Lauren sonrió para sus adentros. Se acababa de sorprender a sí misma mirando con ojos libidinosos a una grácil mochilera nórdica o alemana, de piernas largas y con unos pantalones cortos diminutos, que se le subían por las nalgas de su prieto trasero, las cuales rebotaban mientras cruzaba el paso de peatones delante de ella.
¡Dios! A Lauren le gustaba el verano.
Le encantaba fantasear, animada por las extensas superficies de carne desnuda que normalmente empezaban a aparecer a mediados de mayo.
Al igual que su hermana Taylor y su compañera Verónica constantemente fantaseaban con deliciosos pensamientos sobre policías en moto y bomberos con botas y casco, Lauren podía ponerse melosa al pensar en mujeres policía y celdas, en enfermeras con medias ocupándose de los enfermos, en mujeres bombero acarreándola sobre sus hombros, en auxiliares rubias y tetudas haciéndole la respiración boca a boca durante horas y horas.
El verano normalmente transformaba a Lauren: la original conductora agresiva que era en invierno se convertía en la más dócil y cortés conductora de la carretera. Ella y su Saab se paraban en los cruces y ronroneaban juntos mientras ninfas liberadas ataviadas con tops diminutos, con las piernas largas y bronceadas y sus sandalias de tacones altos, caminaban resueltas bajo el sol del verano.
Siempre, sin excepción, dejaba que las conductoras atractivas (especialmente las rubias con un BMW negro) salieran de los cruces delante de ella, porque así podía verlas por el retrovisor exterior. Y Lauren siempre sonreía.
Para Lauren, la belleza de todo residía en que podía disfrutar de aquella espléndida lascivia en completa impunidad, ya que el resto del mundo que la rodeaba en aquel momento no era consciente en absoluto de lo que estaba sucediendo. De haber sido un hombre, la hubieran detenido por merodear, por acechar, por acosar. Sin embargo, ninguna de las mujeres que sufrían el escrutinio de Lauren — probablemente el 98 por ciento de ellas era heterosexual— tendría la más remota idea de que aquella mujer alta, de pelo negro, ojos verdes y aspecto profesional, que estaba de pie a su lado o sentada tras el volante de un vehículo de alto rendimiento, estaba totalmente mojada, con las bragas empapadas y el clítoris como un balón de fútbol.
«Dios, cuánto me gusta el verano», pensó, mientras hacía una señal para dejar pasar a la mujer que se incorporaba al tráfico delante de ella y recibía un malicioso gesto de agradecimiento.
Ally levantó una ceja, sorprendida por el alegre humor de Lauren cuando entró en la oficina. «Puede que Luis le haya dado lo que quería — pensó—, o al menos que le haya comprado un bistec.»
—Buenos días, Ally. Aquí tienes el disquete con todo el programa. ¿Puedes llevarlo arriba al estudio para que adornen un poco la composición y luego me traes cinco copias? Después quiero que llames al mecánico del Saab y que pidas hora para un presupuesto. Anoche, cuando me iba a casa, tuve un pequeño contratiempo con un gilipollas, viejo y gordo. También necesito una actualización de las cifras de BMRB para la evaluación del proyecto de desarrollo de marca de ese producto y me hace falta la hoja de control del material gráfico terminado para el anuncio de MTS. Pero, antes que nada, necesito cafeína y nicotina... —La voz de Lauren se fue apagando mientras entraba en su despacho con aire majestuoso.
«Humm —pensó Ally, mirándose el reloj—, le doy media hora.»
De hecho, el buen humor de Lauren duró casi toda la mañana. Sólo se tambaleó ligeramente cuando los chicos del estudio aparecieron con un cómic que representaba a Lauren muy caricaturizada, moliendo a palos de tres maneras diferentes a un indefenso conductor de BMW. Simuló aceptarlo con buen humor, pero frunció el entrecejo mientras embutía el cómic en su archivador.
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Placeres ocultos- Pausada(Camren)
RomanceCUIDADO! Contenido explícito. El cambio del milenio se acerca y lo mismo sucede con el cuarenta cumpleaños de Lauren. Lleva casada veinte años y está harta de su papel de esposa trofeo en una pequeña ciudad donde no puede luchar adecuadamente para l...