Éxitos aparentes del pacifismo plañidero

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Con frecuencia oímos decir cosas como: "Después de los horrores de X conflicto, la gente no quería saber más nada con la guerra, por lo que hubo varias décadas de paz". Y los hechos parecen corresponderse con esa afirmación. Pero, si vemos más de cerca esos éxitos aparentes del pacifismo plañidero, nos encontramos que las verdaderas causas de esos períodos de paz relativamente largos son otras. Uno, el final de las guerras largas y complejas suele ir acompañado de la extensión y profundización de toda clase de ligas, y estas son la causa de la paz duradera.

No fueron Auschwitz ni Hiroshima la causa de la relativa paz interna que gozó Occidente durante la segunda mitad del siglo pasado, sino la OTAN, la UN y el Mercado Común Europeo. La guerra de 1914, en cambio, terminó con la firma de un tratado desganado y la creación de una liga de bromas (la Liga de las Naci. Y, aunque por 20 años, casi nadie habló de otra cosa que de los horrores de la guerra de trincheras, una nueva guerra era inevitable.

Otra razón de esa paz es que las naciones beligerantes suelen ser más parecidas entre sí después de un conflicto largo de lo que lo eran antes. Lo que posibilita la creación de ligas basadas en principios más sólidos. Y acá tenemos que refutar otro mito histórico muy extendido: que los vencedores "le imponen su cultura a los vencidos". Este mito viene en dos versiones: en versión de izquierdas, parte del supuesto indudablemente falso de que todas las culturas tienen el mismo valor. Este disparate, a su vez, procede de la visión de la cultura como algo completamente estéril e inútil, un decorado ideológico que se añade sobre las relaciones económicas, que son las únicas que importan realmente. El hombre de cultura vendría a ser un parásito que se nutre de una economía de la que no participa. El error de esta doctrina está en que, la mayoría de las actividades culturales no son, digamos, escribir manifiestos. La cultura genera valor. La cultura genera poder militar. La cultura genera influencia política. Separar cultura de economía es radicalmente falso.

En versión de derecha tenemos el mito del "imperio civilizador", donde una acción indudablemente inmoral como lo es una conquista se justifica diciendo que es un medio necesario para llevar una cultura superior a un pueblo bárbaro. Acá no existe el dogma ridículo de que todas las culturas valen lo mismo, aunque el hecho de que la cultura superior tenga las mejores armas se considera que es sólo una coincidencia. O bien se le da una explicación mítico-religiosa, como que Dios le dio la pólvora a los que quería que ganaran.

La cultura no necesita imponerse por medio de la conquista: la cultura superior se impone sola. Etiopia, que derrotó a todos los ejércitos europeos enviados contra ella, es hoy una nación bastante parecida a todas las ex colonias europeas en África, para bien y para mal. Cuando los romanos tomaron Grecia, adoptaron su cultura movidos por la admiración que esta le inspiraba. Y esta ha sido la regla general cuando una cultura inferior se impone militarmente a otra superior. Lo contrario es la excepción dentro de algo que ya de por sí es una excepción. El vandalismo de los inferiores movido por la envidia existe, pero es un fenómeno histórico de poca importancia. Los vándalos fueron inmortalizados en nuestro idioma por un solo acto particularmente despreciable, pero lo cierto es que a ellos les debemos la conservación de entre un tercio y un quinto de los clásicos latinos.

Algunas reflexiones acerca de la guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora