7. ¿Por qué?

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-KRA-

No era la primera vez que la veía salir de la habitación completamente vestida a la mitad de la noche. En realidad, era la decimo octava vez que lo hacía. ¿Contaba las veces? Claro que lo hacía. Al parecer 11 años a mi lado era el tiempo que se necesitaba para cansarse. Debo decir que aunque siempre creí que tendríamos una relación al estilo película de Hollywood, conocía lo suficiente a mi esposa para saber que la única razón por la que seguía fingiendo que nada sucedía, era porque no quería lastimarme. Siempre fui mucho más sensible, romántica y a veces incluso más inmadura que ella, o así solía ser cuando comenzamos a salir hace más de una década, durante nuestro último año de bachillerato. Pero las cosas habían cambiado en muy poco tiempo, y darme cuenta de que me estaba engañando me abrió los ojos al mundo real, un mundo donde nada es como yo quería pensar que lo era.

Cerró la puerta de la habitación con una delicadeza de ladrón profesional, ni un solo ruido fue emitido, pero en la oscuridad, yo podía verlo todo, mientras ella solo veía lo que quería ver. Estuve segura de que se fue unos minutos después y me levanté a prepararme un té. No podría dormir, no cuando mi esposa estaba por pasar las siguientes 3 o 4 horas con su amante anónimo. Tenía pocas pistas, en general lo único que sabía de esa persona era el olor que quedaba impregnado en la ropa que Kim dejaba en la silla del escritorio siempre que llegaba. Procuraba levantarse antes que yo para llevarla a la lavadora, pero el aroma a colonia era lo suficientemente intenso como para deducir que se trataba de un hombre.

Por las mañas siempre había un litro de leche más en el refrigerador, o un paquete nuevo de pan, jamás hice un solo comentario al respecto para no romper su ilusión de que su esposa vivía en su perfecta nube de amor. Tommy, nuestra amiga en la universidad era la única con quien hablé al respecto, y ni siquiera fue porque quisiera hacerlo, si no porque tuve qué cuando le pedí ayuda para comenzar con los trámites de divorcio. Le pedí no decir absolutamente y hasta el momento, dos meses después de que tomé la decisión, el resto del mundo seguía creyendo que mi matrimonio con Kim era perfecto.

Mientras tomaba mi té de las 2 de la mañana no puede evitar llorar, siempre lloraba por la impotencia de saberme engañada. Me dolía que Kim no tuviera las agallas de decirme que ya no quería estar conmigo aún cuando durante toda nuestra relación me encargué de repetirle que si alguna vez dejaba de sentir algo por mi me lo dijera. El aroma a manzana canela que emanaba de mi taza me relajaba un poco, era mi olor favorito y por eso, siempre que Kimberly se iba, me servía una taza, para deshacerme de todas esas horribles imágenes que aparecían en mi cabeza de ella y su amante juntos.

En un par de ocasiones me pregunté como podía ser él basándome solamente en el olor de su colonia. Alto, definitivamente, fornido, de cejas pobladas, cabello ligeramente largo, no como para atarlo, pero lo suficiente para que tomara un poco de volumen al peinarlo hacía atrás. Esperaba que de verdad fuera así, porque entonces no me sentiría tan mal conmigo misma por no ser lo que ella necesitaba, o aún peor, lo que ella quería.

Sabía que era tarde, pero necesitaba hablar con Tommy, quería que me tranquilizara con sus siempre acertadas palabras, o con sus bromas, quería me dijera que todo estaría bien y que después del divorcio estaría para mí incondicionalmente.

-Hey Trin, ¿Qué pasa? Son las dos de la mañana-. Definitivamente la había despertado y aunque me sentía muy mal por ello, no colgaría porque de todas maneras ella volvería a llamarme.

-Se fue otra vez-. La voz se me cortó más de lo que esperaba. Ya no lloraba como las primeras veces, cada vez eran menos las lágrimas que salían de mis ojos, pero el dolor seguía ahí, incrustado en mi pecho, esperando poder ser liberado el día que por fin pudiera decirle a Kim que quería el divorcio.

Trimberly (One shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora