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Rojo sangre y ojos azules

Rojo sangre y ojos azules

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Aquel sábado de Agosto llegó más rápido de lo esperado, aunque siendo sincera, esperé con ansias todo el bendito año para que llegara.

Una ridícula sonrisa deslumbraba en mi rostro mientras mis padres y mis amigos cantaban el ‘feliz cumpleaños’ para mí.
El recibidor se encontraba a oscuras, por lo que, lo único que iluminaba mi sonrisa eran las velas del pastel de cumpleaños que se encontraba sobre la mesa, a pocos centímetros de mi.
Observé a mí alrededor y me sentí más que dichosa de verme rodeada de todas las personas que amaba, entre ellos mis padres, mi hermano menor, mi novio, mi mejor amiga, y mi segunda familia; la familia de mi novio y mi mejor amiga.
Quizás no eran muchas personas, pero para mí eran más que suficientes.

Todos aplaudieron cuando soplé las velas y mi madre se apresuró a cortar aquella preciosa tarta decorada con glaseado rosa y blanco, que ella misma había preparado.

Lily se acercó para abrazarme al igual que Ethan y yo les correspondí el apretón con entusiasmo.

—Tengo un par de libros nuevos para tu colección, mi querida Emma.– Me susurró la rubia a mi oído mientras me abrazaba.

Mi sonrisa aumentó de tamaño apenas oí sus palabras.

Elizabeth, o como todos la conocíamos, Lily. Había sido mi mejor amiga desde que tenía uso de razón, debido a que nuestros padres eran mejores amigos desde sus años universitarios.
Así que Lily me conocía mejor que nadie, y sabía lo obsesionada que estaba con los libros de romance, por lo que ella solía cumplir mis caprichos ocasionalmente obsequiándome de vez en cuando uno que otro libro que yo no hubiese leído antes.

Me separé de los brazos de Lily y abracé a Ethan, el hermano de mi amiga y mi novio, mientras él repartía besos por mis mejillas. Sonreí aún más cuando me alejé.
En serio quería a aquel chico, era el más dulce y paciente conmigo y tenerlo a mi lado era posiblemente el mejor obsequio de todos.

—No tengo libros para ofrecer, pero te traje aquellas zapatillas de las que me habías estado platicando la semana pasada, aquellas por las que has estado babeando un tiempo.

—¡No puede ser! ¿Te acordaste de las zapatillas rosas que moría por comprarme? – Exclamé y salté como una niña pequeña, para luego abrazarlo con más fuerza.

¿Había algo más dulce que ello? Es decir, llevaba un mes ahorrando para comprarme aquellas zapatillas y de pronto Ethan aparece con ellas, cumpliendo así otro de mis caprichos. Sin duda, era el mejor novio del mundo.

Ethan rió mientras sus brazos cubrieron mi espalda.
Mi madre nos interrumpió, de la forma más educada posible para ofrecernos pastel, por lo que nos dedicamos a pasar las siguientes horas comiendo y abriendo mis demás obsequios; Los padres de Ethan y Lily me regalaron algunos vestidos de colores pasteles, adorables y sencillos que llegaban hasta mis rodillas, los cuales eran los mismos que acostumbraba a comprarme mi madre desde que era una niña. Mi mejor amiga me obsequió dos libros románticos de los cuales yo no conocía su existencia, pero me juró que yo debía leerlos lo más pronto posible. Ethan me dio un par de zapatillas de tacón bajo y color rosa que me dejaron sin aliento debido a que estaba prácticamente enamorada de ellas desde hacía un mes, y mis padres, que para mí sorpresa me obsequiaron un auto para dicho día. Casi lloré cuando abrí aquella pequeña cajita rosa envuelta en un listón blanco que al abrir me dejó maravillada mientras contemplaba como una tonta la llave plateada que había en su interior.

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