cinco

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Se sentía como en una telenovela, como anestesiado, volvió a la mesa y aguanto media hora más viendo a Ryujin sonreir y apretarse contra Minho como si pensara que era el hombre más maravilloso del mundo.

Era fácil creer que estaba completamente enamorada de él.

La escena de hace un rato cada vez le parecía más lejana y surrealista ¿No lo habría soñado? La rubia la miró de reojo y le dedicó una sonrisa felina.

Hyunjin apretó los labios ¡No, no lo había soñado! Ryujin era una mujer egoísta y despiadada y Minho le importaba un pimiento y solo quería su dinero.

Hyunjin miro a su amigo, estaba embelesado sonriéndole a su prometida.

Pobrecillo ¿Tendría idea de donde se metía?

Obviamente no. Pobrecillo. Creía que Ryujin era perfecta, se había enamorado de ella y cuando se enterara de la verdad iba a quedar destrozado. No podía soportar imaginárselo sufriendo amargamente.

Recordó cuando Sunwoon lo había dejado por no querer acostarse con él y Minho lo había escuchado llorar y despotricar por horas. Le había dolido más el orgullo que el corazón, pero en cualquier caso lo había pasado mal y él había estado allí para ayudarlo.

Siempre estaba allí, si no hubiera sido por él, jamás habría aprobado cálculo en el colegio. No se le daban bien las matemáticas, pero él se las había explicado una y otra vez hasta que había conseguido entenderlas.

También había estado cuando sus padres se divorciaron y un año después cuando murió su padre. Había llorado sobre su hombro y Minho lo había abrazado con fuerza y le había retirado el pelo de la cara.

Minho era un buen hombre y no se merecía a una arpía como Ryujin.

En ese momento Minho se inclinó para decirle a Ryujin algo al oído y la rubia lo miró de reojo burlona.

Hyunjin apretó la mandíbula hasta que le dolió.

No podía permitir que Minho arruinara su vida.

Era su amigo y tenía que hacer algo para salvarlo, su hyung lo necesitaba.

Y no iba a defraudarlo así que decidió que lo mejor era hablar con Minho y contarle lo que Ryujin le había dicho. La rubia era una engreída ¿De verdad creía que le iba a creer a ella antes que a su amigo de toda la vida?

Cuando después de cenar, Minho propuso dejar a Ryujin en el hotel antes de llevarlo a él a casa, Hyunjin se mostró encantado.

- Date prisa en volver - dijo Ryujin - Tengo un regalo para ti, una sorpresita.

La forma en la que se mojó los labios al decir «sorpresita» hizo que al menor se le revolviera el estómago.

Probablemente, una vez que le pusiera las manos encima, su amigo no podría pensar en nada más.

Aquello le pareció horrible, espantoso y no se lo podía quitar de la cabeza.

¿Por qué le molestaba tanto imaginarse a Minho y a Ryujin en la cama? Al fin y al cabo, era dos adultos que se iban a casar.

¿No había dicho la malvada Ryujin que encontraba a Minho de lo más atractivo? Era un pensamiento raro.
Hyunjin nunca lo había visto así.

-¿Verdad que Ryujin es fantástica? - le preguntó Minho rompiendo el silencio - No puedo creer que quiera casarse conmigo.

-Ni yo - apuntó Hyunjin sarcástico.

-¿Por qué lo dices así? Antes me dijiste que era perfecta - dijo Minho mirándolo de reojo.

Trampa de amor | HYUNHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora