Capítulo V

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Capítulo 5

Día de la Primavera

Septiembre 21, 2018. Día de la primavera.

Mi alarma suena a las 5 a.m., y sin pensar mucho en el sueño ni el cansancio, me siento en la cama antes de quedarme dormida nuevamente.

A mí lado, Shino se despereza con sus ojos aún cerrados, restregando las palmas de sus patitas delanteras por su pequeño y peludo rostro.

Hundo mi nariz en su cuello, y ante el cariño, comienza a ronronear, dándole inicio a un buen día para mí.

Luego de estirar un poco las piernas y los brazos, voy a la habitación de mi papá, abro la puerta y lo encuentro dormido sobre la cama arreglada, con el uniforme y los zapatos puestos.

Otra vez se quedó dormido apenas llegó.

—Viejo.— digo mientras jalo su bota.

Se despierta confundido y se pone de pie, alarmado.

—Papá, soy yo. Acostate bien. Volviste a dormir con la ropa de tu trabajo.

Él me sigue viendo raro, ensimismado en el mundo que existe entre el sueño y la lucidez.

Tomo su brazo y lo guío a la cama.

—Ponete el pijama y dormite tapado.

Busco el pijama en su cajonera y lo dejo a su lado, para luego abrir la ventana, dejando que circule el aire.

—Gracias, Argentina. Sos mi sol.— dice papá, quitándose las botas.

—¿Te hace falta algo? ¿Te traigo agua?— pregunto, pensando en qué haría mi mamá en una situación así.

—Bueno, linda. Lo agradecería.

La voy a buscar, y cuando vuelvo ya tiene su pijama puesto.

—¿A qué hora entras hoy?

—A las cuatro de la tarde recién. Llevo casi tres días durmiendo mal, así que voy a aprovechar hoy.

—Me parece bien.

—¿Vos qué vas a hacer? ¿Por qué estás levantada?— dice luego de dejar el vaso con agua en su mesa de luz, mientras se acomoda en la cama que alguna vez compartió con mamá.

—Voy a Potrerillos con mis amigos. Por cierto, feliz día de la primavera.

Regreso a mi cuarto y busco en mi escritorio, saco una flor de papel crepe y se la dejo en su mesa de luz.

—Te quiero mucho, pa.

La toma en sus manos mientras se acomoda para dormir como si fuera un niño de cinco años.

Sonriendo, abrazado a su almohada y la flor en sus manos, dice en un suspiro de agotamiento: —Te amo, mi princesa, ¿va Gino con vos hoy?

—Así es.

—Entonces me quedo tranquilo. Divertite y cuídate mucho. En el cajón hay plata, por si necesitas.— Mi padre confía mucho en Gino, incluso es una especie de condición para los permisos cuando quiero ir a alguna parte.

—Gracias, papá.

Salgo de su cuarto, cerrando la puerta tras de mí. Me dirijo a la cocina a preparar rápidamente los refrigerios en un bolsito para llevar.

El casi anciano padre de Gino pasa por mi casa antes de llevarnos a los dos a la terminal de colectivos. Al subir al coche, noto una vibra extraña, quizás tensión, pero lo dejo estar en cuanto el señor López me saluda con cordialidad.

Por Siempre: Te Quiero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora