PRÓLOGO

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Has llegado al cine de tu barrio en una época prodigiosa para el séptimo arte, sacás un barato boleto para la función vespertina y contemplás los posters que anuncian los próximos estrenos y festivales de films de género como al que ahora acudís.

Hoy tenés una oferta que te agrada; un gore serie B que con su trailer te la dio en la pera y promete desparramar sangre al por doquier.

El encargado ya está cortando boletos. Te ponés en la fila, el tramite es rápido y en unos cinco minutos, tu boleto está dentro de la urna y vos entrás al auditorio. Cruzás la puerta y a un metro están las cortinas rojas que separan a la sala y al pequeño pasillo que conduce a las arterias de los extremos. Tomás el derecho, caminás cuatro filas, y de costado te metés en la cuarta. 

Elegís una de las butacas centrales.

En las paredes de los costados, tres sectores de faroles elevados a una cierta altura, constan cada uno de cuatro lamparas redondeadas y angostas dando una iluminación ocre. La gente sigue entrando y la ves, los asientos van siendo ocupados... Tenés suerte; al parecer nadie quiere sentarse a tu lado.

Mirás la hora, solo falta un minuto para las 17, comés del inmenso balde de pochoclos y sentís los murmullos de los últimos llegados, algunos se ponen detrás de ti y otros buscan asiento adelante.

La  tenue luz se pierde y la sala queda en la oscuridad absoluta. La inmensa pantalla se pone en blanco y leés: "LA SIGUIENTE PELÍCULA FUE CATALOGADA PARA MAYORES DE 18 AÑOS"

¡Inmediatamente la pantalla se pone en negro! Juntó a un explosivo y largo ¡CHROOON! Que baja desde los parlantes y parece hacer temblar el piso; en el centro de la pantalla, aparece... 

  PRESENTA

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