Amigos sin Beneficios | Winterbaron | Zemo/Ikaris

Capítulo 21

Sharon arrojó la mochila sobre la mesa, Zemo y los demás Thunderbolts la miraron levemente irritados por el ruido que ocasionó las cadenas que la rubia guardaba en la parte baja de la mochila estamparse contra el metal de la mesa del comedor. Emil la miró con un gesto de reproche y enojo.

—¿Qué mierda te pasa Carter? Tengo una jodida resaca de tres día y vienes con esta mierda. Ve a sodomizar chicos a otro lado.

Sharon no hizo caso a las quejas de Blonsky, en vez de ello, se apresuró a burlarse de él y dirigirse expresamente a Zemo quien realmente parecía de buen humor mientras comía absorto en el sabor de sus frutos secos. Sharon realmente lamentó ser quien probablemente arruinara ese estado agradable de Zemo que no se había emancipado durante los últimos meses pero bueno tampoco era como si Sharon no le encantase ser la portadora de problemas aún cuando nada tuviesen que ver con ella.

—Tus novios se van a matar.

Zemo dejó de masticar para prestarle atención, enarcó una ceja en ese característico gesto que se le formaba involuntariamente. Un gesto que a la gente desconocida le resultaba mortalmente atractivo y  sus conocidos lo tomaban como un señal de alerta, pues su cara no reflejaba más que hosquedad. John y Yelena, sentados casi sobre los bordes de la mesa entre Zemo y Blonsky, dejaron de jugar League of Leyends para escuchar atentamente.

—¿Novios? —Ava preguntó cuando Zemo simplemente no respondió esperando por la explicación de Sharon. Carter dejó de jugar, retiró los auriculares de su tableta que nadie había visto hasta el momento y la depositó a la vista de todos. El alboroto virtual llenó la mesa y todos, incluso Emil con su dolor de cabeza, se inclinaron para apreciar mejor el video. La calidad de la transmisión era basura pero fue suficiente para distinguir a los personajes que actuaban o se apaleaban en vivo y en directo en  medio de un griterío en los jardines del campus.

—Verdammt! —maldijo Zemo apretando los puños y  empujado sus frutos lejos de su vista, se levantó de la mesa hecho un infierno y se marchó.

Ikaris se abalanzó sobre Barnes, el puñetazo se estampó contra su quijada y el ardor brotó en su dorso al tiempo que sintió los huesos de Barnes presionarse en sus nudillos, Bucky se tambaleó por el impacto pero el golpe no había sido lo suficientemente fuerte para derrumbarlo. Es más, Barnes se burló por el escaso vigor del ataque y se incorporó con tal éxtasis dispuesto a golpear a Ikaris que éste, en el calor del momento, no supo el momento exacto en el que Barnes arremetió contra él. Se dio cuenta de su desventaja cuando Bucky posicionó ambas piernas a los costados y la tortura llovió en él en forma de puñetazos, Ikaris tuvo que cubrirse lo más rápido que pudo con los brazos bloqueando a Barnes mas no sus insultos.

—¡Detente! —gritó Ikaris apenas con aire. El rostro fúrico de James, teñido de rojo y con la rabia de un hombre al que le han arrebatado no tenía intenciones de entender.

En ese momento, y para horrible suerte de Ikaris, no había nadie que pudiese ayudarle; la mayoría de los estudiantes debían estar en clase y tomando en cuenta que se hallaban en los jardines  del campus que conectaban con otros edificios de mismo por medio de calzadas o caminos de tierra blanca el lugar era un desierto total. No podía solicitar una intervención y los únicos testigos eran los árboles y pajarillos que tampoco se dignaban a cantar, atentos al desenlace de esa horrible escena. 

Ikaris trató de razonar con Barnes, realmente lo intentó desde el primer impacto, tras levantarse del suelo. Le dijo: "hablemos", sin embargo Bucky no deseaba conversar, ni hablar, mucho menos escuchar ni una sola palabra que saliera de su boca, ningún intento pacífico podía amainar esa ira contenida contra el mariscal de reemplazo.

Ikaris se quitó a James de encima viendo una brecha cansada por el tipo de golpes que Bucky ejercía sobre él, logró acomodarse e impulsarse sirviéndose del mismo Bucky para levantarse y empujarlo con todas sus fuerzas. Ikaris se desvaneció en el césped escupiendo rastros de sangre y otro poco brotando de la nariz y cejas, apenas le llegaba aire y su agitación lo tenía casi turbado.