Epílogo

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Meses después.

El día de hoy era perfecto, justo como me gustaban, ni mucho calor, ni mucho frío.

Estaba sentada en el patio del centro, un gran árbol a mí espalda me acogía en su sombra, la brisa chocaba suavemente con mí cara despeinandome un poco.

Estaba todo tan tranquilo, me gustaba mucho salir a esta hora porque no había nadie, solo era yo y la naturaleza. Me daba una sensación relajante.

Ya hacía un rato que estaba allí, la mayoría debería de estar almorzando ya, en un momento iría yo también.

Dereck me había convencido de internarme aquí, un centro de rehabilitación psiquiátrica o como yo lo llamaba "un loquero", el insistía en que estaba mal en llamarlo así pero yo no le veía el problema.

El venía a visitarme a menudo, a veces con el pelirrojo que yo le decía que gustaba tanto de el, y el solo decía que eran amigos, solo eso.

Aunque yo estaba segura que había algo más entre esos dos.

Dereck era muy buena persona, yo ya lo consideraba un amigo esperaba que el pensará lo mismo de mí.

Me levanté del suelo y empecé a caminar hacia el comedor, que estaba frente a mi.

El comedor era una sala algo grande, con las filas donde se retiraba la comida por un costado  y unas cuántas mesas largas en el centro.

Cuando entré como supuse no había casi nadie ya, deberían estar haciendo cualquier actividad.

Yo era más de no hacer nada, me pasaba la mayor parte del tiempo que podía en el patio, era tan relajante y el psicólogo decía que estaba bien así que todos ganábamos.

Fui por mi bandeja, la mayoría de las veces la comida que servían eran muy buena.

Saludé a Maria, la cocinera. Una mujer de unos 40 y tantos años, algunas canas se asomaban en su cabello castaño, unas pocas arrugas en su cara pálida y unos bonitos ojos color miel.

-¿Tarde otra vez?.

-Ya sabes cómo soy- solté una pequeña risa que luego ella acompaño.

Hablaba con ella de vez en cuando, siempre tenía una expresión seria pero cuando la conocías mejor resultaba ser una persona muy extrovertida.

-Provecho- me extendió la bandeja ya llena.

-Muchas gracias.

-No es nada cariño.

Cariño.

Esa palabra me hizo sentir una rara sensación en el estómago, pero decidí ignorarla de seguro era hambre.

O eso quieres creer.

Camine hasta una mesa vacía, aún quedaban unas cuantas personas en el lugar, algunas estaban muy locas de verdad y otras no tanto.

Bueno tampoco es como si yo estuviera muy cuerda que digamos.

Me quedé mirando el plato por un momento, desde que me había levantado tenía una extraña sensación como si algo fuera a pasar.

Dark ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora