𝐃𝐞𝐜𝐞𝐦

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Aquella mañana húmeda en donde las jóvenes habían decido no tener visitas estaba transcurriendo de maravilla. La paz se respiraba en el hogar, además del buen aroma del pan recién horneado, y Daphne instruía a Alex acerca del arte del bordado. Alex llevaba ya siete pinchazos en el dedo índice y dos en el pulgar, Eloise apostó con Colin a que si llegaba a existir un décimo pinchazo Alex arrojaría el bordado por la ventana.

—¡Auch! —instintivamente Alex se llevó el dedo a la boca, ahora había sido el turno del anular y pequeñas gotas de sangre mancharon aquel bordado que terminó en el suelo.

—Si mi difunta bisabuela Lady Genovive mirara tal atrocidad se moriría de nuevo por el coraje—masculló Daphne al levantar el pésimo bordado de su amiga con una mano.

—Sí, la bisabuela Eleonora debe estar retorciéndose en su santa tumba—concordó Alex mirando que sus líneas no tenían forma—, creo que se habría matado desde que entré a Oxford.

Alex negó quitándose la idea de la mente y tomando su bordado, caminó hasta tirarlo a la basura.

—Olvidémonos del bordado por un momento, ¿está bien? —Daphne asintió haciendo el bordado hacia un lado y bebiendo de su vaso de limonada—, ¿cómo es que ya has rechazado tres propuestas?

—Estoy buscando el mejor partido.

—Eso o tienes a un partido entre ceja y ceja—murmuró sin que los otros lo notaran—. ¿Qué estás esperando?, ¿es acaso al duque?

—Claro que no.

—¡Oh Dios, sí lo estás haciendo! —Alex lanzó un pequeño gritillo de felicidad que alertó a Colin y Eloise—, es eso o estás esperando a la realiza.

—¡Lady Bridgerton! —apresuradamente y casi arrojando a Anthony Bridgerton, quien venía bajando por las escaleras, subió una de las empleadas—. ¡Lady Bridgerton tiene que bajar rápido!

—¿Qué es lo que ocurre? —cuestionó Anthony—, ¿a qué se debe todo este escándalo?

—El carruaje real está aquí— dijo Colin asomándose por la ventana y cerrando el gran cortinar mientras miraba a los presentes—. Está aquí afuera.

Alex y Daphne miraron por ambos lados de la cortina apenas asomando la mitad del rostro, y justo en ese momento el gran Príncipe Friedrich de Prusia bajó del majestuoso carruaje.

—¿Estamos alucinando? —dijo Daphne mirando con desconcierto a Alex que estaba mirando perpleja en dirección a la puerta—. ¿Es un sueño?, ¡Pellízcame!

Eloise sí que la pellizcó, y al escuchar la queja de Daphne supieron que no lo era.

Un cortesano entró al hogar de los Bridgerton acarreando consigo un montón de flores exquisitas de todos los tipos y colocándolos arbitrariamente en un círculo alrededor de la joven Spinster que quería huir.

—¡Alex! —la animó Daphne—, ¡se trata de ti!

—Díganle que no estoy—intentó huir, pero se precipitó contra el cuerpo de Colin que la tomó de los hombros obligándola a retomar su posición.

—Su majestad el Príncipe Friedrich de Prusia—anunció el cortesano, y después Friedrich entró al hogar Bridgerton.

Los ojos de aquel hombre buscaron entre todos los presentes hasta que se posaron en los de Alex que evitaban los suyos. Se acercó a paso apresurado e hizo una reverencia gracial para después tomar la mano de la joven y besarla.

—Excelencia, Lady Spinster—la sonrisa del Príncipe logró arrebatar dos suspiros en la habitación, uno de ellos había provenido de Eloise—. Cuando mi tía escribió el día de su presentación ante sociedad sobre que se encontraba en el Regency London de la temporada, supe inmediatamente que debía venir a su encuentro. Entenderá que me tomó un poco de tiempo el llegar hasta aquí.

𝗟𝗼𝘃𝗲 𝗦𝘁𝗼𝗿𝘆 || 𝖡𝗋𝗂𝖽𝗀𝖾𝗋𝗍𝗈𝗇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora