Capítulo 8 Señales

188 11 3
                                    


Caminaba apresurada y mientras lo hacía pensaba que estaba dirigiéndome al paredón de fusilamiento. Una extraña sensación de pérdida y desolación se acrecentaba en mi interior a medida que me acercaba. No entendía lo que me sucedía, pero lo cierto es que nunca me había sentido de esta manera... como si lo estuviera perdiendo todo.

Una vez que piso el corredor que me llevaba directo a su oficina, mis piernas comienzan a fallar. Podría jurar que se estaban derritiendo y que a medida que me aproximaba la sensación se recrudecía. Había llegado la hora de ponerme las bragas de chica adulta y antes de que ese hombre salvaje y peligroso me pusiera de patitas en la calle me había prometido que, aunque no hubiera alcanzado el podio de los empleados del mes, al menos sería merecedora de mi letra escarlata... con mucha honra.

Me detengo frente a la puerta y en el mismo instante en que pongo mi mano en el tirador, respiro profundo, ajusto mi ropa y me pongo la capa de súper heroína. Entro sin siquiera tocar, más decidida que nunca. Cuando doy algunos pasos hacia el interior, me detengo súbitamente al verlo parado de espaldas a mí... tan poderoso, sexy y provocativo. Su dorso es ancho y esas caderas afiladas sostenidas por ese par de piernas fuertes y musculosas que se ajustan con delicia a la tela de su pantalón, hacen agua mi boca. Y ese culo... ¡Por Dios! Ya me imago enterrando mi bandera en ese terreno para proclamarme como su dueña absoluta. Se da la vuelta y una vez anclo mi mirada a la suya, todo se me viene encima.

No sé cómo explicarlo, pero siento que al marcharme pierdo una parte importante de mi vida... ¿Acaso estoy perdiendo la cabeza? ¡Hace pocas horas que conozco a este hombre!

Mi corazón es el primero en reaccionar. Puedo sentir los latidos intensos golpetear consecutivamente dentro de mis tímpanos. Seguido, mi pecho sube y baja tan aceleradamente que necesitaré de bombonas de oxígeno para poder respirar. ¿Por qué razón me siento de esta manera? No tenía forma de saberlo... porque nunca antes me había pasado.

Me hacía una decena de preguntas y cada una de ellas quedaba sin respuesta. Estaba asustada, nerviosa, temblorosa y preocupada de que esto fueran síntomas de alguna enfermedad incurable.

Me armo de valor y voy por el premio mayor. Salto sobre él antes de que mencione una sola palabra. Lo tomo por sorpresa y en su breve momento de desconcierto me cuelgo de su cuello y hundo mi lengua dentro de su boca. Aquello fue como descubrir el paraíso. Su boca se sentía tan caliente y deliciosa que estaba a punto de tener un orgasmo bucal.

No se demoró en responder a mi beso y a partir de ese momento cualquier duda o vacilación fueron a parar directo al infierno. Mi chica lujuriosa se vistió de guerrera... había sacado todas sus armas. Bocas, lengua y manos se habían lanzado a una batalla campal en la que no había ningún tipo de tregua. Era exquisito, tanto que su beso actuaba como una droga y mientras más lo probaba te dejaba mucho más adicta de él. Sabía que esta sería mi única oportunidad, así que dejé las inhibiciones y fui por el todo. No me iría con las manos vacías y mi cheque de liquidación iría acompañado de un bono extra... él y todo lo que pudiera obtener de este momento.

Todo quedó en el olvido, consideraciones, excusas y cualquier pensamiento de que aquello que estaba haciendo era más que prohibido. Lo quería a él y esta vez no me detendría hasta que lograra obtener lo que por tantas horas había deseado.

Nuestros cuerpos habían respondido apenas se tocaron. Aquello había funcionado como una especie de hechizo que nos hizo caer rendidos a los pies de nuestros deseos. Lo queríamos todo y estábamos más que dispuestos a dar todo cuanto pudiéramos. El momento había llegado y no había marcha atrás. Estaba decidida a ser suya y ni el peor de los desastres naturales podría impedir que aquello sucediera.

deseos secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora