Playing with your heart

Capítulo 10

¡¿Qué hacía ella ahí?

Frente a él, pudo observar a su alumna de cabellos blancos y ojos rojos, mirándolo con un rubor en signo de pena.

Se acercó rápidamente a la joven.

—Señorita Taisho, ¿que hace aquí? —cuestiono más serio que de costumbre.

—Y-yo... bueno —ni siquiera podía verlo por pena —vi que estaba preocupado y-y quise ver si podía ayudarlo en algo. —confesó en voz baja.

—Señorita Taisho, no necesito de su ayuda, ahora por favor, sea amable y reti...

—¡Qué bonita! —chillo Rion sin dejar de ver a la albina.

Towa se sonrojo y sonrió ante el halago.

—¿Es tu alumna, hermano? ¡Espera! —analizó mejor a la joven como si tratara de recordarla —¡A ti te he visto antes! —grito con sus ojos abiertos en sorpresa.

—Rion. No hagas escándalo —Riku miró a su hermana —además la señorita ya se va.

La pelirroja hizo un puchero, avanzó hacia la joven albina y está se agachó para presentarse ante ella.

—Hola.

—Hola —contestó la ojiazul.

—Me llamo Towa, es un gusto conocerte pequeña.

—Mi nombre es Rion —se presentó alegre, ni parecía que estuviera mal —y él —señaló a Riku —es mi hermano mayor. Me quiere mucho, aunque a veces es tonto.

—¡Rion! —exclamó Riku.

—Oh —la peliblanca trato de aguantar la risa —que tierna niña. —hizo a un lado el flequillo de Rion, tocando con sin querer sus nudillos su frente caliente —Está que hierve en fiebre —comentó preocupada —tenemos que llevarla a un hospital.

—No podemos —respondió, y no era porque no quisiera, sino, porque ciertas dificultades lo impedían —yo la curaré, ahora vaya a la universidad, está perdiendo clases. —señaló.

—No, quédate por favor —pidió Rion con ojos de cachorro.

Towa se derritió ante la ternura.

—¿Puedo quedarme? —cuestionó la albina esperando una respuesta positiva.

—No. —respondió el ojiverde.

Su respuesta hizo que Towa tragara pesado, era claro que él no quería que estuviera allí, y en parte lo entendía. Pero ver a su pequeña hermana diciendo que se quede

—Deja que se quede, por favor hermano —no dejo de mirarlo con ternura, esa era su arma secreta para que Riku accediera a todo.

El ojiverde tomó con sus dedos el tabique de su nariz evitando mirar su expresión. Esa era un arma que usaba con él para obtener lo que quisiera, y él nunca se había negado a nada.

—Por favor —pidió una vez más —necesito que alguien esté conmigo.

¡Pero él estaba ahí con ella para precisamente cuidarla! Pensaba miserablemente.

Towa vio como su profesor tenía un debate interno consigo mismo, y luego de segundos aceptó. Claro, no sin antes advertirle:

—Que está sea la última vez que me sigue y falta a clases —le dijo a Towa. Ella asintió algo temerosa por la severidad en su voz —no quiero que me vuelva a seguir, puede ser peligroso que alguien la vea y malinterprete esto. —terminó por decir.

No quería poner en riesgo su trabajo, si alguien se enterase que Towa estaba con él en su departamento sería un problema grande. Cosas se pueden llegar a malinterpretar, y no quería pensar que pasaría.