Hacia la eternidad

Capítulo 12

Franco se baja del caballo, aproxima al animal a un árbol ya bastante familiar. Ese pequeño lago se ha convertido en un lugar especial, tanto para él como para su esposa, la cual no tardará en unirse a él.

Hace unos años...

Juan y Norma no tuvieron más opción que acatar las órdenes de Gabriela, los mellizos pasarán una temporada en su hacienda, su comportamiento es incorregible, y han sido expulsados del colegio demasiadas veces.

- Mi amor.- Norma apoya una de sus manos en el pecho de su esposo, Juan saldría corriendo a por sus hijos, pero acordó con su suegra que sus hijos no regresarían hasta que la mujer lo creyese conveniente.

- ¿Hemos hecho lo correcto?- pregunta él al ver los cuartos vacíos, sólo las fotos decoran la estancia.- ¿Crees que nos odiarán después de esto?

- Juan.- ella observa las fotos, todas familiares.- la situación se había vuelto insostenible. Si mi mamá cree que es lo mejor para ellos, deberemos confiar en ella, ¿no?

- No estoy tan seguro.- El mayor de los Reyes sale del cuarto tan deprisa como puede, Norma opta por no seguirle, es más que consciente de que ahora necesita tiempo para él.

Juan David se cruza con su padre, este le informa de que va a irse a dar un paseo por los terrenos, regresará para cenar.

- Mamá.- Norma abraza a su primogénito.- ¿Es por los mellizos?- Ella asiente sin decir nada, ambos caminan hacia el salón.

- No quiero hablar más del asunto, mi amor, Ccómo te ha ido el día?

- Bastante bien, la verdad, los vecinos están muy contentos conmigo, aunque no te voy a negar que estoy un poco cansado, ha sido un día muy largo.

- ¿Le digo a Quintina que te prepare algo? Mientras puedes darte una ducha.

- Gracias, sí que la necesito, ¿no?- Norma sonríe, Juan David le besa la frente antes de subirse a su cuarto.

Y ahora...

Franco está sentado, como de costumbre, a la orilla del lago, le encanta pasar tiempo en ese magnífico lugar, tiene algo que le encanta, además le transmite mucha serenidad.

- ¡Ya estoy aquí!- Sara frena al caballo, su esposo enseguida se levanta para ayudarla a bajar de Sexto.- ¿Has esperado mucho?

- Mucho, ya pensaba que te habías olvidado de mí.- Franco enseguida muestra esa sonrisa que Sara conoce tan bien.

- No me hagas sentirme culpable, tenía que hablar con los vaqueros, ¿por qué no me has esperado? Podríamos haber venido juntos, como siempre.

- ¿Y permitir que vuelvas a vencerme en otra carrera? Creo que mi orgullo no podría soportar otra derrota.

Sara le quita el sombrero para poder besarlo, él se deja llevar por esos deliciosos labios, jamás podría cansarse de saborear a esa mujer, le vuelve loco. Ambos vuelven a sentarse, pactaron que mínimo, una vez al mes, se encontrarían en ese lugar para alejarse de los problemas, tanto del trabajo como familiares.

- Y, dime, Sara Elizondo, aparte de los vaqueros, ¿has encontrado algún problema más?

- No, Andrés llega de las clases y enseguida se marcha para ensayar con sus amigos y Gaby...creo que ha conocido a un chico.

El rostro de Franco cambia de manera drástica y a Sara le divierte verle así, aunque también le excita un poco ver a su esposo en modo padre protector.

- ¿Y en qué te basas para pensar eso? Gabriela es una niña, no tiene edad para ir con chicos.

- ¿Es que hay una edad establecida? Además, Gaby tiene dieciséis años, ya no es tan niña como tú quieres creer. No estoy segura al cien por cien, pero estos días apenas se ha separado del teléfono.

- Bueno, pero eso es típico de todos los adolescentes, no hay más que ver a mis sobrinos, sobre todo Erick y León. Si Gaby aparece con un chico por la hacienda...la llevaré con tu mamá.

Ambos estallan en carcajadas, sus mentes viajan al momento en el que Gabriela puso un pie en la Hacienda de Norma y Juan para tomar cartas en el asunto respecto a la educación de los mellizos, ninguno se atrevió a decirle nada.

- Sabes que Gaby adora a mi mamá pero...es más como tú, no deja de luchar por sus derechos y por aquellas personas que no tienen recursos para defenderse.

- Discúlpame, pero tú también eres así, ¿y qué me dices de Andrés? Es una copia exacta de ti, tanto de físico como personalidad.

- ¿Y qué personalidad es esa?- Él permite que su esposa se tumbe apoyada en sus piernas. Ninguno dice nada durante unos segundos, disfrutan del sonido que la naturaleza les proporciona.

- A pesar de todo.- Franco es el que rompe ese silencio nada incómodo.- tenemos unos hijos excepcionales, sé que tendrán grandes logros, mi instinto me lo dice.

- Sí, nos vuelven locos la mayoría de las veces, pero ambos son nuestras mitades, nosotros hemos creado a esas dos cabras locas.

- Hablando de cabras locas, ¿sabes algo de Óscar y Jimena? Ya no hemos vuelto a recibir noticias de esos dos, ¿cómo les irá?

- Tengo entendido que Norma estuvo hablando con Jimena, ella le aseguró que querían regresar pronto, necesitan descansar y aire puro.

- Yo no sé si podría aguantar ese ritmo, con las reuniones en la oficina, las tareas de la hacienda, Andrés y Gaby, tengo más que suficiente.

- Y tus deberes como esposo, no lo olvides.- él se inclina para buscar los labios de ella, Sarita cierra los ojos al mismo tiempo que Franco entrelaza sus dedos en su cabello.

- ¿Cómo podría olvidarlo?

Mientras tanto, en el extranjero...

Jimena permite que las lágrimas se derramen por sus mejillas, el agua de la ducha evitará que nadie pueda enterarse de que ha estado llorando. Óscar la ama, ella cree estar segura de eso, sin embargo...su marido ha estado distante estas semanas, como si no quisiese pasar tiempo a su lado. Sabe que si le pregunta, volverán a tener una fuerte pelea y está cansada, cansada de ese malestar que invade su cuerpo. Necesita a sus hermanas, más que nunca. La menor de las Elizondo abre el ordenador, busca la página de las aerolíneas, su marido y ella se irán a San Marcos en el próximo vuelo, esté Óscar de acuerdo o no.