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Una fiesta camino al desastre

Una fiesta camino al desastre

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—No pienso asistir a ninguna fiesta.

—¿Por qué no? – La pelirrosa hizo un puchero y me tomó de las manos mientras suplicaba – Sería genial que me acompañaras. Es tu primer día en el campus y, ¿Qué mejor forma de pasar tu primer día en la universidad que en una fiesta universitaria?

Hice una mueca.
La verdad era que nunca había asistido a una fiesta como tal, y estaba segura de que las fiestas de preparatoria a fin de curso no eran ni la sombra de las fiestas universitarias, seguramente con alcohol, drogas y gente teniendo sexo por doquier.
O al menos así lo imaginaba por las películas que había visto.

—No lo sé, además no estoy invitada. No estaría bien que llegara sin avisar.

Brooke se echó a reír y negó con la cabeza.

—En ese caso, yo estoy invitada, y ahora yo te estoy invitando a ti. No tienes excusa para no ir. Por favor... – Sus pucheros me hicieron recordar a Lily. – ¿Me acompañarás? No quiero llegar sola.

Me reí por la ironía de sus palabras.
Sí yo no me hubiese mudado seguramente ella habría ido sola, así que mi compañía no era tan necesaria, aunque sabía que a Lily le encantaría asistir a una fiesta universitaria, y eso la animaría bastante, ya que últimamente había estado alucinando, dando por sentado que yo me olvidaría de ella o la dejaría de lado.

—Con una condición. – Dije finalmente luego de darle un par de vueltas al asunto.

—La que sea.

—¿Puedo llevar a una amiga?

—Claro, mientras más gente mejor.

Me soltó las manos y se levantó del suelo entusiasmada.

—Bueno, entonces no perdamos más tiempo, vamos a arreglar nuestra habitación y luego a arreglarnos nosotras.– Aplaudió casi chillando de la alegría.

Sonreí y asentí. Así que pasamos las siguientes horas desempacando y acomodando todas nuestras pertenencias para que el sitio que compartiríamos resultara acogedor.
En el proceso le envié un mensaje a Lily para indicarle que teníamos planes en la noche, a lo cual me contestó emocionada diciendo que no podía esperar.
Y es que la conocía tanto, que sabía que no se perdería nuestra primera fiesta universitaria, después de todo ella era más sociable que yo.

Cuando la tarde llegó y nuestro trabajo de desempacar terminó, pedimos pizza. No me sorprendió que Brooke tuviese decenas de números de comida rápida, en todo caso me habría sorprendido que no fuera así.

—¿Y dónde será la fiesta exactamente? – pregunté mientras mordía mi porción de pizza con extra pepperoni.

Nos encontrábamos sentadas en medio de la habitación con las piernas cruzadas, frente a dos cajas de pizza, comiendo las últimas rebanadas.

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