EPÍLOGO.

317 34 72
                                    

Jimin salió del vestidor y se miró al gran espejo con una sonrisa gigante en su rostro, el traje color blanco se ceñía bien a sus caderas y cintura, su pelo corto lo hacía ver más delgado y más alto, se dio media vuelta y su hija aplaudió contenta al verlo tan lindo.

Para Yena, su papá era hermoso por donde lo vieran.

—Papi, me gusta ese.— dijo su hija señalándolo con el dedo índice y Jimin alzó una ceja, aún manteniendo su sonrisa

—¿Si?.

—¡Si! ¡Ese!.— Jimin asintió estando de acuerdo y se miró al espejo una vez más

Su boda sería en dos días y él apenas iba escogiendo el traje que usaría, aunque no había prisa alguna para él, todo estaba yendo de maravilla y se sentía más feliz que nunca.

Habían pasado meses desde su reencuentro con Jungkook en Busan, después de esa noche, donde durmieron juntos, incapaces de soltarse en toda la noche, volvieron a estar juntos como habían prometido años atrás, el destino los había juntado de nuevo y ellos no necesitaban otra señal más clara para continuar con su romance.

Ahora eran unos chicos de 28 y 26 años, comprometidos desde hace dos meses, y su boda estaba básicamente a la vuelta de la esquina. Vivían en Seúl como Yena lo había soñado, y Jimin no se había dado cuenta de que lo extrañaba hasta que regresó, Taehyung casi se desmaya al verlo después de tanto tiempo, lloró por varias horas, había extrañado tanto a su mejor amigo.

Taehyung se había encariñado terriblemente con Yena, era su sobrina para él y la consentía mucho, la llenaba de juguetes y dulces cada vez que podía, inclusive le insinuó a Hoseok la idea de adoptar.

El pelirrojo desde luego se lo pensó, pero solo un poco, adoraba ver como Taehyung se comportaba con Yena, era amoroso y sonreía todo el tiempo, sería un gran padre y Hoseok lo sabía, así que adoraría adoptar si era con él.

Jimin volvió a vestirse con su ropa dejando el traje pulcro sobre el sillón que había en el lugar, Taehyung llegó poco después y lo compraron, salieron de la tienda con Yena y fueron hacia la casa de Jimin, donde vivía felizmente con Jeon y su hija.

Jungkook originalmente tenía tres casas, Jimin sólo conocía dos de ellas, la tercera —que era del pelinegro— la conoció cuando decidieron vivir en Seúl, Jungkook se la ofreció como suya, inclusive hizo trámites para que quedara a nombre de ambos, allí era donde vivían los tres, su hogar, su nidito de amor.

Yena rápidamente cuando llegaron subió a su habitación para alimentar al hámster que yacía en una jaula dentro de su gran habitación.

Mientras tanto Jimin se sentó en el amplio sofá y suspiró mirando hacia el techo, Taehyung se sentó a su lado y lo miró sonriente.

—¿Cansado?.

—Un poco, me probé fácil 10 trajes que no tenían nada de distinto, el color sigue siendo el mismo.

—¡Claro que son distintos!— dijo ofendido—. Tienen diferentes cortes, texturas, tela y detalles.

—Se me olvidaba que te habías empeñado en ser diseñador de modas.— dijo sarcástico y Taehyung lo codeó

—Pues si, así que no digas esas barbaridades.

—Ya suenas como un señor.

—Cállate, tienes mi edad, inclusive eres mayor que yo por meses.— le sacó la lengua y Jimin rió

Yena bajó corriendo las escaleras y tropezó en el último escalón, un golpe seco se escuchó y Jimin rápidamente se levantó para auxiliar a su hija quien se había golpeado la rodilla derecha al soportar su peso.

ambivalencia - 국민  KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora