¡Mierda! ¿Qué había sido todo eso?
Desde el mismo instante en que probé su boca me había condenado al peor de mis infiernos. No podía borrar de mi mente la sensación que sus besos habían dejado en la mía. La dulce combinación de su dulzura y la avidez apasionante con la que su boca me consumía era un afrodisiaco que había incentivado a niveles sin precedentes mi deseo por ella.
Necesitaba más, moría por probar más y aunque sabía que ella era más que prohibida, estaba decidido a saltar cualquier obstáculo solo por hacerla mía.
Una vez que la vi salir de mi oficina sentí que había desperdiciado mi mejor oportunidad con ella. La había cagado enormemente y era la primera vez que rechazaba a una mujer que para la mayor de mis desgracias... era la que más emociones desconocidas me había causado.
¡Joder! Ni siquiera la había follado y sin embargo, se había convertido en la mejor experiencia de mi vida. No me refiero al tema sexual por supuesto, sino que en sus brazos tuve la sensación de que estaba en un lugar familiar, uno en el que me sentía cómodo y encajaba a la perfección. No sé qué maldito hechizo había lanzado esa mujer sobre mí, porque no había manera que después de lo que había sucedido entre nosotros pudiera sacarla de mis pensamientos.
Sabía que considerar una relación entre ella y yo era algo impensable y fuera de lugar, pero... ¿y si le ofrezco que mantengamos un romance a escondida de todos? ¿Una relación secreta con la que pudiéramos beneficiarnos los dos? ¡Mierda! ¡Ya no sé ni que barbaridades estoy diciendo!
Camino de un lado a otro pensando en lo que debo hacer, pero no se me ocurre nada conveniente. Ella es la única que puede satisfacer toda la necesidad que sus besos y su cuerpo despertaron en mí. Debo hacer algo para evitarla, solo que ella es mi secretaria y evadirla es algo que sin duda no podré hacer fácilmente, sobre todo sabiendo que a veré a cada segundo de los siete días de la semana.
Puedo sentir como el veneno de su dulce y seductora boca se propaga por mis venas avivando el fuego de la pasión, la quiero tan mal que estoy a punto de salir de este lugar e ir a buscarla para perderme en sus entrañas y tal vez con eso quitarme esta ansiedad que está agobiándome con locura.
Siento un ruido en el exterior y salgo rápidamente sabiendo que puede ser ella la que ha regresado, pero al salir solo veo a la chica extraña tomar la cartera de Alison de su escritorio, así que la detengo antes de que se marche.
―Espere un momento ―la chica se ve tan nerviosa que por momentos pienso que va a desmayarse―, esa es la cartera de la señorita Douglas ―no es una pregunta―, ¿a dónde va con ella?
Su mano temblorosa ajusta una y otra vez sus grandes anteojos tratando de mantenerlos fijos en su sitio. La observo con atención mientras espero con paciencia a que me dé una respuesta convincente.
―Me pidió que se la llevara al baño.
¡Allí es donde está!
Giro mi cara y dirijo la mirada hacia el corredor que me podría llevar directo con ella. Tal vez podría quitarle la cartera a esta chica y llevársela yo mismo, aprovechar la oportunidad de aclarar las cosas con ella o tal vez follarla sobre la encimera del lavabo mientras la hago gemir copiosamente... ¡Joder! ¡Estoy más grave de lo que pensaba!
Ha sido la peor idea que se me ha podido ocurrir, lo mejor es que vuelva a mi oficina y me olvide de toda esta mierda y me ponga a trabajar. La distracción es la mejor forma de mantener mi cabeza ocupada.
No digo nada más y cuando estoy a punto de darme la vuelta, me vuelvo de nuevo hacia la chica y le exijo que se detenga.
―Espere señorita...
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deseos secretos
RomanceAlison Douglas está en la búsqueda del hombre perfecto para ella, ese que pusiera a revolotear las mariposas dentro de su estómago y que la hiciera sentir completamente diferente. Sin embargo, todas sus experiencias terminaban convirtiéndose en un g...