"Sólo la persona que amas, tiene el poder de destruirte."
La vida de Emma ya estaba planeada de principio a fin, y a pesar de ello jamás tuvo problemas en seguir el plan de sus padres, no fue hasta que conoció aquel hombre con tatuajes y mala acti...
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Me quedé cerca de la entrada del campus. La entrada que estaba camino a la facultad de letras y ciencias. Me senté en una de las bancas de madera que habían por allí y esperé impaciente. El viento soplaba con fuerza haciendo que los árboles se sacudieran, y el frío de la noche comenzaba a meterse bajo mi piel. Froté mis brazos mientras miraba a la puerta esperando que algún repartidor llegara. Había llamado para pedir comida china hacía veinte minutos pero parecía que se habían olvidado de mí.
Decidí esperar la comida directamente en la puerta, en lugar de quedarme en mi habitación donde seguramente Tyler seguía.
Yo era una tonta y él un completo idiota. Es decir, no esperaba que me dijera que sí, que quería tener una relación conmigo pero tampoco esperaba que me dijera que «No» de una forma tan rotunda. Y sabía perfectamente que Tyler no quería un noviazgo, por lo que no habían razones para ponerme triste debido a que era algo que esperaba tarde o temprano. Y mejor que la decepción llegara temprano, así sería menos difícil superarlo.
Un chico con un uniforme gris apareció por la puerta y me levanté de mi lugar al ver que llevaba una gran bolsa de papel en las manos.
—¿Emma Green? –Preguntó apenas me detuve frente a él.
—Si, soy yo.
El delgado y alto chico me dijo cuánto era lo que debía y yo asentí mientras buscaba en los bolsillos de mis jeans, le entregué el dinero correspondiente y luego de darle las gracias el chico castaño él me ofreció una sonrisa llena de metal, sus frenos brillaron en la oscuridad y lo hicieron verse aún más joven de lo que seguramente era.
Con la bolsa en mis manos me encaminé de regreso a mi edificio. Respiré profundo cuando noté que la camioneta de Tyler no estaba por ningún lado. Subí a mi recamara y me encontré con una Brooke muy preocupada sentada en mi cama.
—¿Estás bien? –Preguntó apenas entré.
La miré confundida.
—Si, ¿Por qué no habría de estarlo?
Dejé la bolsa de papel y mi celular en la cómoda y me apresuré a curiosear en el interior de dicha bolsa.
—Cuando regresé a la habitación ya no estaban ni tú, ni Tyler. Supongo que me preocupé. –Murmuró.
Abrí el envase donde venían los tallarines, olía delicioso, así que busqué un tenedor de plástico al fondo de la bolsa y me preparé para devorar la comida.
—Todo está bien, no tienes por qué preocuparte. – comenté mientras saboreaba los tallarines.
—¿Estás segura? ¿No voy a perder otra compañera de cuarto por mi hermano? –Se levantó mirándome preocupada.
