter iba a toda velocidad y no pudo esquivar a tiempo. Los pies de lamasiva creatura se hundieron en la suave arena mientras trataba de alterar sucurso para esquivar el cohete, en vano. La carga de 102 mm explotó contra elmero centro de la armadura del Hunter, volando a través de su torso ycortando su columna vertebral. Hubo un poderoso salpicón de agua conformela creatura alienígena cayó de cara hacia el agua. Una piscina de sangre colornaranja en toda el agua alrededor del Hunter.El Jefe Maestro tomó un momento para recargar el lanzacohetes, entonces setrasladó de nuevo hacia la playa. Un distante aullido de angustia fue emitidodesde la garganta del otro Hunter. Sirves bien, él pensó, Tú sólo perdiste a unhermano, yo perdí a todos los míos.Sintió una punzada de dolor por las dos Marines muertas. Él debió de anticiparel ataque a largo rango. Debió de haberles informado acerca de la posibilidadde Hunters, debió de haber reaccionado más rápido. Todo lo cual significabaque era su culpa que las Marines estuvieran muertas.―No fue tu culpa,‖ dijo Cortana suavemente. ―Ahora se cuidadoso– hay otroHunter plataforma arriba.‖Las palabras le fueron como un balde agua fría sobre la cara. ―Combatemental.‖ Que es a lo que su maestro, el Jefe Méndez, se había referido,siempre insistiendo en la importancia de una cabeza ―fría.‖Lenta y metódicamente, el Jefe Maestro hizo su camino hacia la pendiente,matando soldados Covenant con una precisión de maquina. Los pequeñosgrupos de Grunts eran irrelevantes. El peligro real esperaba arriba.Hurru escuchó los disparos, sabía que estaba siendo flanqueado, y le dio labienvenida. Cólera, pena, y auto lástima lo invadían, causando que dispararasu cañón de barra de combustible una y otra vez, como si fuera a borrar alhumano por el peso de sus andanadas.El humano hizo bue uso de la cobertura en la que se encontraba, puso su brazoizquierdo contra la cara del acantilado, y lentamente hizo su camino haciaarriba. El Hunter lo vio e intentó disparar, pero el cañón de barra decombustible no había tenido tiempo de recargar después del último disparo, loque dejó al humano libre de hacer lo que quisiera, lo cual hizo. Hurru sintió untibio socorro.Estaba a punto de unirse con su hermano.El cohete salió, impactó a Hurrru en la cabeza, y se la voló. Sangre naranjasalpicó hacia arriba, salpicando su coraza metálica, y haciendo que su cuerpose colapsara.El Spartan pausó, cambió a su rifle de asalto, y esperó por el sentimiento desatisfacción. Nunca lo sintió. Las Marines aún estaban muertas, siempreestarían muertas, y nada cambiaría eso. ¿Era justo que el permaneciera convida? No, no lo era. Todo lo que podía hacer era cumplir con lo que se lehabía dicho que hiciera., avanzar, encontrar el mapa, y hacer que sus muertescontaran para algo.Con eso en mente, el Jefe Maestro reentró al complejo a pie, haciendo sucamino a través de salas aún cubiertas con sangre alienígena por el encuentrode su última vista, giró hacia la rampa, procedió hacia el nivel de abajo, y pasóa través de la puerta que él había trabajado tan duro para abrir.El jefe maestro se trasladó hacia las entrañas de la estructura. Desde elexterior, las columnas se elevaban varios pisos de altura, lo cual era engañoso.El interior de la estructura se sumergía profundamente dentro de la superficie.Alcanzó una rampa curva. El aire estaba aún ligeramente pesado, y los gruesospilares de la primera gran cámara se trasladaban a través del cuarto haciendoque el este se sintiera como una cripta.Él se deslizó a través de las sombrías salas. Descendiendo rampas en espiral,pasando a través de galerías llenas de extrañas formas. Los pisos y paredesestaba hechos del mismo metal bruñido fuertemente grabado que él habíaencontrado en otras partes del Anillo. Él encendió sus luces y notó los nuevospatrones en el metal, al igual que los remolinos en mármol –como si elmaterial fuera alguna clase de piedra-metal hibrido.El silencio sepulcral fue cortado por los chillidos de varios Grunts y Jackals.Había oposición, muchos de ellos, conforme el humano fue forzado a lidiarcon docenas de Grunts, Jackals, y Elites. ―Es como si ellos supieran queestamos en camino,‖ observó Cortana. ―Pienso que alguien está siguiendonuestro progreso, y tiene una muy buena idea de hacia a donde nos dirigimos.‖―No bromeo,‖ respondió secamente el Jefe Maestro mientras le disparó a unGrunt y se caminó sobre el cuerpo. ―Espero que alcancemos el Cartógrafoantes de que me quede sin munición.‖―Estamos muy cerca,‖ la IA le aseguró, ―Pero sé cuidadoso. Puede haber másCovenant adelante.‖El Jefe Maestro tomó el consejo de Cortana. Esperó poder encontrar unaforma de saltarse lo que fuera que el Covenant mantenía en la tienda, pero noiba a ser. Conforme al Spartan entró a la larga cámara, vio que dos Hunterhabían sido asignados a patrullar el lado más lejano de esta. Apartó su rifle ypreparó el lanzacohetes. Era el arma correcta para los Hunters, no habíaninguna duda de ello, siempre y cuando no permitiera que ninguno de losmonstruos se acercara demasiado, ya que un cohete disparado bajo estascondiciones podría matarlos a ambos si detonaba cerca.Uno de los espinados guerreros vio al intruso y rugió por un reto. El Hunterestaba ya en movimiento cuando el cohete resplandeció a través de la sala,golpeándolo en el hombro derecho, y mandándolo al infierno.Un segundo Hunter rugió y disparó cañón de barra de combustible. El Jefemaldijo mientras el baño de un ligeramente errado perno de plasma encendióla alarma acústica de su armadura y el indicador en la parte superior derechade su HUD pulsó en rojo.El Spartan giró, esperando fijar en su mira al segundo Hunter, pero el masivoalienígena se había deslizado detrás de una pared.Incapaz de disparar, él retrocedió. El Hunter embistió hacia adelante, y lasmortales espinas de navaja rastrillaron a través de sus debilitados escudos.El Jefe gruñó en dolor conforme la parte superior de la espina pinchó a travésdel conjunto del hombro de su armadura. Sintió un enfermizo desgarroconforme la carne de su brazo se partió bajo del bisturí. Se zafó, y la espina seliberó.El Jefe maestro sintió una creciente sensación de frustración mientrascambiaba a su arma de asalto, retrocedió a una rampa, y utilizó su granmovilidad para circular detrás del alienígena. Una ves que lo hizo, tuvo unabreve visión de la carne desprotegida, y la oportunidad que necesitaba. Pusouna rápida ráfaga en la espalda del guerrero, se alejó, y vagamente escapó alas ráfagas de plasma de las pistolas de los Jackal que habían aparecido yhabían abierto fuego.El Jefe Maestro lanzó tres granadas. Una de ellas se anotó un impacto directo,rociando las paredes con trozos de carne alienígena, y por último, acabandocon el frenético tiroteo.Cortana, cuya vida había estado en la línea también, y quién había sidoforzada a mirar mientras el Spartan luchaba por ambos, procesó una sensaciónde alivio. De alguna manera, contra toda probabilidad, su huésped humanohabía sobresalido de nuevo, pero había estado cerca, muy cerca, y él seencontraba todavía en un estado semejante al shock, su espalda presionadacontra una esquina, sus signos súbitamente elevados, sus ojos saltando de unasombra a la otra.La IA dudó mientras procesaba el dilema. Era difícil balancear la necesidad deavanzar y completar la misión con su preocupación de que quizás ella deberíade empujar demasiado al Jefe Maestro, y posiblemente ponerse ambos enpeligro. El afecto de Cortana por el humano, más su propio deseo desobrevivir, le dificultaba el llegar a la clase de claridad, a la decisión racionalque ella esperaba de sí misma.Entonces, cuando Cortana estaba a punto de decir algo, lo que fuera, incluso siestaba mal, el Jefe se recobró y tomó la iniciativa. ―Muy bien,‖ él dijo, yasiendo que ni para él o para Cortana estaba exactamente claro. ―Es tiempo determinar esta misión.‖Trabajando cuidadosamente, para no caer dentro de una emboscada, el JefeMaestro dejó la larga cámara, continuando con su camino por una rampainclinada hacia abajo. Se hizo contra una esquina y, satisfecho de que el áreaestaba razonablemente segura, zafó las placas del hombro de la armaduraMJOLNIR.La herida estaba fatal, y la sangre fluía libremente. El Jefe pudo haberignorado el dolor, pero la pérdida de sangre podría cobrar su precio, y hacerpeligrar la misión. Él se aseguró de que su rastreador de movimiento estuvieraaún activado, entonces soltó su arma.Buscó dentro de su mochila y sacó su paquete médico. Él Spartan ya habíasido herido anteriormente, y en varias ocasiones había realizado primerosauxilios sobre camaradas heridos y sobre él mismo.En minutos, ya se había colocado el traje de nuevo, se levantóapresuradamente, y continuó con su camino."Foehammer a equipo terrestre: ¡Tienen dos naves Covenant acercándosemuy rápido!"El Jefe Maestro se paró en el borde de un masivo abismo y monitoreó laconversación de radio de sus aliados. En la distancia, el pudo vagamente ver eldestello de los luminiscentes paneles que los creadores de Halo habían dejadoatrás para iluminar estos pasajes subterráneos. Debajo de él, se extendía unabismo que parecía no tener fondo.Él reconoció la siguiente voz perteneciente al Sargento de Artillería Waller, elHelljumper a cargo de la zona de aterrizaje del equipo. "Muy bien, gente, dijolentamente Waller, "Tenemos compañía en camino. Enfrenten a las fuerzasenemigas a la vista"―Sería más fácil mantenerlos a raya desde dentro de la estructura,‖ propusoCortana. ―¿Pueden llegar dentro?‖"¡Negativo!" respondió Waller. "Se acercan demasiado rápido. Losmantendremos ocupados tanto como podamos.""Mándenlos al infierno Marines," dijo secamente la IA, y rompió lacomunicación. ―Vamos a estar en un aprieto si no salimos de aquí antes de quelleguen los refuerzos enemigos.‖―Enterado,‖ dijo el Jefe Maestro, y continuó su camino hacia abajo por unarampa, a través de un par de escotillas, y hacia los oscuros espacios de másallá. Marchó sobre alguna clase de cubierta transparente, cruzó un pequeñopuente, y mató a un par de Grunts que se encontró ahí, siguió por otra rampahasta el piso de abajo, arrojó una granada contra un grupo de enemigos quepatrullaban el área, y se apresuró a través de lo que parecía ser una abertura.Hubo un rugido de consternación conforme un Elite le disparó desde laplataforma de abajo mientras algunos Grunts ladraban y gritaban cosasininteligibles.El Spartan usó una granada para cargarse al grupo entero y se apresuró a bajarpara ver que era lo que habían estado resguardando. Él reconoció la Sala delMapa al momento en el que vio la abertura, y justo se había deslizado dentrocuando otro Elite abrió fuego sobre él desde el otro lado del camino. Unaráfaga sostenida de su rifle de asalto fue suficiente para derrumbar los escudospersonales del alienígena, y se lo terminó bajando con un culatazo de su riflede asalto.―¡Ahí!‖ dijo Cortana. ―Ese panel holográfico debería de activar el mapa.‖―¿Alguna idea de cómo activarlo?‖―No,‖ respondió en un cierto tono la IA. ―Tu eres el que tiene el toquemágico.‖El Jefe Maestro tomó un par de pasos hacia adelante y alcanzó una mano haciael despliegue. Él sabía instintivamente como activar el panel –el cual casi seveía como algo difícil– y lo hizo.Desvaneció el pensamiento y regresó a la misión. Deslizó su blindada mano através del panel, y un brillante marco apareció flotando en frente de él –elmapa. ―Analizando,‖ dijo la IA. ―El Centro de Control de Halo esta‖ –ellasobresaltó una sección del mapa sobre su HUD– ―Ahí. Interesante. Luce comoalguna especie de santuario.‖Ella abrió un canal. "Cortana al Capitán Keyes."Hubo silencio por un momento, seguido de la voz de Foehammer. "El Capitánha salido de contacto, Cortana. Quizás su nave se encuentre fuera de rango, oquizás tengan problemas de equipo.""Continúa tratando," respondió la IA. "Déjame saber cuando restablezcas elcontacto. Y entonces dile que el Jefe Maestro y yo hemos determinado lalocalización del Centro de Control."El Capitán Keyes trataba de ignorar el incesante ritmo slam-bam de la músicacolonial del Sargento que sonaba a través del intercomunicador mientras elpiloto descendía la Nave de Descarga en un pantano. ―Todo se ve despejado,la estoy a bajando.‖Los chorros del Pelican salpicaron el agua en un frenesí mientras la rampa eradesplegada y el compartimiento de carga fue inundado con espeso airehúmedo, el cual cargaba con el nauseabundo hedor de la putrefacción de lavegetación. El asqueroso olor de los gases de los pantanos, junto al ligero olormetálico de Halo en sí. Alguien dijo, ―Pe-euu,‖ pero fue ahogado por elsargento Avery Johnson, quien gritó, ―¡Vamos, vamos, vamos!‖ Y los Marinessaltaron dentro del agua, hundiéndose hasta las pantorrillas.Alguien dijo, ¡Maldición!‖ mientras el agua le salpicaba las piernas. Johnsondijo, ―Contrólese Marine,‖ mientras Keyes despejaba la rampa. Librada de sucarga, la Nave de Descarga disparó sus chorros, potenció su camino hasta salirdel aire glutinoso, y comenzó a ascender.Keyes consultó el pequeño compas de mano. ―La estructura que buscamos sesupone que está por aquí.‖Johnson divisó la señalización del dedo y asintió. ―Muy bien, holgazanes, yaoyeron al Capitán. Bisenti, toma la delantera.‖El Soldado Wallace A. Jenkins se encontraba en la retaguardia, lo cual era tanmalo como ir a la cabeza, pero no exactamente. El ébano coronó sus botas, sefiltró a través de sus calcetines, y encontró sus pies. Aunque no fue tan frío,cosa que el Marine agradeció. Al igual que el resto del equipo, él sabía que elostensible propósito de la misión era el localizar y capturar un embarque dearmas Covenant. Una cosa importante que hacer, incluso con la corrida de laTeniente Mackay desde el Pillar of Autumn, y el hecho de que la Base Alfa sehabía fortalecido como resultado.Era un detalle del carajo –especialmente avanzando a través de esta nieblaoscura.Algo hacia adelante, Bisenti esperó que lo que tenía en frente fuera por lo queel viejo había arrastrado su triste trasero dentro de este pantano. Él siseó suspalabras de regreso hacia el equipo. ―Hey, Sargh, veo un edificio.‖Se escuchó el sonido del agua salpicando conforme Johnson se acercó haciaadelante. ―Permanece cerca, Jenkins. ¡Mendoza, adelante! Espera aquí por elCapitán y su escuadrón. Y lleven sus trasero adentro.‖Jenkins vio a Keyes materializarse fuera de la niebla. ―¡Señor!‖Johnson vio a Keyes, asintió, y dijo, ―¡Muy bien, hay que moverse!‖Keyes siguió a los Marines al interior. Toda la situación era diferente a lo queél había esperado. A diferencia del Covenant, que mataba a cuanto humanocallera en sus manos, los Marines continuaban tomando prisioneros. Uno deesos individuos, un tanto desilusionado Elite llamado ‗Qualomee, había sidointerrogado por horas. Él juró que había sido parte de un grupo de soldadosCovenant que habían entregado un cargamento de armas a las fuerzas quevigilaban esta estructura.Pero no había signo alguno de un equipo de seguridad Covenant, o de lasarmas que ‗Qualomee afirmó haber entregado, lo cual significaba que élprobablemente estaba mintiendo. Algo que el Capitán planeaba discutir con elalienígena a su regreso hacia la Base Alfa. Mientras tanto, Keyes planeabaempujar profundo dentro del complejo y ver que podía encontrar. El SegundoEscuadrón, bajo el Cabo Lovik, fue dejado atrás para cubrir su línea deretirada, mientras el resto del equipo continuó avanzando.Diez minutos habían pasado cuando un Marine dijo, ―¡Whoa!‖ Miren eso.Algo revolvió su interior.‖Johnson miró hacia abajo y encontró un Elite muerto. Otro de los cuerposCovenant que se encontraban tirados por el área. Había sangre alienígenasalpicando las paredes y el piso. Keyes se aproximó desde atrás. ―¿Qué tiene,Sargento?‖―Parece una patrulla Covenant,‖ respondió el Soldado. De esos difícilesbastardos de Operaciones Especiales –esos en las armaduras negras. TodosKIA (siglas en inglés de ―Muerto en Acción‖)Keyes miró el cuerpo y levantó la mirada para ver a Bisenti. ―Muy bonito.¿Amigo suyo?‖El Marine sacudió su cabeza. ―No, nosotros sólo nos reunimos.‖Les tomó otros cinco minutos para llegar a una gran puerta de metal. Estababloqueada, y no había signo alguno que indicara que el panel iba a abrirla.―Que bien,‖ dijo Keyes, mientras examinaba el obstáculo. ―Tenemos que abriresta puerta.‖―Trataré, señor,‖ respondió el Especialista Técnico Kappus, ―Pero parece queesos Covenant trabajaron bastante para bloquearla.‖―Sólo hazlo, hijo.‖―Si, señor.‖Kappus sacó el equipo de su mochila, adjuntó el dispositivo a la puerta, ypresionó una serie de teclas. Fuera del gentil pitido de sonidos que eldispositivo color negro hacía dentro de los controles electrónicos de la puertay corría miles de combinaciones por segundo, no había nada excepto silencio.Los Marines comenzaron a ponerse nerviosos, indispuestos a relajarse. Sudorescurría desde la frente de Kappus.Mantuvieron posición por otros tantos minutos, hasta que Kappus asintió consatisfacción y abrió la puerta. Los Marines se introducieron. El expertoelectrónico levantó una mano. ―¡Sargh! ¡Escuche!‖Todos los Marines escucharon. Escucharon un suave sonido líquido queparecía deslizarse. Y parecía venir desde todas direcciones a la vez.Jenkins se sentía nervioso, pero fue Mendoza quien lo expresó con palabras.―Tengo un mal presentimiento acerca de esto.‖―Tu siempre tienes malos presentimientos,‖ agregó el Sargento. Y estaba apunto de masticar a Mendoza cuando un mensaje llegó por la frecuencia delequipo. Sonaba como a que el Segundo Escuadrón estaba en una clase deproblema, pero el Cabo Lovik no fue muy coherente, así que fue difícil el estarseguro.De hecho, sonaba casi como si estuviera gritando.Keyes respondió. ―Cabo, ¿me copia? Cambio.‖No hubo respuesta.Johnson se giró hacia Mendoza. ―Lleva tu trasero de vuelta hacia la posicióndel Segundo Escuadrón y averigua que demonios está pasando.‖―Pero Sargh–‖―¡No tengo tiempo para quejas, Soldado! Le he dado una orden.‖―¿Qué es eso?‖ preguntó nerviosamente Jenkins, sus ojos saltando de unasombra a otra.―¿De donde viene eso, Mendoza?‖ Demandó el Sargento Johnson, con elSegundo Escuadrón momentáneamente olvidado.―¡Ahí!‖ proclamó Mendoza, señalando un embrague de sombras Mientras losMarines escuchaban el amortiguado sonido del metal golpeando metal.Hubo un grito de dolor conforme algo aterrizó sobre la espalda del SoldadoRiley, soltando una aguja penetrante a través de su piel, y apuntándola haciasu columna vertebral. Él soltó su arma, trató de agarrar a la cosa que se habíamontado sobre sus hombros, y la sacudió de adelanta hacia atrás.―¡Aguanta! ¡Aguanta!‖ gritó Kappus, alcanzando a una de las bulbosascreaturas y tratándo de jalarla fuera de su amigo.Avery Johnson había estado en el Cuerpo la mayoría de su vida adulta, y habíaacumulado más tiempo sobre la superficie de planetas alienígenas quecualquiera de los otros hombres en la habitación combinados. A lo largo delcamino, él había visto un montón de cosas extrañas –pero nada como lo quesaltaba desde el metal y se adhería así mismo a uno de sus hombres.Él vio una docena de manchas blancas, cada uno de medio metro de diámetro,quizás, y equipado con un racimo de tentáculos. Ellos saltaban y se meneabanen una suelta formación, entonces se dispersaron en su dirección. Lostentáculos los impulsaban a varios metros de un solo salto. Él disparó unacorta, casi pánica ráfaga. ―¡Tengan!‖Keyes, pistola en mano, disparó contra una de las creaturas. Esta reventócomo un globo, con fuerza sorpresiva. La diminuta explosión causó que másde ellos explotaran en plumosos fragmentos, pero parecía que docenas mástomaban su lugar.Keyes se dio cuenta de que el Soldado Kappus había estado en lo correcto. ElCovenant había bloqueado la puerta por una razón, y era esta. Pero quizás,sólo quizás, ellos podrían replegarse y volver a encerrar a los bulbos.―Sargento, estamos rodeados.‖Pero la atención de Johnson estaba en otro lugar. ―¡Maldita sea, Jenkins,dispara tu arma!‖Jenkins, con su rostro lleno de miedo, se aferró a su rifle de asalto con unosblancos nudillos. Parecía que las pequeñas cosas estuvieran haciendoebullición en el aire. ―¡Hay demasiados!‖El Sargento comenzó con una respuesta, pero eta como si una inundación sehubiera abierto desde algún lugar, conforme una nueva ola de las obscenascreaturas parecidas a vainas salían desde la oscuridad para abrumar a loshumanos. Los Marines dispararon en todas direcciones. Muchos perdieron subalance conforme dos, tres, he incluso cuatro de los alienígenas lograronsujetarse a ellos y tirarlos al piso.Jenkins comenzó a alejarse conforme el miedo lo abrumaba.Keyes levantó sus manos con la intención de proteger su rostro yaccidentalmente atrapó a uno de los monstruos. Él lo apretó y sintió a lacreatura explotar. Los pequeños bastardos eran frágiles –pero condenadamentehabía demasiados de ellos. Otro atacante se cerró sobre su hombro. El Capitángritó mientras el afilado tentáculo de navaja se sumió tanto a través de suuniforme como de su piel, se movió debajo de esta, y alcanzó su médulaespinal. Hubo una sensación de dolor tan intensa que se desmayó, sólo paraser traído de regreso a la inconsciencia por los químicos que la cosa inyectó ensu torrente sanguíneo.Él trató de gritar por ayuda, pero no pudo emitir ningún sonido. Su corazón seaceleró conforme sus extremidades crecieron en entumecimiento, una por una.Sus pulmones se sentían pesados.A medida que Keyes comenzaba a perder contacto con el resto de su cuerpo,algo sucio entró en él, empujando su consciencia abajo y atrás, incluso cuandodemandaba lo máximo de su corteza cerebral, contaminando su cerebro con unhambre tan vil, que él pudo haberse venido en vómito, si es que tuviera algunaposesión sobre su propio cuerpo.Esta hambre era más que por el deseo de alimentos, por sexo, o por poder.Esta hambre era un vacio, un interminable torbellino que consumía cadaimpulso, cada pensamiento, cada medida de qué y quién era él.Él trató de gritar, pero la cosa no lo dejó.La visión del Capitán Keyes luchó con su nuevo adversario que habíaparalizado al Soldado Jenkins en su lugar. Cuando la lucha del Capitán cesó,Jenkins saltó en movimiento. Se volvió para escapar, y sintió a uno de lospequeños bastardos zambullirse en su espalda. El dolor lo acuchilló mientrasla creatura insertaba sus tentáculos dentro de su cuerpo, y luego disminuyó.Su visión se nubló, luego se aclaró. Tenía la sensación de que algún tiempohabía pasado, pero no tenía manera de que le dijeran cuanto tiempo se habíaido. El Soldado Jenkins Wallace A. se encontró a sí mismo en un extrañomedio-mundo.Debido a algún golpe de suerte, aquellos a los que les toca al azar, la menteque había invadido su cuerpo se había debilitado severamente durante el largoperiodo de hibernación, y mientras era lo suficientemente fuerte para tomar elcontrol nuevamente y comenzar el trabajo necesario para crear una formacombatiente, carecía de la fuerza y claridad necesaria para dominar porcompleto a su huésped de la forma en la que se suponía debiera de.Jenkins, incapaz de hacer algo al respecto, estaba plenamente conscienteacerca de la inteligencia invasora mientras esta tomaba el control de sumusculatura, tiraba de sus extremidades como si se tratara de un niñoexperimentando con un nuevo juguete, y lo hacía marchar en círculos, inclusomientras sus amigos, quienes ya no tenían consciencia en lo absoluto, estabancompletamente destruidos. Él gritó, y el aire salió de sus pulmones, pero nadiese volvió a mirar.

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