Capítulo 7
Pedido especial en Halloween
Octubre 30, 2018. Halloween.
Al despertar la mañana de Halloween, el 30 de octubre, me visto con la ropa del colegio rápidamente, pues es pleno martes.
Ya fue casi un mes de aquel episodio de la fiesta, en que le di mi primer beso a Helen, y al hacerlo descubrí que Ismael Messina no es solo dueño de mi corazón sino de mi mente. Me es imposible serle infiel a mis propios sentimientos por él.
Salgo de mi cuarto y, en la cocina, el reloj del microondas marca las 6:15 a.m., al parecer hoy me he despertado contenta porque me he vestido a toda velocidad y eso nunca pasa.
Pues desde que descubrí que Ismael es más importante para mí de lo que creía, ir a la escuela se ha vuelto más emocionante: sentarme junto a él en el primer banco del salón y aspirar toda la mañana su riquísima colonia, me ayuda con mis tareas, me explica los ejercicios de matemática, física y química, que por cierto, se le dan muy bien. Además, cuando le hago bromas sobre que es un gruñón, me pincha las costillas con la punta de su lápiz.
En el colegio tengo algunas amistades, pero nadie tan cercano como ahora lo es Ismael, o como siempre ha sido Gino. Pero aún así, mis compañeros suelen molestarnos o tirar bromas respecto a nuestra amistad, insinuando que hacemos "cochinadas" en la habitación de los padres de Ismael.
A Ismael Messina parece no afectarle nada de ello, pero a mí me da mucha vergüenza. Y es por eso que me gusta estar con él, me enseña a pensar menos en qué piensen o hagan los demás y me motiva a concentrarme en las materias de la escuela. Ya estamos en los últimos meses de clases y estoy al borde de llevarme a diciembre la mitad de las asignaturas.
Estoy sentada en la mesa de la cocina, con mi mochila -color violeta y llena de dibujitos de perritos brillantes- en la silla a mi lado, sorbo de la taza de mi mate cocido mientras leo los útimos capítulos del Martín Fierro para un examen de literatura dentro de dos semanas.
Papá aparece por el pasillo con su pijama, desperezándose mientras camina hacia la cafetera para encenderla.
—Buen día, hija.— saluda mientras se inclina sobre mí para depositar un besito en mi cabeza.
—Hola, papá— saludo mientras lo veo con admiración —¿Hoy no trabajas?— pregunto.
—No, hoy tengo día libre. Si querés te llevo a la escuela, pasamos por una panadería que conozco, siempre abren a las seis de la mañana. Comemos en el auto antes de que entres a la escuela.— ofrece.
Me pongo de pie inmediatamente, y mientras tomo mi mochila, digo: —Ya rugiste, monstro.
Así, en pijamas, toma las llaves de su coche y nos dirigimos al garaje, donde el auto está guardado. Me dejo caer en el asiento del copiloto con la mochila sobre mi regazo, rodeándola con mis brazos para descansar mi mentón sobre ella.
Pocas son las veces que me han llevado a la escuela, siempre he ido en colectivo, del cual no me quejo, pues el chofer siempre es el mismo desde que inicié la secundaria, e incluso en una ocasión lo crucé yendo al parque de noche y antes de bajar del colectivo me dijo "anda con cuidado".
Aún así, me entusiasma que me lleve papá a la escuela, me hace sentir más niña, como si siguiera siendo un pichón indefenso que no debe enfrentar ningún problema en la vida porque sus padres lo protegen de todo.
Ariel Rodríguez: mi padre, es mi gran modelo a seguir. Desde pequeña me enseñó técnicas de primeros auxilios y me ha llevado a cursos en el hospital que él mismo da para los civiles. En su cumpleaños número 40 hicimos una fiesta sorpresa, invitamos a toda la familia, se armó baile y me enseñó los pasos de cuarteto con tanto esmero que, al terminar las lecciones vomité la chocotorta en un tarro de basura.
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Por Siempre: Te Quiero.
Teen FictionArgentina Rodríguez ha llevado el primer año sin su madre barriendo los dolores bajo la alfombra, obligándose a sí misma a ser feliz y no ser una carga para su padre ni su mejor amigo. Ismael Messina, un chico callado e introvertido, al borde de l...