Prólogo

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Las gotas de sudor le resbalaban por la frente metiéndose en sus ojos y nublandole la vista. El público cada vez gritaba más y aunque apenas lo oía con el martilleo de la sangre en los oídos, sabía por qué gritaban.

La meta estaba a pocos metros, le dolía todo el cuerpo.

No podia correr más, pero debía hacerlo. Agonizante, consiguió entrar en la línea de meta una cabeza por delante del otro competidor.

— ¡En primer lugar Lee Minho! – se escuchó el grito del conductor.

El público rugió y confeti voló por todo el lugar.

Ambos competidores respirando con dificultad siguieron corriendo a menor velocidad para no sufrir lesiones musculares.

– Maldita sea, Lee me has vuelto a ganar – dijo el más bajito.

Minho se rio a pesar de que le dolía todo el cuerpo.

–No estaba dispuesto a entregarte el trofeo – contestó – Me gusta verlo al llegar a la oficina.

–Querrás decir que te gusta darme envidia con él – sonrió Bangchan su mejor amigo y socio.

–Vamos Chan yo nunca haría eso.

–¿Ah, no? Y entonces ¿por qué le sacas brillo siempre que entro en tu despacho?

–¿Por qué entras tu a mi oficina cada vez que le saco brillo? – lo molestó el más alto.

–Claro, mi culpa – Chris le dió un empujón al menor y en ese momento, apareció una mujer con un niño pequeño en brazos.

–¡Te ví correr, papá! – dijo el pequeño – ¿Por qué dejaste que el tío te ganara?

Chan sonrió y abrazo a su mujer y a su hijo.

–Tu tío tiene muy claro lo que quiere y cuando se propone algo, lo consigue.

–Estás mal acostumbrado Min – mencionó la esposa de su socio con una sonrisa – No siempre puede uno conseguir lo que quiere.

–Hasta ahora sí – murmuró Chan – Se acaba de comprar un coche espectacular, es descapotable y tiene unos asientos que...

–¿Te quieres quedar aquí hablando del coche de Minho o me acompañas a casa a acostar a Gunil – lo interrumpió su mujer – Cuídate Minho, nos vemos.

–Voy contigo – sonrió Chan – Nos vemos el lunes en la oficina Lee, más te vale no sacarle brillo al trofeo delante de mí ¿eh? – lo estrechó en un rápido abrazo y corrió tras su esposa

Minho observó a la familia alejarse. Chan tomó a su hijo de la mano y a su mujer de la cintura y le dijo algo al oido que la hizo reir.

No era cierto, Lee Minho no tenía todo lo que quería.

Todavía le quedaba una cosa.

El cataño observó a los demás corredores que seguían cruzando la meta.

Acababa de entrar una mujer muy guapa de cintura estrecha y piernas largas que le pareció conocida.

De repente lo recordó.
La había conocido en una fiesta unas semanas atrás y alguien le había dicho que era actriz.

Entonces no le había prestado demasiada atención pero ahora se fijo más atentamente en ella. Era guapa y caminaba con elegancia y seguridad. Además, no llevaba anillo.

Se le ocurrió una idea. Una idea loca y completamente ridícula pero ya estaba convencido, había tomado una decisión.

En breve, lo iba a intentar y le iba a salir bien porque lo cierto era que todo lo que se proponía le salía bien.

Trampa de amor | HYUNHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora