Capítulo 15

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El pequeño sirviente veía con miedo a su amo, sus ojos dorados eran como dos dagas afiladas.

—¿Estás seguro, Jaken?

Tembló al escuchar su nombre.

—S-Si mi... mi amo bonito, su hermano confirmó que su hija no pasó la noche allí.

Las cejas del albino se fruncieron, sus ojos ámbar se entrecerraron.

Jaken al verlo supo que una furia inmensa estaba a punto de surgir, pero la estaba controlando.

—Puedes retirarte. —dijo. Jaken hizo una reverencia antes de irse con paso rápido.

El hombre Taisho se levantó de su sitio, se dirigió a la ventana que daba vista al jardín de la casa.

Solo espero que no me decepcionen.

Tiene grandes expectativas hacia sus hijas, no soportaría ver qué ellas echarán sus futuros a la basura.

No lo permitiría.

Con un suspiro de resignación volvió a tomar asiento para seguir con su trabajo.
No quería pensar más en ese tema, sin embargo, estaría alerta.

~~~

Por otro lado...

Después de una refrescante ducha, la joven castaña salió del baño, envuelta con una toalla, se dirigió a la mesita de noche, dónde había una botella de agua y al lado, una pastilla.

Nunca creyó que pasaría eso, había caído en el placer carnal, y con nadie más que su profesor.

Mordió su labio inferior al darse cuenta de lo grave que había sido haberse acostado con él.

Ella no era así.

Nunca había tenido esos intereses, su objetivo era claro: estudiar y ejercer. Dos cosas que tenían claras, sin embargo ahora...

Mañana tendría que ver a su profesor, no sabía qué decirle, o siquiera verlo a la cara.

Los recuerdos golpearon su mente, lo que había pasado con su maestro había sido casi irreal. Hasta ahora no se quitaba de la cabeza ese momento.

Seguía reprochando se mentalmente por su impulso.

«Un impulso muy estúpido de tu parte, Setsuna. Lo mejor que puedes hacer es actuar como si nada hubiera sucedido. Ignorarlo será una tarea fácil, y procuraré mantener mi distancia con él. »

Pensaba la joven castaña. No obstante, el destino le tenía preparado otros planes.

Dos toques a su puerta la hicieron exaltarse.

—¿Quién es? —preguntó con su tono frío para la persona que se encontraba del otro lado.

—Soy yo.. —se escuchó la dulce voz de la joven Towa.

—¿Ahora qué quiere? —musitó —Dame un minuto. —respondió.

La joven fue a su mesita de noche y guardó la cajita que contenía la pastilla, se puso ropa limpia y cómoda, al abrir, Towa ingresó con un pedazo de cartón, materiales decorativos, adhesivos entre otras cosas más.

—¿Me ayudas?

—Así que era eso, ya no eres una niña para ayudarte en todo, Towa.

—Por favor, mañana tengo que presentar el trabajo al profesor.

—No. Estoy ocupada. —agarró su toalla y comenzó a secar su cabello —Debiste hacerlo días antes, ¿Por qué dejas todo a última hora?

—Me olvidé. —mencionó con la mirada baja.

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