¿Qué tengo que hacer?

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Después de aquel que fue apodado "el mayor robo de Los Tipos Malos", por los mismos tipos malos, las cosas siguieron con relativa normalidad durante los siguientes días.

Lo único extraño que se notaba en el ambiente era el raro comportamiento del reptil, que se mostraba más malhumorado que de costumbre.

Quien había notado este cambio, sobre todo, era el Sr Lobo. Le había propuesto en varias ocasiones hacer alguna quedada ellos dos solos, aunque el otro siempre se negaba rotundamente.

- Serpiiii~ - lo llamó en una ocasión, más concretamente el día siguiente de su robo. El reptil se volvió hacia el lobo, mientras bebía un largo trago del café - tengo dos entradas para una obra de teatro, ¿te apuntas?

Le mostró los dos boletos, agitándolos enérgicamente en el aire. La serpiente no hizo movimiento alguno más que seguir bebiendo de su taza mientras lo miraba fijamente con su típico ceño fruncido. El lobo, que tenía la cara congelada en una sonrisa, arqueó las cejas.

Cuando el Sr Serpiente acabó su bebida, tras un largo silencio, habló:

-No. - se giró y dejó la taza en la pica para lavarla más tarde.

- ¿No? ¿Y ya está? - ambos fueron al salón y el lobo siguió al contrario - ¿no vas a darme explicaciones? El teatro te encanta.

La serpiente se sentó en el sofá y encendió la televisión.

-Prefiero quedarme aquí mirando una estúpida telenovela de la cual me puedo reír que ir a un estúpido teatro donde todos actúan como idiotas y para colmo he de mantener el silencio.

Esas palabras causaron sorpresa en el can, no esperaba recibir una mala respuesta por parte de su amigo. Bueno, una mala respuesta si, pero no tan mala.

Sin embargo, no pensaba rendirse tan rápido. Durante los siguientes días siguió proponiéndole diferentes planes, pero el reptil seguía sin aceptar sus ideas.

-Ey, Serpiente, ¿que te parece si vamos al cine? ¡Dan una película súper chula!

-Paso - replicó abriendo el refrigerador y cogiendo lo primero que pillaba.

- ¿Pero por...? - iba a preguntar

-Por que paso, déjame en paz - y se fue con unos tres polos que comenzó a engullir sin piedad.

Pasó lo mismo los tres días de después.

El Sr Lobo se apoyó sobre la puerta, para evitar que el contrario se escapara.

- He visto una pista de hielo aquí cer...

-No. - de un coletazo lo derribó y pasó por su costado.

En la cocina, el reptil se disponía a pillar algo en la nevera para cocinar, en cuanto abrió la puerta se encontró a su compañero tembloroso.

-¿Sabes que? Los chicos han encontrado un lugar increíble para que vayamos todos - no dejaba de tiritar y se abrazaba a si mismo con fuerza.

- ¿Cuanto tiempo llevas ahí metido?

-Ehh...no lo sé, el frío hace que se me congelen las membranas del cerebro. Entonces, ¿que me di..? - se cerró la puerta - ¿eso es un no?

Ahora, en la habitación de la serpiente, que se tumbó y se tapó con las sábanas hasta arriba. Respiró hondo y se relajó, dispuesto a dormir.

De pronto escuchó unos golpes en la parte baja de la cama, se asomó y vio al lobo, que lo iluminó con una linterna.

-¿Quieres contar historias de terror? - preguntó con un tono siniestro.

La serpiente resopló pesadamente y, sin hacerle caso, volvió a dormir.

ᗷᑌᖇᗷᑌᒍᗩSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora