capítulo 10| Gatos

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—¡MIS GATOS! ¿QUÉ PASÓ CON ELLOS? QUE SABES —se acercó apresurada al chico, importandole muy poco el espacio personal entre ambos y lo tomó de los hombros para sacudirlo con violencia ante la mención de sus hermosos felinos—. ¡Contesta!

—Primero que nada, tranquila —agarro ambas manos féminas y las alejó de sus hombros para que dejará de moverlo, pero sin soltarla—, Se nota que quieres mucho a tus gatos si reaccionas así.

—Si, si, si a la chingada, ¿donde están mis gatos? —cuestionó viéndolo a los ojos, pero luego se puso a la defensiva y acercó sus caras, tocando su nariz con su máscara dándole una mirada sería y con sospecha—. ¿Tú que sabes de ellos?

El albino la observó con cierta gracia por su comportamiento que tenía por sus gatos, quería reírse, y así lo hizo.

—¿De qué te ríes? ¡Esto no es gracioso, es serio! ¡¿Donde están mis gatos?! —grito con enojo por la carcajada lanzada de su contrario ante su desesperación de saber de sus gatos— ¿Sabes qué? Me voy, yo misma averiguare que pasó con mis gatos, adiós.

Se soltó del agarre que tenía con él para darse la vuelta e irse de la habitación, pero su intento de huída se vio impedida por el agarre repentino en su brazo y siendo jalada a un abrazo de espaldas. Si ella creía que podía irse así como si nada estaba completamente equivocada, ya que el de orbes azules tenía otros planes en mente, si la pelinegra quería ver a sus gatos de nuevo, tendría que hacer cosas que quizás no le gustaran.

—Alto ahí vaquera, ¿donde crees qué vas? —pregunto con voz ronca cerca de su cuello descubierto, causando un escalofrío en la fémina al sentir el aliento cálido en su piel. Sintió como tomaba su cintura y la apretaba un poco, acercando su trasero a su miembro haciendo que los nervios se apoderaran de ella por el toque entre ambos cuerpos que tenían— ¿No creíste qué podrías irte así de fácil, verdad?

Trago saliva al ver donde la llevó su arrebató de enojo, en su defensa el baboso no se tomaba las cosas en serio y el tema se trataba de sus gatos. Aun así como estaba llendo las cosas no le gustaba para nada.

—Sí... —soltó en un murmullo, sintiendo el sudor correr por su barbilla.

—Que linda... —su agarre en su cintura se reforzó mientras llevaba una mano de ella a la suya y entrelazaba sus dedos—. No voy a dejar que te despegues de mi lado, incluso si vas a buscar a tus gatos, yo voy a ir contigo sin importar que.

«La concha, que posesivo. »

Sus piernas para este punto estaban temblando de los nervios y su corazón latía como si fuera a un maratón de carreras donde había competido en la secundaria.

Que recuerdos, casi se desmayaba pero las risas no faltaron.

—Entonces dime ¿qué pasó con mis gatos y donde están? —recuperó la compostura sin saber de donde saco fuerzas para hablarle con voz dura, pero de que lo hizo, lo hizo—. No quiero que sigas jugando, si sabes algo sobre ellos dime si no quieres que te golpee la cara.

—Que miedo ——murmuro divertido, ganándose una mala mirada de la contraria—. Bien, te diré de tus gatos.

La soltó dejando que se volteara para verlo, iba a mantener su distancia con él pero la agarro del brazo nuevamente y junto sus frentes para decirle algo de suma importancia.

—Pero no va hacer gratis mi información, tienes que darme algo a cambio para que valga la pena dartelo, si no olvidate de tus gatos.

«Hijo de su... Mamá, eso es chantaje. »pensó con rabia retenida.

мσ𝚗𝚜тєя┆уα𝚗∂є𝚛єкιℓℓυαχℓє𝚌тσяα [αυ мσ∂єя𝚗]Where stories live. Discover now