numero ocho

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Llegó el día siguiente y ninguno de los dos sabía que sentir o que hacer. Querían creer que todo era una pesadilla, y en cuento abran los ojos...volverán a la realidad, a lo normal. Pero desafortunadamente, ese no fue el caso.

Bakugou fue el primero en despertar; tuvo una erección matutina, lo cual fue incomoda debido a la situación. Aun así, se dirigió al baño para terminar con su necesidad y Izuku se despierta con las mejillas secas y los labios resecos simultáneamente. 

Mientras el pequeño ajustaba los ojos ante la habitación de Bakugou, pensó para si mismo: ¿Cómo continuas con tu vida después de un invidente tan traumático? ¿Qué pasa si mi mejor amigo muere? ¿Qué pasa si mis amigos mueren? ¿Cómo voy a vivir con eso? Los funerales a los que tendré que asistir...tengo que dejar de pensar en esto antes de volverme loco y necesitar ver un psicólogo. 

Cuando Izuku recupero sus sentidos, vio a Bakugou saliendo del baño con una toalla mojada en la mano; se abrió paso hacia el pequeño que aun estaba acurrucado en las mantas. Bakugou suspira después de sentarse junto a la cara de Izuku y colocar la toalla caliente en su frente para aliviar sus pensamientos y la ansiedad que siente por lo ocurrido. 

— Antes de que digas algo, mis padres no están en casa. Puedes quedarte todo el tiempo que quieres, peor si hay una condición — afirma Bakugou; levanta su dedo índice y lo hace flotar sobre la nariz de Izuku antes de abuchear con una sonrisa descarada. — No me hagas enojar. Si lo haces, serás cacheteado en el trasero y volando fuera de mi casa, cabroncito — se ríe entre dientes después de apartar la mano de la cara de Izuku.

Bakugou se levanta de la cama y camina hacia la puerta para ponerse las pantuflas cuando Izuku se levanta poquito de la almohada y aclara su garganta antes de hablar.

— Kachaan...— el pequeño dice con una voz timida y bajo, apenas permitiendo que Bakugou lo esuche; mira por encima del hombro para sellar los ojos con el pequeño. — Gracias — hace que sus labios formen una sonrisilla.

— Descansa, baboso. Voy a pedir comida para llevar para el desayuno — dice el rubio quien ya tiene la puerta de su habitación abierta.

— Nunca fuiste buen cocinero...veo que eso sigue igual — se ríe Izuku antes de reposicionarse para mirar hacia el techo con la toalla en la frente. 

Mientras Izuku yace en la cama, Bakugou baja los escalones y entra en la cocina, donde pronto encuentra el teléfono fijo unido a una de las paredes de madera artificial. Toma el teléfono por la oreja y ordena comida para llevar de un café brunch cercano; después de colgar el teléfono y ponerlo de nuevo, su mano lo sostiene con fuerza y su respiración se engancha.

Mierda, necesito mis pastillas para la ansiedad. ¡¿Dónde carajos están?! Piensa el rubio quien suelta el teléfono y se echa a correr hacia el baño. Se pone a buscar dentro de los gabinetes mientras su corazón palpita rápido sobre los recuerdos de la balacera en la escuela.

Al encontrar las pastillas, después de haber hecho un desmadre de los frascos de diferentes tipos de pastillas en el baño, agita el bote en su mano y se mete de volada las pastillas en la boca. Bakugou agacha su cabeza y se gira su cuello para dejar caer el agua de la llave en su boca para poder pasárselas sin problema. 

— Bakugou, ¿estas bien? — la voz de Izuku se escucha desde las escaleras. El rubio se agacha y empieza a recoger los frascos del piso y volver a ponerlos en su lugar para salirse del baño y encontrarse a Izuku con una carita preocupada.

— Claro, ¿por qué no lo estaría? — responde Bakugou un poco rápido. Izuku no piensa mas en ello y se acerca al rubio con una media sonrisa.

— Gracias por invitarme a tu casa. Estaría loco solo en mi la mía...— Izuku dice. Baja la mirada y nota las manos de Bakugou. Estaban temblorosos. —Kachaan, ¿qué te pasa? —

— Um, fui al baño y me enjuagué mis maños con agua fría — miente Bakugou para el bien de su amigo, la persona que mas le tiene importancia en este mundo.

Izuku tomo las manos de Bakugou y las encerró con las suyas para que se calentaran. El pequeño levanto su mirada y le sonrió a Bakugou, lo cual hizo que su corazón palpitara más rápido que cuando su ansiedad estaba acercándose a la superficie. Izuku abrió los ojos después de sonreírle y noto la cara de Bakugou, estaba un poco rojita, lo cual le hizo preocupar al pequeño.

No me digas que tiene fiebre...— Izuku dice. Deja de calentar las manos de Bakugou y coloca la parte trasera de su mano encima de su frente. Brinco de lo caliente que estaba. — Ven. Vamos a hacerte un té — comenta el chico. Agarra el brazo de Bakugou y se lo lleva a la cocina. 

— Espero que nuestros compañeros de clase estén bien. No puedo imaginar lo que todos los demás están pasando... —Bakugou dice mientras hace que Izuku se siente a su lado en el sofá, evitando la cocina.

Izuku no dijo nada. No respondió ante la declaración del joven porque dentro de si mismo estaba bastante preocupado. Izuku estaba tan preocupado por todos sus compañeros, que empezó a llora junto a Bakugou. Sin pensarlo más, se acurruca en el pecho de Bakugou y deja que las lagrimas corran por su rostro.

Bakugou se espanta al escuchar Izuku llorar, pero pudo imaginarse porque lo estaba haciendo. Abrazo a el pequeño fuertemente y lo mantuvo cerca de el para que Izuku se sintiera más a salvo y menos preocupado.

Por dos horas, los dos no se movieron. Quizás se levantaron para ir al baño o dirigirse a la puerta para recoger el desayuno. Pero aparte de eso, los dos se acurrucaron en la sala viendo películas para distraerse lo más rápido posible. Ninguno hablo; con solo las acciones físicas fue suficiente para entonar sus latidos para tranquilizarse.  

— Kachaan, puedo hacerte una pregunta? — Izuku comienza una conversación. Bakugou mira hacia abajo, donde el pequeño se hace a un lado para verlo mejor.

— ¿Qué paso? — el rubio responde, acomodándose en el sillón con sus brazos relajados en las orillas del sofá.

— ¿Por qué ahora me quieres? — Izuku dice sin parpadear. Bakugou abre sus ojos y alza la ceja por la pregunta rara que salió de su boca.

— ¿A que carajos te refieres con eso? — el rubio dice con confusión. Izuku se lame los labios antes de contestar.

— ¿Por qué, de la noche a la mañana, me aceptas como tu amigo cuando hace unos días me estabas gritando en mi propia casa y diciéndome de cosas? — le responde Izuku.

Bakugou se quedo callado. No sabia como responderle a Izuku cuando ni él sabía porque dejo que el viniera a su casa como si nada. Todo era muy confuso en la cabecita de Bakugou, pero lo único que puedo pensar en ese mismísimo momento, es los ojos brillantes, llenos de vida, de Izuku.

Bakugou sabe que no ha sido el mismo cuando estuvo con Izuku hace unos días. Pero una parte de el le gustaba como se sentía...no sentía furia, no sentía enojo, estaba tranquilo. Relajado, en paz. Libre. Bakugou quiere sentirse así todo el tiempo. Y por eso, aclaro su garganta y le respondió a Izuku con la verdad. 

— Izuku, soy un maldito idiota por no decirte esto antes, pero...— Baja la mirada y deja una risilla salir de sus labios. — Me gustas más que un amigo — Bakugou continua diciendo con cachetes rojos y una sonrisa gigante que hace que los ojos de Izuku se agranden por la confesion. 


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