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capítulo 07| Cita 2/2

C

aminaban por el pasillo en completo silencio, la fémina miraba las paredes negras de piedra de las paredes, y como había más pasillos adelante del camino, le parecía curioso como apenas hace unos minutos comenzó su caminata para ir a donde quiera que fuera a llevarla.

«¿Y si le preguntó? »

Miro de solado a su acompañante, quien lucía relajado al respecto, tenía la bendita máscara puesta, sus cabellos danzaban con cada paso que daba y aunque no quisiera admitirlo, se veía genial con esa pijama de Solivan puesto.

—¿Qué pasa?

Dio un ligero salto la chica, ocasionado que se alejara un poco por su acción. La atrapó viendolo, sus nervios salieron a flote por la pena de ser atrapada viendolo, se suponía que solo lo vería un poco y después iba hacerle una pregunta, pero no, se tuvo que quedar viendolo solo por la pijama puesta que trae.

«Tierra trágame. »

—Yo... Quería hacerte una pregunta... —murmura, ganándose una mirada sorprendida de su parte.

—¿Qué querías preguntarme?

Se quedó un momento en silencio y decidió cuestionarle.

—¿A donde se supone qué me llevas? —la curiosidad dominaba su voz, la pena y vergüenza abandonaron su cuerpo, así que se sintió libre de decir lo que pensaba—, como no vamos a salir del lugar supongo que va hacer dentro de la casa, ¿no?

El albino volteo a ver al frente, metiendo sus manos a los bolsillos de la pijama. Asintió de forma leve.

—Sí, tengo una idea de como pasar nuestra cita, así que no deberías preocuparte por eso —resumió, volteando a ver a la fémina con sus ojos azules—. Por cierto, ¿te gusto la pijama?

Parpadeo ante la pregunta dada, pero respondio de todas formas.

—¡Me encanto! ¡No sabía que tú veías Pixar! Es que es de Mike Wasausky, ¿por qué no me gustaría? Aparte que llevas el de Solivan, ¡lo hace más genial!

Sonrió de lado el hombre debajo de su máscara ante la alegría de  su amor, ver como expresaba su emoción dando ligeros saltos, levantando las manos, agarrado su pijama para luego señalar la suya, le parecía de lo más lindo.

—Me alegra que te guste.

—Y a mí me alegra que tengas Buenos gustos.

Dando una última vuelta por el pasadizo, llegaron a lo que parecía ser la sala, los ojos cafeces oscuros se abrieron de sorpresa, era grande el lugar. Todo era de color negro, las paredes, el sofá que estaba en medio, la mesa, el pisó, volteo a ver cada rincón del lugar, dándose cuenta que había una gran ventana donde se podía ver afuera, eran unos ventanales enormes desde su punto de vista. El lugar era iluminado por las luces de los focos y algunas lámparas.