Clases sociales, que estupidez

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El pequeño niño pelinegro veía con curiosidad al bebé que estaba en aquella cuna, su manita se dirigió hacía la cuna y se puso de puntillas para ver mejor al bebé.

— Él es Yang Jungwon. — Explicó el hombre, llamando la atención de Heeseung, quien llevó su vista hacía el señor Yang.

El señor Yang era un hombre amable, dulce y guapo, tenía el cabello pelinegro y ojos rasgados, una mirada penetrante pero a la vez dulce, una voz calmada y agradable y un porte de elegancia y respeto, a pesar que su cara parecía de un bebé podía llegar a ser intimidante cuando estaba serio.

Por otra parte, la señora Yang, su esposa, tenía el cabello castaño claro, era una mujer bastante dulce y agradable, su voz también era tranquila y hermosa, sus ojos tenían un doble parpado no tan marcado, ella a veces daba miedo si no la conocían bien, pero era realmente amable.

— Heeseung-ah. — Llamó la señora Yang al niño pelinegro de tres años, este llevó su mirada hasta la mujer, quien se inclinó para estar a su altura. — Jungwon es mi hijo, ¿Te llevarás bien con él, verdad?

El infante no entendió muy bien lo que la señora Yang dijo, pero solo asintió y volvió su vista al bebé, sonrió levemente y con cuidado acarició el cachete de Jungwon, esa fue la primera caricia que Heeseung le había proporcionado al menor.

Lee Heeseung era hijo de una de las sirvientas de la gran mansión de los Yang, vivía en las habitaciones a las cuales solo se podían acceder por la cocina.

Y ahora que Heeseung tenía 14 años, podía decir que el niño era un mimado de primera, todo lo que quería se lo daban, ni siquiera debía esforzarse, ¿Llevarse bien?, todo eso se fue a la mierda cuando Heeseung tenía 10 y Jungwon 7.

— ¡Dámelo! — Le pidió el pelinegro, tomando el lápiz que Jungwon tenía. — Te puedes lastimar Jungwon.

— ¡Es mío! — Le gritó, usando toda su fuerza para arrebatarle aquel lápiz. — ¡Tiene gatitos, es mío! 

El mayor dejó de forcejear y soltó el lápiz, el castaño sonrió triunfante cuando lo tuvo entre sus manos y vio con superioridad al chico de 10 años, quien solo suspiró y dio media vuelta para irse de ahí.

Heeseung pensaba que estaba bien, que Jungwon era un niño, pero al ver que seguía comportándose como un idiota supo que jamás podría llevarse bien con él, el castaño siempre quería lo que era suyo, también tomaba cosas sin permiso, no tenía un límite.

— ¿A dónde vas? — Inquirió un Jungwon de once años, escaneando de pies a cabeza al pelinegro quien portaba una camisa de manga larga azul con un suéter blanco, un pantalón de mezclilla, zapatos blancos y un abrigo de color negro, también portaba con una mochila negra en su espalda. — ¿Te vas por fin de la casa?

El mayor soltó un suspiro de molestia y volteó a ver a Jungwon, este veía su teléfono sin levantar la mirada para verlo.

— Que no te importe a donde voy. — Gruñó. 

— Oh Dios mío. — Le dijo este, alzando su mirada. — Solo miren como la servidumbre piensa que es igual a nosotros. — Rió. — Eres hijo de la criada, recuérdalo, para ti soy Joven amo Jungwon o señorito Jungwon y me tratas de usted.

Heeseung no quiso responder ya que eso podría hacer que su madre tuviera problemas en el trabajo, así que solo salió por la puerta de los empleados y se fue.

Respondiendo a la pregunta de Jungwon, el pelinegro iba a la casa de su padre, pues le tocaba pasar este fin de semana con él, sus padres se divorciaron cuando él tenía 12 años pues su padre engañaba a su madre con otra mujer, desde entonces debía pasar los fines de semana con él.

Niño mimado - HeewonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora