Más valioso que cualquier joya

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El frío sabor de fresa llenaba la boca del Sr Lobo, que a su vez mostraba sus afilados colmillos mientras reía de las anécdotas del reptil.

No había nadie en aquella calle, puesto que ellos, los mismísimos Tipos Malos, eran suficiente razón como para que los habitantes abandonaran sus asientos y salieran corriendo.

Pero eso no le importaba en lo absoluto a Lobo, lo único de lo que estaba pendiente era de la afilada lengua de su mejor amigo moverse a la vez que su sonrisa se iba ensanchando cuando contaba como se había lucido en su último robo.

Sin embargo, más que prestar atención a las palabras, los ojos del mamífero estaban clavados en los labios ajenos, los cuales miraban con una sonrisa boba.

- Em...a todo esto, Lobo - la llamada del reptil le devolvió a la realidad y se irguió de golpe, elevando sus orejas - verás yo...em...necesito decirte algo...

Rascaba nerviosamente su cuello con su cola, causando que su gorro se elevara suavemente.

- Oh, cla-claro, adelante - con un gesto de su mano, le dio a entender que podía continuar.

Una mueca de duda se formó en el rostro de la serpiente.

- Pues...no sé cómo decírtelo pero...yo....ehh...

Lobo posó su mano sobre la cola del contrario.

- Serpi, puedes contarme lo que quieras, no pasa nada, no debes tener miedo. Sé que últimamente hemos tenido algunos problemas, pero que eso no te impida hablar. - le regaló una amplia sonrisa.

- La verdad es que... justamente de eso quería hablar...

De pronto, unas esposas atraparon las manos del lobo, confundiendo a este. Mas cuando volvió la vista hacia arriba, encontró a una lince vestida en un traje rojizo.

- Quedas arrestado, Sr Lobo - expuso con malicia.

- ¿Que? Serpi, ¿como...?

- ¿Que pensabas? ¿Que me iba a declarar? - el de sangre fría se levantó y se posicionó al lado de la mujer, con una expresión la cual jamás le había visto lucir - ¡Eres un traidor, Lobo! ¡Todos vosotros lo sois! ¡Me dejasteis tirado como una simple bolsa de basura! ¿Y te esperas que yo te lo perdone sin más?

Todo se volvió negro. Siluetas y más siluetas comenzaron a girar en torno al lobo, riéndose de él, señalándolo. Todos tenían la cara de la señorita Lynx, de la jefa de policía, de sus amigos, de Serpiente...

- Serpi, por favor, ¡déjame explicarte...! - estiró sus brazos, pero estos seguían encadenados, no podía moverse.

- ¡Ya es tarde para eso, Lobo¡ ¡Yo ya no soy un tipo malo!

Y despertó.

Con la respiración agitada miró repetidas veces a su alrededor, desorientado, dándose cuenta de que seguía en la jaula en la que le habían encerrado.

A su lado estaba el Sr Piraña, durmiendo a pierna suelta y roncando despreocupadamente. Trató de llamar su atención, pero solo consiguió que el escualo cambiara de posición, murmurando algo sobre el estofado de su abuela.

- Veo que ya estás despierto - se giró hacia la voz, y lo vio.

Frente a él, estaba el Sr Serpiente, con una expresión muy distinta a la de su sueño. Más bien parecía una mueca de preocupación.

- Oh, Serpi - suspiró el lobo - ¿cuanto tiempo he estado dormido?

- Pues no mucho...unos treinta minutos - contestó sin demasiada euforia.

ᗷᑌᖇᗷᑌᒍᗩSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora