Capítulo 10

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La vergüenza es parte de

Adriel

Si pudiera considerarme una persona muy responsable y que dedica tiempo a las cosas que hace me consideraría como tal. De igual manera me relaciono muy poco con el mundo haciendo el esfuerzo de salir adelante por mi propia cuenta, entre ratos me encuentro perdido y sin ningún rumbo sin embargo al estar con Samira hay pequeños ratos en los que puede ser insoportable ver qué actúe como niña chillona, pero si puedo estar seguro de algo es que su compañía hace que se ilumine cada parte de mi únicamente con ella.

Jueves y las escuelas comienzan otra vez, suelo levantarme temprano tratando de organizar mi día y poder guardar las cosas que hoy utilizaré comienzo con clase de deportes me gusta poder estirar mi cuerpoun rato por las mañanas.

—Hijo estás despierto— mencionó mi abuela del otro lado de la puerta.

—Si pasa abuela.

Abrió la puerta ingresando a la habitación con un cesto de ropa, la había remediado ya que al salir con mis amigos tuvimos unos juegos algo pesados  y se habían descosido recibí un par de sermones por aquello.

—Tu padre está abajo ya se irá a trabajar ve a despedirte— se acercó y se sentó en la cama junto a mi dejando el cesto en el piso.

—Es mi obligación— musité.

—Cariño sin importar que haya pasado debes de respetarlo.

—Y él respetó a mi madre— esto me estaba irritando tan temprano, no quería bajar a despedirme de él, los problemas con mi padre habían comenzado unos meses atrás.

Mi madre murió hace unos meses de cáncer y empeoró al recibir una noticia que le impacto por completo causando su muerte en pocos días y eso no quiere decir que culpo a mi padre, sino que ella se fue sintiendo el dolor que él le causó, a raíz de eso me fui alejando de mi padre, mi abuela es la que está un poco más pendiente de mí. Por otro lado, mi padre el señor Mateo un empresario grande respetable se la pasa la mayor parte del tiempo con su esposa e hijos. Sí —se volvió a casar—. No lo juzgo solo siento como si se estuviera olvidando de mí.

—Vamos entonces a desayunar— habló mi abuela haciéndome salir de mi burbuja.

—Eso está mejor.

—Te espero abajo levántate te duchas y bajas Adriel— dijo saliendo de mi habitación yo solo asentí.

Me levanté de la cama y tomaría una ducha, quite mi camiseta y dirigí mi flojo cuerpo hacia el baño, deje caer el agua fría sobre mi piel eso haría que despertara más. Al salir busque unos jeans de mezclilla y una camiseta blanca y zapatos negros, mi mano la dirigí hacia mi cabello sacudiendolo estaba largo lo acomode y tome mis mochilas.

Baje las escaleras y mi cuerpo se detuvo al ver aquella silueta masculina sentada en el sofá, gruñí y mis pasos fueron hacia la cocina sin tomarle importancia, hasta que hablaron.

—Te llevaré hoy al instituto— se escuchó la voz firme.

—Ahora si te acuerdas de mi— bufé de mala gana rodando los ojos.

—Que dices Adriel te ordeno que no me hables así— se levantó del sofá y caminó hacía mí. La furia que sentía era inevitable.

—No soy tu empleado, solo digo que nunca tienes tiempo para mí, pero para otras personas si— en un abrir y cerrar de ojos su mano paso por mi mejilla sintiendo ardor y dolor a la vez, está se sentía pesada.

—Eres mi hijo y yo mando aquí, apúrate Adriel que tengo que llegar a la empresa— gritó y lo mire con mi ceño fruncido y de mala gana, él se acomodaba su corbata.

Porque quiero tocar aquel atardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora