Last Cry

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En las densas calles de ciudad Castelia, una entrenadora y su Pokemon vagaban por estas, esa chica tenía el cabello más negro que el azabache, su piel ligeramente pálida y un tatuaje en su muñeca izquierda uno semejante a una pluma negra y sus ojos azules claros que su expresión tímida destacaba, pero sobre todo su Absol un Pokemon que para el mundo sólo traia malos augurios, para ella, era su alegría, con ese cabello blanco como la nieve, tan largo y sedoso, él le pro cosa, desde el día que le salvo en el gran abismo cercano a la ruta trece en un día que se aventuró  junto a su padre por su investigación.

Ella iba distraída mientras un Togetic empezaba a volar alrededor de ella, una chica de cabello castaño con una expresión afable y vibrante, ella se acercó acariciando la cabeza de Absol.

–¿Qué haces Hana?

–eso es lo que ando buscando –respondió Hana– es raro que no haya nada pasando ahora después de todo lo del equipo plasma y la liga.

–supongo que es algo bueno

De pronto ellas notaron un grito de uno de los callejones, era un llanto lleno de dolor y miedo, las dos se acercaron viendo a un niño agachado cerca de ahí aún en llanto, como si sus padres hubieran desaparecido.

–¿crees que sea su entrenador?

–es un Zorua –respondió Hana con seguridada– probablemente su madre ande por aquí cerca.

–¿no lo capturaras? –preguntó Kiyomi–

–esperare una semana –dijo Hana– sí no vuelve su madre para entonces me haré cargo de él.

Ellas siguieron con su camino abriendo la puerta del apartamento, Absol se acostaba en el sofá mientras Kiyomi preparaba la cena y Hana terminaba  su tesis, en la tele solo había un documental sobre varios de los miembros del equipo plasma, revelando algunas de las verdades detrás de este e intentando rastrear el paradero de su mártir.

Pará ellas eso era apenas ruido blanco que apenas se mezclaba con el aroma de la comida mientras Togetic daba vueltas alrededor de la cocina agarrando varios ingredientes y utensilios que ella necesitaba.
El aroma de la comida les alcanzaba a ambas, apenas alcanzando a escribir una página, Hana no dejaba de pensar en aquel Zorua a pesar de todo decidiendo salir por su cuenta sin avisar a nadie, volvió al mismo callejón donde lo encontró solo percibiendo como se detenía todo y una chica con un mechón blanco se paraba en frente de ella en nerviosismo, Hana se acercó y rompió la ilusión acariciándole la cabeza a Zorua.

–puedes venir conmigo –le dijo Hana– es más seguro que estar aquí esperando a tu madre.

El Zorua empezaba a razonar, no podía percibir más la presencia de su ser querido, se había esfumado desde hacía ya un rato, sin siquiera pensar un rato más el Zorua decidió seguirle de vuelta a casa, en su camino Hana sintió a una chica demasiado peculiar pasar a su lado, tenía el pelo castaño con un mechón blanco que le cubría el ojo izquierdo vistiendo una sudadera dos tallas más grandes de lo que necesitaba y apenas se dio la vuelta esta se había ya mezclado con el resto de la multitud.

Zorua le vio confundido por unos breves instantes.

–no es nada, solo creo haber visto un espejismo.

Ella seguía sin pensar demasiado en ella hasta volver a su apartamento donde Absol permanecía dormido en el sofá sin importarle demasiado nada de lo que pasara, hasta que él se despertó sintiendo un mal presagio y salió por la ventana corriendo entre los tejados de la ciudad.

–eso no es bueno –dijo Kiyomi– estaba igual cuando los legendarios despertaron ¿crees que…..?

–definitivamente no, todo sigue funcionando bien, es algo más.

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