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Preguntas curiosas

Preguntas curiosas

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La mañana del martes fue un poco más caótica.
Me levanté temprano como de costumbre, peiné mi cabello en ondas, pero decidí dejar los vestidos de lado y ponerme unos jeans y una blusa color crema.
Me gustaban mis vestidos pero sentía que eran muy infantiles para la «Emma universitaria»

Esa mañana caminé hasta la cafetería para desayunar y me encontré a Jules en una de las mesas.
Me sonrió abiertamente, ese día llevaba delineador rosa sobre sus párpados y su cabello azul estaba despeinado, dándole una apariencia interesante.
Me senté frente a él y le sonreí.

—Hola, bonita. –Sonrió apenas me senté y me ofreció un envase – Te compré un café, espero te guste la cafeína o no podremos ser amigos.

Me reí y tomé el café más que feliz.

—Amo el café, aunque no tanto como el chocolate. Así qué gracias, ¿Tenías mucho rato esperando por mi?

—Lo suficiente como para retocar mi maquillaje. –Se encogió de hombros.

—Me encanta el rosa en tus ojos.

—A mí también, aunque no tanto como el café.– Me guiñó un ojo y yo sonreí aún más– Ahora cuéntame, ¿Qué te dijo ayer el maestro sexy?

Sentí que mis mejillas ardían ante el recordatorio de Tyler.

—No mucho, mi nombre estaba mal anotado en su planilla, eso era todo.

Bajé la mirada y bebí de mi café.
Si me pagaran por mentir definitivamente moriría de hambre.

—Cuéntamelo todo, que mentir no es lo tuyo. ¿Se están acostando?

Casi escupo el café al oír sus palabras.

—¿Qué? ¡No! No nos estamos acostando, Sólo… –pero no supe que responder. – No lo sé, ayer me invitó un café, y nos besamos pero…

—¿Qué? ¿Cuál es el problema, bonita? El chico es un caramelo.– Levantó una ceja mientras bebía de su café– ¿Qué te detiene de meterlo en tu cama?

—Que tengo novio. –Suspiré.

—¿Y?

Fruncí el entrecejo.
¿En qué momento había pasado a ser aceptable ser infiel?

—Pues que no quiero engañarlo…

—Pero sí ya besaste al caramelito, técnicamente ya engañaste a tu novio. ¿Por qué arrepentirte a estas alturas? ¿Por qué no sólo dejas que las cosas fluyan y ya?

En cierta forma sus palabras me dolieron, fueron como una bofetada, aunque bien intencionada.
Podía ver a través de su delineado indiscreto que lo suyo era ser sincero sin importarle las consecuencias.
Y lo que más odiaba, es que él tenía razón.

SWAP.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora