9. Refugio

367 22 5
                                    

Hasta ese momento el interminable viaje de la familia Hart iba por su tercera parada. Alejarse de Silver Hills estaba resultando mucho más complicado de lo imaginable.

Para Kimberly, la primera de los tres hijos del matrimonio Hart, todo el viaje parecía una pesadilla sin fin en la que no dejaba de sentir miedo en ningún momento. Viajar en la parte trasera de camiones, dormir en habitaciones desconocidas, en casas de desconocidos, comer cosas que no le gustaban, alejarse cada vez más de su hogar, de sus amigos, de todo lo que conocía; cada parte del viaje, cada pensamiento que cruzaba su joven mente, todo le provocaba un enorme sentimiento de vacío, de tristeza y de enojo. Odiaba la guerra y las desgracias que trajo a su vida.

El hombre que conducía el camión refrigerador en el que iban escondidos les informó que llegarían a su destino, Reefside, en menos de una hora. Debían estar listos para bajar lo más rápido posible al llegar a la estación. Debía parecer que llegaban junto a los pasajeros del tren para que nadie pidiera sus papeles, a pesar de que llevaban varias falsificaciones de primera calidad en los bolsillos.

La joven Kimberly dobló y guardó en su mochila la cobija que usó de almohada para dormir. Alistarse para la bajada no resultaba una tarea complicada cuando solo le permitieron llevar cinco playeras, tres pantalones y únicamente dos objetos personales que quisiera conservar; claro que, obstinada como ella era, encontró la manera de guardar casi doce objetos más. Su mochila pesaba un poco, pero valía la pena por conservar recuerdos de la vida antes de la guerra. Esa vida que extrañaba.

-Kim. No encuentro a Alpha-. Le susurró al oído su pequeña hermana, Zoe. Alpha era peluche en forma de lobo que se había convertido en el lugar seguro de la segunda hermana Hart.

-Tranquila. Aquí está-. Se lo entregó tras buscarlo únicamente con las manos por el suelo a su alrededor. La oscuridad era demasiado densa y ni siquiera lograba ver a sus padres y hermanos a pesar de que estaban prácticamente junto a ella.

-Tengo miedo-. Expresó el más pequeño de los tres, el bebé Chase, como lo llamaban ellos.

Su madre lo consoló y todos volvieron al silencio. Bien podrían estar teniendo una charla sobre cualquier cosa, pero la situación era tan desoladora que no tenían nada que decir.

En lo que a Kimberly le pareció mucho más tiempo que menos de una hora, el camión se detuvo. Camille y Devin Hart se alarmaron y preguntaron a sus hijos si estaban listos para salir.

Todos afirmaron y se levantaron. El pequeño Chase iba en brazos de su padre, pues con cuatro años aún era un poco torpe para correr a grandes velocidades o, simplemente, para seguir la gran zancada de sus mayores. Zoe con 8 y Kim con 15 ya le seguían el paso a su madre mientras las tomaba de la mano en todo momento.

-Solo abriré la puerta izquierda, de inmediato tienen que ir a la derecha y caminar al auto azul con una luz rota que está en el estacionamiento. Primero Devin con el bebé y después Camille con las niñas. Se perderán entre toda la gente que llega en el tren de las cuatro-. Comentó de repente el conductor, que al iniciar el viaje se presentó como el señor Burley.

-¿Quién nos espera? -. Pregunto Camille con esa voz tan fría e imponente que la caracterizaba.

-Sus nombres son Nadira y Victor. Se quedaran en su casa antes de ir a la costa-. El conductor hablaba con pausas. Comenzó a revisar el reloj y a mirar a la estación; el tren llegaría en cualquier momento.

Las puertas del camión tardaron aún varios minutos en abrirse. Para ese momento ya estaban junto a la puerta y, sin perder un segundo, el padre de la familia salió de un brinco y se fue en la misma dirección que la marea de personas que caminaban hacia el estacionamiento y a la calle frente a la estación.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 12, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Trimberly (One shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora