Dark ©

†Capitulo 24†

Este capitulo y parte del siguiente es todo lo que pasó antes de que el detective Halt tumbara la puerta como un desgraciado.

Había conseguido quedarme dormida por un rato, no se cuanto tiempo fue exactamente pero al levantarme tenia una extraña sensación en el pecho, como si algo fuera a pasar.

Ese día como todos los demás estaba sentada en el viejo colchón, con mis codos apoyados en mis muslos y mi cara entre mis manos, no pensaba en nada en concreto solo me quedaba viendo a cualquier parte hasta que pasaba un largo tiempo.

La puerta del sótano hizo su característico ruido de cuando es abierta, un chirrido que me causaba escalofríos, luego los escalones empezaron a crujir con cada paso que el daba hasta que llego hasta el final y, aunque estaba de espaldas a las escaleras podía sentir su mirada clavada en mi nuca.

-Tu comida- dijo una vez que estuvo a mi lado, ofreciéndome una vieja bandeja con algo que para mi se veía muy poco comestible.

Como siempre no le respondí, nunca le dirigía la palabra no es como si fuera a tener una linda amistad con el.

Aunque ayer -o no se cuando- me sorprendí bastante a mi misma cuando le pregunte aquello, pero esa era la pregunta que mas daba vueltas en mi cabeza ¿Porque? ¿Porque había hecho eso? ¿Porque me quito lo único que me quedaba en este mundo?.

Tenia toda la intención de ignorarlo para que se largara lo más rápido posible pero tenia ya mucho tiempo aguantándome las ganas de ir al baño.

-Debo ir al baño- le dije viendo cualquier parte que no fuera su rostro.

-¿Otra vez?.

-Soy un ser humano, tengo que ir al baño varias veces.

Por un momento pensé que me diría que no -igual no me sorprendería- pero escucho como suelta algo parecido a un bufido y luego habla.

-Levántate.

Lo hice como pude quedando frente a el, aunque todavía sin hacer contacto visual, cada vez que lo miraba a los ojos solo me daban ganas de darle un puñetazo.

Imagínate el placer de golpear ese bello rostro.

-No hagas ningun...

-No hagas ninguna estupidez- imite su voz en un tono de cansancio -no haré nada, no es como si pudiera hacer mucho.

El no dijo nada, pero podía notar su mirada fría clavada ahora en mi frente.

Si las miradas mataran, la tuya me hizo el amor.

¿Espera que?.

No nada.

Perfecto lo que me faltaba, volverme loca.

Me tomo por la soga que ataba mis manos de un solo tirón, haciéndome caminar hasta quedar justo frente a la puerta.

Sentí un gran alivio cuando soltó el nudo de la soga y dejo de apretar mis manos. Cuando termino de soltarla toda, saco una llave del bolsillo delantero de sus pantalones, abrió la puerta tranquilamente y se hizo a un lado para dejarme entrar.