Capítulo VIII

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Capítulo 8

El cielo se torna borroso

Han pasado meses desde aquella noche en que Ismael Messina y yo, abrazados en el sillón de mi sala, en medio de la noche y llenos de alegría, declaramos nuestros sentimientos el uno por el otro.

Alejado de los problemas en casa de Ismael y de mi melancolía por mamá, solo nos siguieron momentos hermosos.

En el mes de noviembre, Ismael Messina me invitó a caminar por el lago del parque San Martín, y sentados en la orilla del mismo, dándole de comer trozos de pan a los gansos, me pidió ser su novia. Obviamente le dije que sí, y hasta lloré.

Conoció a mi papá con el título oficial de mi novio y Ariel Rodríguez casi le arrancó la mano al estrecharla. Aún así, se llevaron muy bien, nos juntamos más de una vez a cenar los tres en mi casa y se volvieron casi amigos.

Asimismo, mi novio me presentó a su madre, una mujer muy dulce que me dio un abrazo lleno de cariño, casi sentí como si mi propia madre me estuviera mimando a través de ella. La Señora Messina me dio las gracias porque, desde que sabía de mi existencia, había notado a su hijo sonreír más a menudo.

A su padre no lo conocí, pues Ismael ni siquiera le había contado de mi existencia, le aterraba que, si alguna vez se enojaba con él, me tomara como un punto débil y saliera lastimada.

Terminamos el colegio secundario en el bachiller de ciencias naturales, tuvimos una cena de egresados muy hermosa, todas mis compañeras y yo usamos vestidos exageradamente elegantes, y mis compañeros usaron traje. Acompañados de nuestras familias, pude ver de lejos al padre de Ismael.

Pero ver a Ismael Messina vestido de esa forma, con un traje negro, camisa azul oscuro y los mocasines de gala, fue como presenciar la octava maravilla del mundo.

Entramos al salón tomados del brazo y nos sacaron una fotografía que, al día de hoy, llevo guardada en mi diario personal -el cual llevo a todas partes-.

En febrero de 2019, comencé el pre universitario para ingresar a la carrera de Medicina en la Universidad Regional de Cuyo.

Ismael Messina, sin estar completamente convencido, aplicó a la carrera de Profesorado de Química, junto con su prima Eliana.

Eric Villarruel terminó con Gino López en cuanto iniciaron la universidad -ambos se decidieron por Ingeniería, en diferentes ramas. Mi mejor amigo lloró por una semana en la almohada de mi cama porque amaba a Eric Villarruel como a nadie, pero este lo dejó porque no pudo aguantar más el salir con alguien a escondidas, le dijo que quería ir a cenas familiares como lo hacíamos Ismael y yo, quería ser libre con el amor de su vida, pero con Gino no podría tener eso, pues sus padres jamás lo hubieran permitido.

Marzo, abril y mayo se pasaron rápidamente, oculta tras libros y el mate en mi habitación durante las tardes, trabajando con Gino de cajeros en un Átomo por las mañanas. Mientras que Ismael y su prima ya habían iniciado el primer año en la carrera de Profesorado de Química.

Cuando llegó junio, el mundo se vino abajo, pues como dijo mi padre aquella vez que desayunamos bombas rellenas de dulce de leche en su auto: "Jamás hay que dar por hecho a las personas".

Y era algo que yo había olvidado hasta aquel día.

En la mañana del viernes 28 de junio de 2019.

Aunque ya pasó mucho tiempo, recuerdo todo como si fuera ayer. Esa mañana desperté con una punzada de dolor en las sienes, como un mal presagio de lo que sucedería.

Por Siempre: Te Quiero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora