-ADM-
La graduación estaba más cera que nunca, las clases finalmente habían terminado y todo lo que tenían que hacer los estudiantes era preocuparse por sus vestidos o trajes para esa gran noche que marcaría un antes y un después en las jóvenes mentes de los futuros universitarios. Una última gran fiesta en el gimnasio, un adiós a todas esas personas que durante tantos años los rodearon, un adiós a sus vidas pueblerina.
Algunos estaban impacientes por salir de Angel Grove. La mayoría, aquellos que consiguieron buenas becas para irse a Los Angeles, Nueva York, o alguna ciudad lejos de la vida que conocían, listos para intentar triunfar en la vida adulta de una sociedad capitalista. El sueño de la mayoría. También estaban los que temían a cada segundo, tomar la decisión incorrecta al alejarse cientos de kilómetros de casa para llegar a un lugar completamente desconocidos. Aún así, aventurero o no, algo tenían todos en común y era querer pasar esa noche de graduación como si fuera lo último divertido que harían en todas sus vidas.
Claro que siempre hay excepciones, chicos y chicas que dan la espalda a lo que sería un comportamiento adolescente considerado "normal" para pasar esa misma noche, lejos del gimnasio, sin decorativos atuendos que jamás volverían a usar, disfrutando de una buena plática, unas cuantas decenas de cervezas, pizza, música y una fogata. Quizá solo quedarse en casa. Hay tantas posibilidades.
Trini Kwan y Zack Taylor eran dos grandes excepciones. Con una incapacidad para socializar y un enorme gusto en común por cierto tipo de películas y música, era inevitable que terminaran siendo mejores amigos. Una latina de pequeña estatura, compañera de la soledad con pasión por el post punk, era uno de ellos, siendo el otro un imponente asiático de espectacular forma física con afición por las bromas malas y la impertinencia. No eran muy populares, ni siquiera les importaba serlo, pero a los demás, a cada estereotipo de popularidad que recorría los pasillos de Angel Grove High School, parecía hacerles más gracia de la debida darse cuenta de que no todas las personas creían que jugar futbol americano o ser porrista era lo más cool de mundo.
Aún así, con ese "bajo" estrato social en el que fueron colocados por los que se consideraban en la cima de la pirámide, Zack y Trini tenían otra cosa en común, estaban irreparablemente enamorados de la persona equivocada.
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El centro comercial del pueblo estaba lleno, chicos en grupo corrían de un lado a otro de las tiendas esperando aún poder encontrar un traje que nos los hiciera parecer idiotas por el gran tamaño del saco, los chicos que tomaron precaución y apartaron a tiempo habían vaciado los lugares de renta de trajes y esmoquins, al menos en todas las tallas por las que puede rondar un chico de entre 16 y 18 años.
Trini, sentada tranquilamente en una de las mesas exteriores de la heladería, no podía parar de reír después de haber escuchado la conversación que Jason Scott mantenía por teléfono posiblemente con su madre. "No encontraré nada" "Se los llevaron todos", "Podríamos ir mañana a Golden River o Red Mountain a buscar", " Ella se enojará tanto conmigo","Soy un idiota", al parecer en una cosa estaban de acuerdo los dos.
Zack se sentó frente a ella atrayendo de nuevo su atención hacia la platica dedicada a elegir lo que comerían en la noche de graduación cuando estuvieran sentados, en el punto más alto del bosque que rodeaba al pueblo, observando la vista y fumando un poco de una muy buena hierva que guardaban para esa ocasión.
-Hablé con ella ayer-. La chica suspiró recordando el fatídico encuentro con la chica de sus sueños.
-Seguro te dijo lo mismo de siempre, debiste alejarte y ya, te lo dije-. Zack se recargó en la silla con los brazos cruzados, dejando que su helado comenzar a derretirse. Estaba decepcionado, no entendía como era posible que una chica como Trini se dejara pisotear por una porrista con un cerebro no más grande que una nuez.
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Trimberly (One shots)
FanfictionCuando dos personas se conectan a través de mil universos no puede haber una sola historia.